Chequeo a la familia

La institución más valorada por la sociedad está en proceso de cambio

(José Lorenzo) La familia en España sigue siendo, sin duda, la institución más valorada por la sociedad. Los gobiernos no siempre le han prestado la atención debida, a pesar de que ella, en situaciones de crisis como la actual, ha sido su principal aliada. Mejor o peor, pero la familia es un colchón que amortigua los efectos más lacerantes del desempleo y su impacto social, y que sigue cuidando de sus miembros más desvalidos aun a costa de muchas renuncias personales de quienes la integran.

Pero la familia, tal como la entendemos, también está en crisis, a decir de la mayoría de los sociólogos. Para unos, se debe a profundos movimientos socioculturales, a transformaciones que son algo más que epidérmicas y que afectan también a las relaciones económicas, políticas y culturales a nivel global; para otros, la institución, tal y como la conocemos, está siendo directamente atacada en sus fundamentos morales, pero también legales, con nuevas formas de familia que socavarían sus cimientos. El modelo de la familia judeocristiana tradicional estaría en peligro. Y la Iglesia se ha movilizado para advertir de los riesgos que se derivarían de este desdibujamiento, denunciando lo que considera que forma parte de una “cultura de la muerte” que se está instalando en las sociedades más desarrolladas (entre ellas España, pero no únicamente), lo que le ha hecho entrar en confrontación directa con los gobiernos de esas naciones. Pero ¿es tan grave la situación como parece? ¿Peligra la institución familiar? ¿Puede hacer algo la Iglesia, además de concentraciones en plazas y de las eucaristías que, cada último domingo de diciembre, conmemoran la Jornada de la Sagrada Familia?

Gerardo Pastor Ramos, religioso claretiano y decano de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca, está asombrado de la rapidez con la que la familia en España “está viviendo uno de los cambios más drásticos” de su historia. “Los modelos de familia se han multiplicado en estos últimos cincuenta años, pero ya no es solamente que existan distintos tipos, sino que la propia estructura de la familia se ha desfragmentado”, añade el autor de La familia en España: sociología de un cambio. Para él, estas transformaciones afectarían igualmente a otras subinstituciones, como “son el noviazgo, las relaciones entre padres e hijos y la propia estructura del parentesco”.

Desde el Foro Español de la Familia, su presidente, Benigno Blanco, opina que no se trata tanto de que la familia esté en crisis -“no puede estar en crisis lo que el 98% de los españoles elige para organizar su vida libremente”- cuanto que “hoy hay mucha gente, cada vez más, que no sabe cómo hacer familia porque los virus intelectuales de nuestra época hacen difícil entenderla”. “Efectivamente -añade-, cabezas formadas en el relativismo moral, el individualismo, la desesperanza, el miedo a la vida, el pavor al compromiso, etc., es difícil que puedan tener convicciones familiares fuertes. Nuestro reto es recrear esas convicciones familiares en nuestros coetáneos”.

El salesiano Antonio Calero, que lleva tres décadas volcado en la pastoral familiar, y que junto a parejas de novios y matrimonios ha creado en Sevilla el ‘Movimiento Alianzas’, es consciente de la “profunda transformación” que están sufriendo las familias, aunque huye de cualquier tipo de “catastrofismo” al respecto. “Yo no sería pesimista en el sentido de que la familia se está hundiendo. Se está transformando y, al ser una estructura muy celular, eso siempre produce desconcierto y desasosiego, sin saber muy bien a dónde va. Está cambiando y están apareciendo formas nuevas, que no están previamente dadas, sino que hay que ir construyendo”.

Futuro preocupante

“El futuro inmediato de la familia es bastante preocupante”, diagnostica Gerardo Pastor, quien recuerda que ya desde el siglo XIX la sociología marxista había previsto su fin como institución opresora para mujeres y niños. “Nos parecía una utopía, pero ahora estamos viendo que eso puede ser verdad, que hay un gran peligro de que desaparezca la estructura familiar, los jóvenes no se casan, conviven y viven en casa de sus padres hasta los 31 años de edad, como término medio, pero luego se juntan, no hacen bodas civiles, se descasan cuando quieren… Ésta es la primera generación en que la mujer española ha desertado de tener hijos, pues lo que quiere es autorrealizarse profesionalmente, y esto ha socavado los cimientos de la familia tradicional”. “Yo no digo que la mujer no tenga que autorrealizarse profesionalmente”, añade. “Lo que digo es que no estábamos preparados para este tipo de familia en el cual nadie se ocupa en realidad de los hijos”.

Fernando Vidal, profesor de Sociología en la Universidad Pontificia Comillas, es de los que creen a pies juntillas que “la familia pervivirá, seguro”, y entiende que la “pluralización” de sus formas obedece a “que mucha gente valora lo familiar, pero desde otras modalidades”. Aunque admite que eso se pueda ver como “una descomposición” del modelo tradicional, él prefiere creer que se debe a que “son muchos los que quieren acceder a lo familiar, pero no contando con las condiciones adicionales”. “Son síntomas -afirma- de procesos culturales mucho más profundos y que requieren un tratamiento cultural igualmente profundo”. “¿Por qué la gente rechaza el matrimonio? ¿Qué es lo que ocurre con la madres solteras? ¿Qué ha pasado para que no se fíen, no logren encontrar o hayan perdido la fe en la conyugalidad? ¿Tenemos los católicos alguna responsabilidad en todo ello? Porque si en la Iglesia católica hemos mantenido prácticamente el monopolio de la celebración del matrimonio, aquí no se trata solamente de anticlericalismo, sino que también hay una imagen del matrimonio con aspectos negativos de la que nosotros no hemos sabido librarnos, y que tienen que ver con la violencia contra la mujer, por ejemplo. No hemos sabido liderar esa bandera, o la acogida a las personas divorciadas en la Iglesia… Así pues, hay cuestiones muy de fondo que la gente juzga de una forma bastante directa e inmediata”.

Desde el Foro Español de la Familia aseguran que no existen nuevas formas de familia. “Lo que es nuevo -asevera Benigno Blanco- es el prejuicio ideológico de valorar como igualmente valiosas todas las formas de organizar la vida afectiva y sexual. La humanidad siempre ha sabido que hay personas que intentan hacer familia y otras que no; pero siempre, hasta nuestros días, ha sabido distinguir que los primeros aportan mucho a la sociedad y los segundos no. Por eso siempre se ha protegido a quienes hacen familia como de alto interés social”. “Lo que incide negativamente en la familia -continúa Blanco- es la legislación y la mentalidad que reducen la familia a afecto y sexo, equiparando todas las formas de afectividad a la familia, desconociendo que la familia es esencialmente apertura a la vida, es decir, ‘chico-chica-niño'”.

¿Qué pastoral familiar?

Frente a estos cambios, ¿qué se puede hacer? ¿Cuál es la responsabilidad de la Iglesia? ¿Es acertada su pastoral familiar? “Cuando se trata de movimientos sociológicos a gran escala como éste -apunta Gerardo Pastor-, lo único que cabe es lo mismo que con la pérdida de la fe: crear ciertos ‘espacios verdes’ donde quienes tenemos unas actitudes y convicciones podamos movernos y procurar estos ámbitos de familias bien construidas que se reúnen, que van de vacaciones juntas, que llevan a sus hijos a colegios en donde se les enseña lo que los padres quieren…”. Este religioso es consciente de las dificultades que entraña y de que, de cara al exterior, “signifique una especie de aislacionismo, de cortar la relaciones sociales en general, pero una manera de defenderse es crear una red en pequeño donde puedas vivir tu fe. Yo lo veo un poco como el cristianismo en las primitivas comunidades, que mantenían unas relaciones muy estrechas, lo que permitía mantener sus estructuras frente al exterior”.

Con respecto al tipo de pastoral familiar, cree que hay diócesis y parroquias que hace ya algún tiempo, cuando empezaron a darse la primeras voces de alarma sobre la situación, “quizás sin demasiados documentos, ni algaradas, comenzaron a prestar un apoyo a las familias y a los padres, porque ése es el lugar de la catequesis, la familia es el lugar natural, es lo que se mama y pasa luego a los niños. Creo que deberíamos haber dado un poco más de atención y personas para estructurar una pastoral de apoyo y encuentro a las familias, en definitiva, las escuelas de padres, porque hoy ser padre es dificilísimo”.

Fernando Vidal estima que la situación actual supone también una ocasión para que la Iglesia promueva “la familia y lo familiar”. “La Iglesia tiene muchísima legitimidad para transmitir toda esta experiencia de siglos en torno a la cuestión de la familia -afirma- y mi pesar es que no se realiza de una forma suficientemente universal, lo que le hace perder no tanto oportunidades, sino que deja a mucha gente sin poder escuchar un mensaje de aliento y responsabilización”.

Para Vidal, “estamos en una pastoral muy discursiva, muy penalizante, que no trabaja desde los procesos de las personas, sino desde la identificación de lo correcto y lo no correcto, una pastoral muy moralista, que no ha funcionado nunca, que es para momentos de inseguridad, donde se pone más el peso en la cohesión de los que ya están en esa línea que en el diálogo y la conversión de aquéllos que la necesitan”.

En su opinión, “habría que insistir, en primer lugar, en una pastoral que ponga el peso en lo positivo. En segundo lugar, hay que trabajar en un modelo de pastoral de acompañamiento, de grupo o de asesoramiento. Y en tercer lugar, creo que hay que hacer plataformas mucho más plurales, interconfesionales o, incluso, mixtas con otras personas, para defender la familia y comprenderla. Tenemos que aprender mucho sobre la familia. En el ámbito de la mujer, por ejemplo, se nos ha dado una gran lección. La Iglesia católica no se ha caracterizado por la defensa de los derechos de las mujeres en este siglo, y ahí hay mucho que mejorar. Y probablemente haya muchas otras cosas que aprender de la gente que no es creyente o de tradiciones y perspectivas que son capaces de analizar mejor nuestra tradición, incluso mejor a veces que nuestra comunidad eclesial”.

Antonio Calero es de los que opinan que en una sociedad plural como la nuestra finalmente habrán de coexistir muchos modelos de familia. “Y entonces los cristianos tendremos que conformar, que crear el modelo de familia cristiana en una sociedad nueva, profundamente cambiada, que mantenga una serie de valores, como el del matrimonio hombre-mujer, la fecundidad, el clima educativo cristiano, el referente de Cristo, del Evangelio, de la comunidad eclesial…, pero integrando otros valores que podríamos decir que son más laicos, en el sentido de no tan específicamente creyentes, como la igualdad de todos los miembros en la familia, la autenticidad, que puede sonar a provocación o falta de respeto por parte de los hijos, la responsabilidad personal frente al dirigismo de los padres, el sentido circular y no vertical de la autoridad paterna… Hay una serie de valores puramente humanos que en cualquier clase de relación llamada familiar pueden funcionar, además de los elementos o valores que serían específicamente cristianos”.

Para este religioso salesiano, la pastoral familiar cuenta con una base documental muy abundante. Sin embargo, sobre “el hecho pastoral de la implicación de las parroquias, ya como acción, no como declaración de principios, creo que es muy deficiente”.

No nos hemos tomado en serio operativamente -sigue- la situación de la familia y la necesidad de crear una nueva familia. Dicho esto, en el tema de los documentos, echo de menos lo que podríamos llamar una amplia y bien fundada base antropológica del hecho de la familia, y me estoy refiriendo al hecho hombre-mujer. Estos documentos parten inmediatamente al sacramento, y siendo importantísimo, habría que aplicar aquel principio de que lo que es primero en la intención es lo último en la ejecución. Aquí no se cuidan suficientemente los problemas de tipo antropológico. Y los matrimonios no fallan por el sacramento: fallan por los valores humanos y por la realidad humana que subyace al sacramento. Habrá que corregir la trayectoria”, concluye.

SIGUE VIVA Y FUERTE

(Carlos y Rosa Colina-López, Responsables nacionales de los ‘Equipos de Nuestra Señora’) La familia hoy en España, a pesar de todos los indicios y datos, y de todo lo que nos quieren presentar y hacernos creer, sigue estando viva y fuerte. Hay muchos matrimonios que siguen apostando por el amor para toda la vida (aunque somos conscientes de que esto, a veces, es imposible de mantener), que transmiten a sus hijos valores como el del compartir y del amor fraterno.

¿Y por qué afirmamos tal cosa? Sencillamente, porque lo vivimos y lo experienciamos cada día. Pertenecemos a un movimiento (‘Equipos de Nuestra Señora’) que fue revolucionario en su tiempo: era y es un movimiento dirigido y pensado sólo para matrimonios, es decir, parejas casadas por la Iglesia, con una pedagogía específica para las mismas, con el objetivo de crecer en el amor a Dios y al prójimo, y éste empieza por los más próximos, que son su cónyuge y sus hijos.

Y constatamos cada día, a través de él, que hay muchas familias estructuradas y con muchos valores que nos demuestran que la familia sigue estando ahí. Pero esto no es noticia. Las estadísticas siempre hablan de divorcios y de parejas “especiales” que van surgiendo aquí y allá. No nos hablan, por ejemplo, de que 6.000 matrimonios se han unido en Lourdes para celebrar la felicidad de estar juntos y ponerse bajo la voluntad del Señor. Sólo en España, los Equipos de Nuestra Señora somos más de 9.500 matrimonios que formamos una familia estable. Pero somos muchos más si contamos con los matrimonios que conforman otros movimientos (MFC, Hogares de Don Bosco, Opus Dei…) Y también todos los matrimonios, y por tanto familias, que no se ha integrado en ningún movimiento, pero que apuestan y trabajan cada día por existir de forma coherente.

Por lo tanto, somos muchas familias las que podemos aportar un mensaje de esperanza y fe en la misma. Tenemos que mostrar que existen muchas familias unidas y felices que animen a toda la sociedad, y sobre todo, a los más jóvenes, a no pensar que la familia “para toda la vida” es algo imposible.

En el nº 2.642 de Vida Nueva.

Compartir