Fallece el cardenal africano Bernardin Gantin a los 86 años

Prefecto emérito de la Congregación para los Obispos, trabajó durante más de 30 años en la Curia romana

(M. Gómez) Fue el primer arzobispo negro de África, y el primero en ocupar un cargo de responsabilidad en la Curia romana, y no pequeña. En la trayectoria de Bernardin Gantin se dibuja el perfil de un testigo fundamental de las últimas apasionantes décadas de la Iglesia católica. Y sin embargo, quienes le trataron coinciden al destacar, por encima de todo, su humildad y gran gentileza.

El cardenal Bernardin Gantin falleció el pasado 13 de mayo en París, adonde se desplazó por motivos de salud, aunque vivía en Benin desde 2002. Había regresado a su país natal, después de más de 30 años sirviendo a la Iglesia en diferentes dicasterios, en calidad de “misionero romano en África”, como él mismo solía bromear.

Nacido en Toffo, en la diócesis de Cotonou (Benin), el 8 de mayo de 1922, fue ordenado sacerdote a los 28 años, y el 3 de febrero de 1957 fue consagrado como obispo auxiliar de Cotonou, sustituyendo al que había sido su amigo y mentor, monseñor Louis Parisot. Apenas tres años después era promovido a la sede metropolitana, convirtiéndose en el primer prelado nativo del continente. Asistió al Concilio Vaticano II, participando en las discusiones sobre el decreto Ad gentes. En una entrevista al diario Avvenire, recordaba qué sentía durante aquellos años: “Nosotros, los obispos africanos, todavía relativamente pocos y jóvenes, habíamos tomado conciencia del cambio considerable que el Concilio podía representar para nuestro episcopado y para el futuro de nuestro apostolado”.

Poco después, lo comprobó en propia carne: en 1971, Pablo VI le nombraba secretario adjunto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Y el 27 de junio de 1977, en el último consistorio convocado por el papa Montini, era creado cardenal. Fue el mismo consistorio en el que fue creado cardenal Joseph Ratzinger.

Deseando volver

En la Curia romana presidió la Pontificia Comisión ‘Justicia y Paz’ (1977), el Pontificio Consejo ‘Cor Unum’ (1978), la Congregación para los Obispos y la Pontificia Comisión para América Latina (ambas desde 1984). En 1993, Juan Pablo II le designó decano del Colegio Cardenalicio, y en 2002, al cumplir los 80 años, aunque la renuncia no era obligada, el cardenal Gantin la solicitó para poder regresar a África. “Tomé está decisión para rezar, para ayudar con mi presencia y mi oración a los obispos de mi país”, explicaba algunos años después.

Reflejo de su personalidad son las declaraciones a la Agencia Fides en 2001, sobre el significado de su ministerio: “La primera vez que el Papa se dirigió a un africano para que fuera misionero en Roma, ¿podía quizá recibir una negativa? Acepté para realizar un servicio y por obediencia al Papa y a Cristo. Dije sí siguiendo el ejemplo de los primeros misioneros que aceptaron venir entre nosotros para evangelizarnos. ¡No soy cardenal para jactarme de ello, para el orgullo de un país! Hemos entrado en la universalidad, en la catolicidad de la Iglesia: esto es lo más importante de todo”.

 

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