La desigualdad en América Latina y el Caribe arranca en la cuna

Un informe del BM según el índice de oportunidades humanas revela brechas entre los países de la región

(J. L. Celada) América Latina y el Caribe conforman desde hace tiempo una de las regiones del mundo peor situadas en términos de distribución de la riqueza. Y así lo ha vuelto a confirmar un nuevo estudio del Banco Mundial (BM), que, además, pone de manifiesto que una de las raíces de este problema de la desigualdad de ingresos hay que buscarla en las condiciones de las personas en el momento de su nacimiento: desde la raza y el género hasta el lugar, sin olvidar la ocupación y el nivel educativo de los progenitores. Según este informe, tales diferencias en la cuna vendrían a explicar muchos de los casos (entre un cuarto y la mitad) en los que se advierte una clara disparidad en lo que ingresan los adultos latinoamericanos y caribeños.

Este sistema de medición, denominado Índice de Oportunidades Humanas (IOH), demuestra que la falta de acceso a lo que el Banco Mundial llama servicios necesarios para una vida productiva (agua potable, saneamiento, electricidad o educación básica) es lo que define todas esas desigualdades que permanecerán durante el resto de la vida de las personas. “Los latinoamericanos siempre hemos sentido que el terreno de juego no está nivelado, que nuestro destino está predeterminado desde nuestra infancia por circunstancias sobre las que no tenemos control”, explica a BBC Mundo Marcelo Giugale, funcionario del Banco Mundial. Y añade: “Ahora que podemos medir la desigualdad de oportunidades, vemos que ese sentimiento es realidad”.

Entre todos los factores contemplados por el IOH al nacer, los más determinantes -según el estudio llevado a cabo con datos que abarcan a unos 200 millones de niños en 19 países del continente- resultan ser el lugar de nacimiento y el nivel de ingresos de los padres. Para el informe, a la postre, estos dos factores se convierten en fundamentales para el acceso al agua potable y a los diferentes sistemas de saneamiento y electricidad.

En opinión del gerente del Grupo de Reducción de la Pobreza para América Latina del BM y uno de los autores del informe, Jaime Saavedra, la importancia de este Índice de Oportunidades Humanas radica en el hecho de que permite identificar causas claras de dicha pobreza, que pueden ser contrarrestadas a través de acciones específicas. “Medir la desigualdad de ingresos -reconoce a BBC Mundo– es importante, porque es un problema grave, pero es más difícil estar de acuerdo sobre qué hacer para resolverlo”. “Si centramos el debate en reducir las desigualdades que hay en los accesos a oportunidades -aclara a continuación-, lo que este indicador permite es que las políticas públicas se focalicen en aquellos grupos mas desfavorecidos”.

Según el informe, los países con mejores índices de oportunidades en América Latina son Chile, Argentina, Costa Rica, Uruguay y Venezuela. Mientras tanto, en el extremo opuesto de la lista figuran algunos de los países andinos, como Bolivia y Perú, y centroamericanos, como Guatemala, Honduras y Nicaragua (ver recuadro).

A pesar de todo, el estudio del Banco Mundial también ofrece buenas noticias. Así, en algunos países, como Brasil, la profunda brecha de desigualdad de ingresos entre adultos contrasta actualmente con mejores indicadores en términos de igualdad de oportunidades entre los niños. Un dato alentador, que explicaría cómo las acciones que se están tomando en el gigante latinoamericano para poder igualar las condiciones de los niños están dando resultados.

Pero la región es testigo también de otras mejoras. “Todos los países han avanzado en la última década en proveer de servicios a más gente, y muchos países han avanzado en proveer de servicios también a los grupos más desfavorecidos”, se felicita el propio Saavedra, aunque sin olvidar que “todavía hay mucho por recorrer”.

Ésta es la primera ocasión en la que el Banco Mundial presenta su IOH, pero el organismo financiero pretende aplicar su indicador en el futuro a otras regiones del mundo.

En el nº 2.636 de Vida Nueva.

Compartir