Bogando hacia el entendimiento

El nuevo libro del cardenal Martini ahonda en los temas cruciales

Martini(Jaime Vázquez Allegue) La Iglesia es como una barca, así la hemos visto los cristianos a lo largo de una tradición que se remonta a la época evangélica. Pedro es el patrón, el que con la brújula que orienta el timón en el puente de mando es capaz de zambullirse en los océanos formidables de los confines del mundo. A las primeras comunidades cristianas les gustaba identificar a Cristo con otro símbolo relacionado con el mar: el pez, en griego Ichthys (Ictus), las iniciales griegas de las palabras “Jesús Cristo, Hijo de Dios, Salvador”. Y es que el contexto social, político y religioso del cristianismo primitivo era –como lo es una buena parte de la literatura evangélica– simbología apocalíptica que una vez meditada y reflexionada se convertía en escatología de salvación –en lenguaje teológico, soteriología–.

Libro-MartiniDejamos la terminología difícil de entender para adentrarnos en una obra que convierte el idioma de la teología en lenguaje de andar por casa. Porque la Iglesia es una gran barca en la que la tripulación va desde el patrón hasta el último contramaestre, pasando por todos los que navegamos mar a fondo para adentrarnos en las profundidades del ser humano dispuestos a alcanzar el puerto de la vida eterna. La obra, publicada por San Pablo, es un libro breve –lo bueno y breve, dos veces bueno–, como un cuaderno de bitácora en el que se recogen las conversaciones que mantuvieron el cardenal Carlo Maria Martini y el P. Luigi Maria Verzé durante los primeros meses de 2009 en un intento de dialogar sobre los mares por los que navega la barca de la Iglesia.

Como se suele decir, Carlo Maria Martini no necesita presentación. Todos –creyentes y no tanto– saben que durante muchos años fue, además de príncipe de la Iglesia, un candidato a la cátedra de Pedro. Con toda seguridad, la Iglesia del siglo XXI hubiera sido diferente con él al timón. Pero el Espíritu sopló en otra dirección y hoy Martini experimenta el sufrimiento de la cruz en el dolor de la enfermedad, pero con el ánimo y la ilusión de servir a la Iglesia con el entusiasmo de un joven que pone al Evangelio como norma de vida.

Experiencias dialogadas

Martini-2El padre Luigi Maria Verzé es un sacerdote muy conocido por su opción comprometida en favor de los enfermos. Fue el fundador del hospital de San Rafael de Milán y promotor de la universidad del mismo nombre. Verzé interpela a la Iglesia con cuestiones candentes y de primer orden desde la experiencia de la calle y el servicio a los más necesitados, con la parábola del buen samaritano –texto de cabecera– que le ayuda a interpretar el mensaje de Jesús desde una nueva perspectiva.

En Estamos todos en la misma barca –título de la obra– encontramos las experiencias dialogadas de dos hombres de Iglesia, el cardenal Martini, de 82 años, y el sacerdote Verzé, de 89. Los dos dialogan como los ancianos de la tradición bíblica, con la experiencia del pasado, el conocimiento del presente y la mirada puesta en el futuro a sabiendas de que, sólo de esta forma, la visión objetiva de la realidad suele acertar en sus pronósticos. La historia, de alguna forma, es como un círculo en el que muchas cosas se repiten sin saber cómo ni por qué. Ambos caminan –igual que los de Emaús– dialogando y discutiendo sobre todo lo que ha pasado, pero con la confianza de saber que Cristo está en medio de ellos. Y los dos ofrecen lo que han visto a lo largo de sus vidas con los colores de los cristales de sus gafas en un debate apasionado y lleno de emociones y sentimientos contrariados, pero con el cariño y el amor que ambos manifiestan hacia la Iglesia. Porque sólo cuando realmente se ama al prójimo, uno es capaz de dirigirse a un cardenal de la Iglesia y preguntarle, como hace Verzé: “¿Es justo que, a mi edad y con mi experiencia, sufra disgustado porque veo evolucionar la cultura más rápido que el prudente paso de la Iglesia oficial, tanto en el ámbito de la filosofía, como en el de la investigación científico-biológica y, sobre todo, en el ámbito de la teología y de la ética? ¿Usted no sufre porque la Iglesia se quede al margen, mientras la humanidad avanza sin Cristo?”. Por eso, y también desde el amor, la respuesta del eminente cardenal se dirige al sacerdote con estas palabras: “Hombres como Pablo VI tenían una profunda y dolorosa conciencia de esta separación. Mucho se hizo en el Concilio Vaticano II para superar esta fractura. Pero este convencimiento todavía no ha alcanzado todos los aspectos y niveles de la vida de la Iglesia”. El debate está servido. Un debate abierto que hay que hacer sentado, sin prisas pero sin pausas, y con el rabillo del ojo puesto en lo que está pasando en el mundo. Porque, de verdad, se trata de un debate, un diálogo entre dos personas convencidas y entregadas que dedicaron su vida a la Iglesiay se comprometieron con el Evangelio.

Martini-3No se trata de una entrevista. Ni Verzé entrevista al cardenal –lo cual sería casi lo que todos esperábamos–, ni Martini hace preguntas a un sacerdote con más de sesenta años de vida religiosa. Nos encontramos ante un diálogo abierto, respetuoso, serio y profundo. La profundidad que los propios interlocutores están dispuestos a dar a sus comentarios. Y todo aderezado con el análisis de aquellas cuestiones que todos tenemos en la mente, los temas que en algunas ocasiones apuntamos o los problemas que no nos atrevemos a tratar por temor a no se sabe qué. El lector pensará que en este libro se tratan las cosas que sólo se pueden abordar cuando uno ha superado la barrera de los ochenta años, cuando ya no hay nada que perder, cuando los temores están superados, cuando a uno no le preocupan las consecuencias que puedan tener sus declaraciones. Pero no; ni se trata de una obra de represaliados, ni estamos ante un debate folclórico que busca el morbo o pretende cuestionar los pilares de nuestra fe. Todo lo contrario. El buen hacer de los dos tertulianos y la experiencia que les precede son la garantía de ese toque de seriedad y rigor que se echa en falta en las ocasiones en las que discutimos sin conocimiento de causa. Lo del filósofo que decía que de lo que no sabemos lo mejor que podemos hacer es callarnos sería, en este caso, razón suficiente como para no sentarnos a debatir. Pero todos estarán conmigo si reconocemos que dos octogenarios que han entregado sus vidas al servicio del Evangelio saben de qué están hablando cuando hablan de cuestiones relacionadas con la Iglesia.

Cuestiones candentes

Las cuestiones que tratan son muchas de las que afloran en el mundo actual y en los distintos órdenes de la vida. Los temas que la sociedad dirige a la Iglesia y los temas que la Iglesia dirige a la sociedad. Son las cuestiones candentes, las que se tratan cada vez que se habla de fe, de Iglesia, de religión, de Evangelio. Son los debates que surcan los medios de comunicación con mayor o menor acierto y que están en boca de creyentes, no creyentes, agnósticos, ateos y antiteos. Es como si Martini y Verzé hubieran escrito un diccionario de temas de actualidad relacionados con la Iglesia y con la fe. Como si los dos tertulianos debatieran asumiendo roles corporativistas y representaran unas veces a unos y otras a otros, en un debate lleno de buenas intenciones pero que toca los problemas más candentes. No hay cámaras ni presentadores. No hay fotografías ni periodistas dispuestos a perpetuar la clave del debate. Lo que hay es un diálogo con tendencia epistolar que, al mejor estilo paulino, hace florecer los problemas de la comunidad para darles solución y orientar en medio de la dificultad. Un diálogo que quiere ser principio de nuevos diálogos. Una obra que pretende romper una lanza en favor de todas las posibles discusiones, debates, conversaciones, encuentros, mesas redondas, conferencias o comunicaciones en las que se pueda hablar de la fe y de la Iglesia en libertad y siguiendo la línea de las Conversaciones nocturnas en Jerusalén que el cardenal publicó recientemente.

Martini-4Por todas estas razones y otras que dejamos para que descubra el lector, la obra, que publica la editorial San Pablo, se me antoja un reto a las cuestiones candentes que afectan a la Iglesia y que, en palabras de Martini, no pueden esperar más y han de ser abordadas de forma inmediata. Así, con estilo desenfadado pero con respeto, de manera abierta pero sin provocaciones, con ánimo de abrir debates pero sin intención de ofender, se abordan cuestiones como la actitud de la Iglesia hacia los divorciados, el nombramiento y la elección de los obispos, el celibato de la vida consagrada y los sacerdotes, el papel de los laicos en la Iglesia, la relación entre la jerarquía eclesial y la política y los gobiernos. Estas cuestiones, portada de cualquier informativo religioso, son temas que deben volver a ser tratados en el seno de la Iglesia. Cuestiones que tienen una respuesta oficial pero de las que una buena parte de los creyentes considera que deberían ser revisadas, analizadas y contrastadas de alguna manera a la luz del Evangelio.

Respuestas de calidad

La situación de los divorciados vueltos a casar es, quizás, la más desarrollada en el diálogo entre el sacerdote y el cardenal. Un tema que cada vez adquiere mayor actualidad y una situación que cada vez afecta a más personas de fe y comprometidas con el anuncio del Evangelio. El aumento de separaciones civiles y la situación de rechazo de la institución religiosa hacia los divorciados que se vuelven a casar hacen que muchos creyentes abandonen sus costumbres religiosas y se alejen de la Iglesia. Aunque en algunas cuestiones discrepan, tanto para Martini como para Verzé la desproporción entre divorcios civiles y nulidades matrimoniales obliga a hacer una revisión de la normativa canónica y eclesial.

Martini-5Las cuestiones debatidas entre los dos tertulianos son analizadas siguiendo el estilo directo, sin circunloquios, sin evasivas, sin respuestas vagas ni frases con doble sentido. Los temas son abordados con la misma claridad con la que son presentados. La novedad –y ése es uno de los méritos de la obra– reside en la calidad de las respuestas. Tanto el jesuita Martini como el cura Verzé saben de lo que hablan con conocimiento de causa, lo cual, lejos de convertirse en un mero espectáculo de opiniones contrastadas, hace del debate un interesante coloquio del que se puede discrepar, estar de acuerdo, rechazar o aprobar de forma absoluta. Y es que los temas abordados son analizados con fundamentos sólidos y con argumentos de peso. Se estará de acuerdo o no, pero lo que nadie podrá cuestionar es que falten razones para el diálogo. Argumentos, todos, que ayudan a pensar, a reflexionar, a situarse y a tomar decisiones. En este libro hay materia de trabajo para la reflexión, y eso lo saben sus autores. Por eso aprovechan la oportunidad para manifestar sus opiniones de manera desenfadada siguiendo la experiencia paulina de la libertad del Evangelio.

El libro es breve, se lee con facilidad, tiene un lenguaje claro, está muy bien traducido, engancha al lector desde la primera hasta la última página. El estilo de diálogo, en el que se mezcla la narración con la descripción detallada de los argumentos, llena al lector de ­ganas de entrar en la conversación. Como si, terminada su lectura, necesitáramos seguir tratando esos temas e incorporando otros nuevos que forman parte de las páginas del cuaderno de bitácora de la barca en la que estamos todos.

Martini-6Al final, cuando muchas preguntas deberían haber encontrado respuesta, cuando muchas cuestiones han sido analizadas con rigor, prudencia y seriedad, surgen nuevas preguntas a otro nivel. Otras cuestiones que miran al futuro con esperanza y que nos introducen en un debate en sintonía con Martini, con Verzé, con todos los creyentes. Una de ellas se podría formular así: ¿sería posible conducir a la Iglesia hacia un Concilio Vaticano III?

La barca de Pedro seguirá surcando los mares de la historia de la humanidad porque tiene por bandera el Evangelio. Por eso, y porque estamos en la misma barca, aceptamos la crítica, la controversia, la opinión distinta y la mirada distante a sabiendas de que queremos desembarcar en el puerto del Reino de los Cielos.

En el nº 2.672 de Vida Nueva.

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