Religiosos latinoamericanos, 50 años al servicio de la vida

Bogotá acoge un Congreso de Vida Religiosa y Teología Latinoamericana en el cincuentenario de la CLAR

congreso-clar(Texto y fotos: Luis Alberto Gonzalo-Díez, cmf.- Enviado especial a Bogotá) Bogotá ha acogido el Congreso de Vida Religiosa y Teología Latinoamericana del 20 al 22 de junio, en el 50º aniversario de la CLAR (Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas). Un millar de religiosos y religiosas han participado en lo que supone todo un hito para la Vida Consagrada (VC) del continente. El encuentro se ha celebrado en el marco de la Asamblea ordinaria de elección de los nuevos cargos para el trienio 2009-2012.

Con el recuerdo vivo del Concilio, la adecuación a estas latitudes de Medellín, en menor medida de Puebla, y con la lucidez reciente de Aparecida, los consagrados latinoamericanos viven con memoria agradecida el ayer, pero con inquietud por un hoy que se presenta inédito.

Muchas presencias significativas de quienes han sostenido la línea teológica durante estos años. Hombres y mujeres que se han mantenido firmes en sus convicciones y devociones, pero en este momento con una premisa clara: el don de la pertenencia eclesial, la pluralidad y la riqueza del discernimiento que la comunión dicta a la misión. Gustavo Gutiérrez, OP; Libânio, SJ; Víctor Codina, SJ; Lucia Weiler, IDP; Bárbara Bucker, MC, o el obispo Pedro Barreto, SJ, por citar sólo algunos, han animado la reflexión. Y lo han hecho con rigor, espiritualidad y apertura…

cartel-congreso-clarEra inevitable: 50 años vividos, y años intensos, obligaban al recuerdo. Se hizo bien. Gustavo Gutiérrez introdujo el sentido profundo de la memoria como impulso, no sólo invitación, para preguntarnos en el presente: ¿qué se puede hacer?, ¿qué tenemos que hacer?, desde la pura fidelidad al Maestro. Cierta “nostalgia” de unos años llenos de vitalidad y producción teológica. Muchas mujeres y hombres, entonces jóvenes, que gastaron sus mejores años en un proyecto de fraternidad al estilo de Dios, desde la riqueza carismática de la consagración. Esas personas no sólo estuvieron, siguen ahí… No se han quedado, están en fidelidad creativa, pero las congregaciones, como la sociedad, han cambiado. En el auditorio, un 75% de jóvenes, consagrados que han de plasmar sus presencias y significación no sólo desde lo que fue -memoria agradecida-, sino desde lo que es -creatividad fiel-.

Significatividad

En ambiente de euforia y vitalidad, cuesta hacer autocrítica. El congreso logró, con creces, inyectar esperanza en la VC del continente. La buena organización proporcionó un necesario aliento a todos los participantes. Se echó de menos un análisis de la trayectoria de estos 50 años en los acentos mejorables. Libânio recordó cómo el mensaje sobre los pobres no está exento de contaminación. La pobreza es sustantiva en la teología y de la vida consagrada latinoamericana. El momento está pidiendo menos declaraciones y más presencias silenciosas pero significativas. No sólo por los pobres, sino formando parte de sus contextos. Es el único modo de que la opción sea real. 

Ignacio Madera, SDS, presidente de la CLAR, fue quien, explícitamente, reconoció la tendencia a situar fuera de la VC dificultades y errores que le son propios. Y, hablando de la terrible crisis ética y económica actual, señaló: “Tenemos que reconocer nuestra cuota de responsabilidad por haber sido los formadores de muchos y muchas de los que hoy perpetúan la miseria y la injusticia, porque fueron educados en nuestros colegios, en nuestras universidades de alta calificación, o en las escuelas de vereda o barrio popular”. 

madera-gtez-y-barretoAunque el congreso contó con una presencia numerosa y representativa de la VC de toda América Latina, la realidad es que todas las congregaciones están viviendo momentos delicados de envejecimiento y pocas vocaciones. En distintas intervenciones se expuso la necesidad de asumir esta clave de misión: la minoridad. Una debilidad que asocia, todavía más, los rasgos de la consagración a la situación vital del pueblo, del pobre, del emigrante, del ‘sin techo’. Hubo un tiempo en el que muchos consagrados vinieron a estas tierras a nacer de nuevo; ahora es la VC latinoamericana, nacida y formada aquí, la que tiene que insinuar el nuevo itinerario de presencia que debe ofrecer.

Aunque el rasgo que mejor definió el congreso fue la comunión, no sólo su necesidad teórica y la pertenencia eclesial. Todas las intervenciones, de una u otra forma, insistieron en la realidad vital de la comunión como eje inspirador de la mística y la profecía. En este sentido, hay tres aspectos destacados. El primero, la claridad de pertenencia a la Iglesia local. Los consagrados no hacen en Latinoamérica un itinerario “paralelo” con el resto del Pueblo de Dios, fundamentalmente jerarquía y presbiterio. Constantemente, en los anhelos de profecía y lucha por el débil aparece el pastor de la diócesis apoyándose y apoyando la VC. Es, indudablemente, un rasgo que “dibuja” dónde está la VC latinoamericana: “Hoy más que nunca necesitamos lucidez y claridad de espíritu para no agotarnos en contiendas inútiles o en la permanencia en discusiones y resquemores del pasado que poco o nada han aportado a la vida amenaza de los favoritos del Reino…” (Discurso inaugural del P. Madera).

El segundo aspecto, la misión compartida, no apareció ni una sola vez. La explicación es muy sencilla: la VC latinoamericana está en misión compartida, forma parte de su ser y hacer.

Y, finalmente, la comunidad, que no sólo es el estilo habitual de todos los consagrados, sino que -como bien recordó el P. Eusebio Hernández, OAR, delegado de la Congregación para los Institutos Religiosos y Sociedades de Vida Apostólica-, es el primer lugar de misión. Se insistió en la necesidad de cuidar y cualificar más la vida comunitaria. En un continente donde la fraternidad y los derechos humanos están terriblemente cuestionados, nadie como los consagrados para anunciar que la fraternidad es posible.

Hacia el futuro

eusebio-hdezLa formación teológica rigurosa y apoyada en firme espiritualidad, el papel de la mujer, el cuidado de la creación, la recreación vocacional y el testimonio aparecieron una y otra vez. Seguramente, en la sabia articulación de estos núcleos estará el futuro, siempre sorprendente, de los consagrados en América. Probablemente, con dificultades de organización y reorganización; ciertamente, con tonos, rasgos, colores, ritmos y expresión de fe nacidos aquí, en el corazón de América, donde Dios se desvive de manera clara…

El arzobispo de Huancayo (Perú), Pedro Barreto, regaló lo que para él es el signo de la consagración entre los pobres: las Hermanitas de Jesús del P. Foucauld. Pidieron ir a su diócesis: una casa pobre entre los pobres, trabajando para los pobres. Éstos, al principio, las reciben con sospecha. Un día van a su casa: ‘¿Por qué están aquí?, ¿qué pretenden?… aquí no hay dinero’. Ellas sencillamente responden: ‘Vivir con vosotros y para vosotros… y lo hacemos por Jesús‘. De esto hace tres años; hoy son queridas y reconocidas, y el pueblo ve en ellas los rasgos de un Jesús que sí se interesa por los más débiles.

Ésta es la presencia y la vida consagrada siempre necesaria y con futuro.

lagonzalez@vidanueva.es

En el nº 2.666 de Vida Nueva.

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