Memorable y enriquecedora reunión del Papa y los artistas

Benedicto XVI anima al arte contemporáneo a dejarse llevar por la “fuente primera y última de la belleza”

Encuentro-artistas(Darío Menor– Roma) Benedicto XVI ha vivido este pasado fin de semana una de las experiencias memorables de su pontificado. Siguiendo el ejemplo de sus predecesores Pablo VI y Juan Pablo II de hace 45 y diez años, respectivamente, el Pontífice mantuvo su encuentro con los representantes del mundo del arte. Fueron 260 creadores, en su gran mayoría italianos, los que acudieron a la Capilla Sixtina para escuchar las palabras del Papa y comprobar que la preocupación de la Iglesia católica por la pintura, la escultura, la literatura, el cine o la música no sólo se remonta a los siglos pasados, sino que sigue siendo hoy una realidad.

A los artistas, Benedicto XVI les dedicó palabras de aliento y reconocimiento, pero les recordó la gran responsabilidad que tienen frente a la sociedad. “Vosotros sois custodios de la belleza; tenéis, gracias a vuestro talento, la posibilidad de hablar al corazón de la humanidad, de tocar la sensibilidad individual y colectiva, de suscitar sueños y esperanzas, de ampliar los horizontes del conocimiento y del empeño humano”. Debido a la fortuna de los artistas por haber nacido con su capacidad creativa, tienen la responsabilidad de comunicar la belleza, les recordó el Papa: “Sois anunciadores y testigos de esperanza para la humanidad”.

En su discurso, Benedicto XVI demostró que es consciente del alejamiento del mundo del arte con respecto a la fe, que ya en pocos casos es fuente de inspiración. Por ello instó a los artistas a que fuesen permeables y se dejasen llevar por lo trascendente. “No tengáis miedo de enfrentaros a la fuente primera y última de la belleza, de dialogar con los creyentes, con quien, como vosotros, se siente peregrino en el mundo y en la historia hacia la Belleza infinita. La fe no quita nada a vuestro genio ni a vuestro arte, sino que los exalta y los nutre, los anima a superar el umbral y a contemplar con ojos fascinados y conmovidos la meta última y definitiva, el sol sin ocaso que ilumina y hace hermoso el presente”.

Alimento imprescindible

Encuentro-artistas-2El Papa recordó los encuentros previos de Pablo VI y de Juan Pablo II con los artistas y ofreció una interesante sucesión de citas y de ideas. Partió de Platón y Miguel Ángel, pasó por san Agustín y Hans Urs von Baltasar y acabó en Fiódor Dostoyevski y Herman Hesse. Del novelista decimonónico ruso repitió las siguientes palabras: “La humanidad puede vivir sin ciencia y sin pan, pero no puede hacerlo sin belleza, porque sin ella no habría nada que hacer en el mundo”. Del autor del Siddhartha y El lobo estepario recordó: “El arte significa mostrar a Dios dentro de cada cosa”.

Según se desprende de su intervención, para Benedicto XVI el arte ha de ir ligado de forma indeleble a la belleza: sin ésta, el arte no es tal. Sin embargo, la definición de éste que los pintores, escultores, arquitectos, músicos o literatos contemporáneos más destacados dan con sus obras dista bastante de las palabras del Papa. La disparidad no impidió al Pontífice hacer una crítica sobre un punto en el que el consenso es algo más claro: la perversión de la belleza que, en demasiadas ocasiones, acompaña a la sociedad contemporánea. “El mundo en que vivimos”, advirtió, “puede cambiar su rostro debido a la obra no siempre sabia del hombre”. El arte y la capacidad de la naturaleza de sobrecogernos están amenazados por “la explotación inconsciente de los recursos”, que beneficia a unos pocos y echa a perder las “maravillas naturales”. “¿Qué otra cosa sino la belleza puede volver a dar entusiasmo y confianza, qué otra cosa puede animar al alma humana a reencontrar el camino, a levantar la vista al horizonte y a soñar una vida digna de su vocación?”, se preguntó Benedicto XVI.

Luego destacó la importancia de la “belleza auténtica, no efímera ni superficial” en la búsqueda de la felicidad. El arte, como representante de lo bello, “ilumina y libera de la oscuridad” la vida cotidiana. “Una función de la verdadera belleza es sacudir al hombre, hacerle salir de sí mismo y de su acomodamiento”. También hacerle sufrir “como un dardo que hiere”, consiguiendo así que “despierte” y se le abran de nuevo “los ojos del corazón y de la mente, dándole alas y empujándolo hacia arriba”. Si ésta es la cara de la belleza, la cruz está en su uso “ilusorio y superficial”, que “encierra a los hombres en sí mismos”, les “hace más esclavos” y les quita “la esperanza y la alegría”. Es ésa una forma “seductora pero hipócrita de la belleza, que aviva el ansia, la voluntad de poder y de posesión”. Acaba convertida en “obscenidad, transgresión y provocación en sí misma”. Más de un artista pudo sentir que las palabras del Pontífice se referían, en mayor o menor medida, a alguna de sus creaciones.

Encuentro-artistas-3Recuperó luego Benedicto XVI la vertiente más trascendental de su discurso al afirmar que la belleza, tanto la natural como la creada por el hombre, gracias a su capacidad de “ampliar los horizontes de la conciencia humana”, es un camino hacia Dios. “El arte, en todas sus expresiones puede asumir un valor religioso y transformarse en un recorrido de profunda reflexión interior y de espiritualidad”.

Las palabras del Papa resonaron en la Capilla Sixtina, “santuario de fe y creatividad humana”, ante el ojo crítico de los presentes. El heterogéneo currículum e ideario de los invitados muestra la universalidad que el Vaticano quiso darle al encuentro. Hubo directores de cine como el británico Peter Greenaway o los italianos Giuseppe Tornatore, Paolo Sorrentino o Nanni Moretti; éste último, de conocidas posiciones izquierdistas, está incluso preparando una película sobre un pontífice que acude al psicoanalista… Del mundo de la música destacaban los nombres de Andrea Bocelli y Ennio Morricone, mientras que entre los literatos el más importante era Claudio Magris. Hubo además dos españoles: el escultor Venancio Blanco y el arquitecto Santiago Calatrava. Éste reconocía, al final del discurso del Papa, que le encantaría trabajar para la Iglesia, exaltó su valor como mecenas de las artes y ofreció su propia definición de belleza: “No consiste en la repetición de algo bello, sino en la bella representación de algo”.

Frutos futuros

El mundo de la arquitectura también estuvo representado por uno de sus miembros más reputados a día de hoy, la iraquí Zaha Hadid. La autora del Maxxi, el nuevo y vanguardista museo de Roma, destacó el valor del Vaticano por “acercarse al arte contemporáneo” y auguró que el intercambio de ideas dará “excelentes frutos en el futuro”. Otro de los artistas de primera línea fue el norteamericano Bill Viola, maestro del vídeoarte. Viola agradeció a la Santa Sede las oportunidades que sigue dando a los artistas: “Un joven Miguel Ángel podría seguir hoy siendo contratado por el Vaticano”.

Benedicto-y-WilliamsEn el sábado de arte de Benedicto XVI, hubo un hueco para impulsar el diálogo ecuménico, con la entrevista que mantuvo con Rowan Williams, arzobispo de Canterbury. El “cordial coloquio” –primero tras las Constitución Apostólica que acogerá a los anglicanos que lo deseen en el seno de la Iglesia católica– trató sobre la “continuación y consolidación” de las relaciones entre ambas confesiones.

 

UN GRAN ÉXITO DE RAVASI

Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, se ha apuntado un importante tanto en el pulso que mantienen los dicasterios de la Curia romana y sus responsables para lograr notoriedad pública y el reconocimiento del Papa. El exitoso encuentro de Benedicto XVI con los artistas, ideado y organizado por monseñor Ravasi y por su equipo –en el que destacan los españoles Melchor Sánchez de Toca y José Manuel del Río–, confirma al arzobispo italiano como uno de los nombres en alza dentro de la Santa Sede.

El evento del pasado sábado reposiciona al catolicismo en el centro del debate artístico, al tiempo que obtiene un importante éxito mediático: muestra una Iglesia abierta a las inquietudes de la sociedad actual y que también hace propuestas positivas. El propio Pontífice quedó encantado con el encuentro y con la labor de Ravasi, a quien, en el inicio de su discurso, agradeció “de corazón” su trabajo. Al presidente del Pontificio Consejo para la Cultura le tocó preceder al Papa en el orden de intervenciones, y lo hizo con un texto valiente. Recordó primero el encuentro de Pablo VI con los artistas hace 45 años, y se detuvo en las reacciones de Joan Miró, quien afirmaba que el arte no representaba lo visible, pero hacía visible lo invisible.

Ravasi evocó luego la reunión de Juan Pablo II con los representantes del mundo artístico de hace diez años, y citó a Goethe, para quien “el cristianismo era la lengua materna de Europa”. Fue hacia la mitad cuando su discurso alcanzó su mejor momento. Sincero, reconoció que la Iglesia, cuando se aproxima hoy al arte, muchas veces “repite estilos y géneros de épocas precedentes” o se deja llevar por “la fealdad que asedia las nuevas ciudades”. Los artistas también han contribuido al distanciamiento al “archivar los temas religiosos, los símbolos, las narraciones y las figuras de ese código cultural que ha sido la Biblia durante siglos”.

dmenor@vidanueva.es

En el nº 2.685 de Vida Nueva.

Compartir