La Iglesia peruana renueva su confianza en Héctor Cabrejos

Reelegido presidente del Episcopado, el arzobispo de Trujillo relata a VN sus preocupaciones pastorales

(María Rosa Lorbés– Lima) En el marco de su 93ª Asamblea Plenaria, recientemente clausurada, los obispos de Perú reeligieron al arzobispo de Trujillo, Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, como presidente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) para el período 2009-2012. Junto al prelado franciscano, que ya venía desempeñando dicho cargo desde el año 2006, fueron elegidos el cardenal Juan Luis Cipriani Thorne (Opus Deis), arzobispo de Lima, como primer vicepresidente, y el obispo castrense del país, Salvador Piñeiro García-Calderón, como segundo vicepresidente.

A pesar de que en los días previos los medios de comunicación anunciaban un cambio en la presidencia de la CEP, especulando con la designación del cardenal Cipriani, los resultados definitivos apuntan hacia la continuidad y una ratificación de las pautas pastorales que marcaron el período anterior. En este sentido, Cabrejos ha señalado  que su principal preocupación será impulsar la Misión Continental nacida de Aparecida.

Fe y obras

En entrevista con Vida Nueva, el presidente de la CEP ha sintetizado así los dos elementos centrales de Aparecida, la fe y la cuestión social: “En la historia de la Iglesia, jamás se ha separado la fe de las obras: ‘Muéstrame tus obras, y yo te mostraré tu fe’, dice el apóstol Santiago. San Juan exclama: ‘¿Cómo puedes decir que amas a Dios, a quien no ves, si no amas a tu hermano, a quien ves?'”, recuerda Cabrejos. “Aparecida -añade el arzobispo de Trujillo- tiene una clara opción de trabajo solidario, fraterno, con la gente pobre. Es su otro eje fundamental. El papa Benedicto XVI es uno de los primeros que ha reabierto esa inquietud de ser una ‘Iglesia abogada de la justicia y abogada de los pobres’. Ahí está el otro reto fundamental. En América Latina, a pesar de que existe un crecimiento, hay grandes brechas de desigualdad. En Perú, por ejemplo, se habla de un boom financiero, económico, y eso está muy bien. Pero también hay grandes franjas de desigualdad, de pobreza y de extrema pobreza. Ahí también está la preocupación de la Iglesia. La preocupación solidaria hacia los pobres nunca va sola. La fe nunca va sola, va unida al compromiso responsable con el pobre”.

Abundando en lo que considera que debe ser el perfil de la Iglesia en Perú y en América Latina, el prelado franciscano sueña con “una Iglesia que sale al encuentro, que no está estática, porque Dios es dinamismo perfecto, Cristo mismo; no estamos llamados a un estatismo, sino a un dinamismo saludable, humano, y en ese contexto se entiende el planteamiento de Aparecida: un cambio de las estructuras, de la mentalidad… Es una invitación a renovarse permanentemente porque Dios es un eterno presente”.

En la misma reunión, los prelados designaron también a los presidentes de las comisiones y departamentos de la CEP para el próximo cuatrienio. Un organigrama que sólo ha sufrido tres cambios: el obispo de Lurín, Carlos Enrique García Camader, se hará cargo de la Comisión Episcopal de Liturgia; el arzobispo de Arequipa, Javier Augusto del Río, presidirá la Comisión Episcopal del Apostolado Laical; y el obispo de Huamachuco, Sebastián Ramis Torrens, figurará al frente del Departamento Episcopal de la Pastoral de la Salud.

Al término de la Asamblea, asimismo, se hizo entrega de la Medalla de Oro de Santo Toribio de Mogrovejo a tres obispos del país ya jubilados y a siete congregaciones religiosas que destacan por su gran servicio en favor de la Iglesia peruana. Los condecorados fueron el dominico español Juan José Larrañeta Olleta, emérito del vicariato apostólico de Puerto Maldonado; Juan Luis Martín Bissón, emérito de Pucallpa; y José Ignacio Alemany Grau, emérito de Chachapoyas, que recibió dicho galardón con motivo de sus bodas de oro sacerdotales. Se hicieron acreedores de la misma distinción los religiosos Camilos, los Hermanos Maristas, las Franciscanas de la Inmaculada Concepción, los Misioneros Claretianos, los Redentoristas, la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. 

La Medalla de Oro de Santo Toribio de Mogrovejo es un reconocimiento de carácter honorífico que la Conferencia Episcopal Peruana entrega desde 2002 a las personas, congregaciones y asociaciones que se destacan por los servicios prestados para el engrandecimiento de la Iglesia en el país.

En el nº 2.646 de Vida Nueva.

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