La evangelización y la familia, ejes de la Misión en Ecuador

(J. L. C.) Conscientes de su responsabilidad, “como ciudadanos y cristianos”, y porque no quieren “permanecer al margen de la reflexión y del compromiso” que la realidad y el Espíritu reclaman, los obispos de Ecuador convocan a los creyentes de su país a la “Misión Nacional, centrada en el tema de la evangelización y de la familia”. Los prelados confían en que ésta “sea para todos oportunidad de crecimiento interior, de renovación personal y comunitaria, de fortalecimiento de nuestras familias y de salida de nosotros mismos al encuentro de cuantos sufren pobreza y exclusión y sienten la necesidad de la salvación”.

Así lo ponen de manifiesto los miembros de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE) en un comunicado hecho público en San Cristóbal (Galápagos) al término de su 124ª Asamblea Plenaria, celebrada entre los días 24 y 28 de noviembre. A la luz del Espíritu Santo, y siguiendo las directrices de la V Conferencia de Aparecida (mayo 2007) y del III Congreso Americano Misionero (Quito, agosto 2008), los pastores se muestran dispuestos a “seguir impulsando la evangelización de nuestro pueblo”.

Para ello, invitan a todos (presbíteros, religiosos, religiosas y laicos) a que, “de forma humilde y decidida”, se conviertan “personal y pastoralmente para poder ser discípulos y misioneros, testigos de la presencia siempre viva del Señor Resucitado”. Una exigencia ineludible “en esta hora de cambios y de transformaciones culturales, sociales, políticas y económicas”. Pero también la mejor respuesta para “nuestros pueblos y comunidades”, que hoy “sienten la necesidad de una nueva esperanza que llene de sentido la vida y, muy especialmente, dé nuevo vigor a la familia, espacio privilegiado de vivencia de la fe y de compromiso con nuestra sociedad”.

El texto episcopal -que lleva la firma del arzobispo de Guayaquil, Antonio Arregui, y del obispo de Guaranda, Ángel Polivio Sánchez, presidente y secretario de la CEE, respectivamente- concluye con un llamamiento, “en comunión de fe y de misión”, a preguntarse “sobre nuestra realidad, sus fortalezas y debilidades, desafíos y posibles acciones a desarrollar”. Una inquietud presente a lo largo de la Asamblea.

Finalmente, la jerarquía católica agradece a Benedicto XVI la canonización de santa Narcisa, cuyo “ejemplo e intercesión” quiso el propio Papa que “conceda una renovada vitalidad y mayor celo apostólico a nuestras iglesias particulares, a fin de que llenas de fe y esperanza se lancen a la apasionante tarea de sembrar el Evangelio en el corazón de todos los hombres y mujeres de esta bendita tierra”.

En el nº 2.639 de Vida Nueva.

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