El Papa alienta al episcopado cubano en su esfuerzo pastoral

Los obispos de la isla realizan su visita ‘ad limina’ tres meses después de recibir al cardenal Bertone

(Antonio Pelayo– Roma) Las visitas ad limina de los obispos a Roma no generan, normalmente, mucha información. Sólo en casos que revisten cierta excepcionalidad los periodistas nos interesamos por este trámite habitual que permite a las Iglesias particulares dinamizar su diálogo con la Sede de Pedro.

La semana pasada le tocó a la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba cumplir con su obligación de presentar al Papa y a la Curia romana el balance de los últimos años. Aunque sería excesivo escribir que la Iglesia de la isla del Caribe vive una existencia “excepcional”, tampoco podemos calificarla de completamente normal, porque es evidente que Cuba está atravesando un período bastante insólito en los últimos 50 años.

Benedicto XVI, después de haberse entrevistado con todos y cada uno de los prelados cubanos, les recibió en grupo el viernes 2 de mayo. Antes de glosar el discurso papal, tenemos que referirnos a las palabras de saludo que le dirigió, en nombre de todos los presentes, el actual presidente de la Conferencia Episcopal, que es el arzobispo de Camagüey. “En estos momentos –dijo monseñor Juan García Rodríguez– se habla en Cuba de cambios que el pueblo y la Iglesia saludan con esperanza. Rogamos a la Virgen de la Caridad que estos cambios hagan de Cuba una tierra más fraterna y pacífica, guiada por los principios del bien común, subsidiariedad, participación, solidaridad y por los valores fundamentales de verdad, caridad, justicia y libertad”.

En otro pasaje de su discurso, el arzobispo subrayó las prioridades que fijó a los pastores cubanos el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, durante su visita a la Isla el pasado mes de enero: “Construir nuevos templos donde no los hay; tener acceso habitual y adecuado a los medios de comunicación social, así como obtener mayores facilidades para atender espiritualmente a los presos, tal y como está establecido en las legislaciones nacionales e internacionales”. Es obvio que estos fines son inalcanzables si el régimen dirigido por los hermanos Fidel y Raúl Castro no liberalizan, aunque sea parcialmente, la praxis de sus comportamientos.

Hay que leer con atención el discurso del Papa, que no tiene nada de convencional. Afirmaciones como: “Conozco bien la vitalidad de la Iglesia en su ­amado país”; “Se ha llevado a cabo una intensa labor pastoral a pesar de las muchas dificultades y limitaciones”; “Les invito a seguir desplegando un audaz y generoso esfuerzo de evangelización”; “Conozco la dedicación y celo pastoral de los sacer­dotes a pesar de su reducido número y en medio de grandes obstáculos”; “El incremento de las vocaciones es una fuente de esperanza” y otras son el reconocimiento de que la Iglesia ha sido capaz de hacer frente al desafío de moverse en un contexto político que implica numerosas restricciones para su apostolado.

“En este momento de la historia –dijo el Santo Padre–, la Iglesia en su país está llamada a ofrecer a toda la sociedad cubana la única esperanza verdadera: Cristo nuestro Señor, vencedor del pecado y de la muerte. Ésta es la fuerza que ha mantenido a los creyentes cubanos en la senda de la fe y del amor”. En otro pasaje hizo suya una aspiración de toda la Iglesia cubana y muy en particular del cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, arzobispo de La Habana: “Hago votos para que la Iglesia en Cuba, conforme a sus legítimas aspiraciones, pueda tener un normal acceso a los medios de comunicación social”.

El tono general del discurso recuerda al del Mensaje que el cardenal Bertone llevó a la Isla con motivo del 10º aniversario del histórico viaje de Juan Pablo II (del 21 al 26 de enero de 1998), en el que el sucesor de éste, Joseph Ratzinger, animaba al “pequeño rebaño” a no dejarse abrumar “por las dificultades, por la escasez de recursos, la indiferencia e inclu­so el recelo que pueden inducir al desánimo”. El Vaticano –que sigue muy de cerca la evolución de la política cubana a través de su nuncio, monseñor Luigi Bonnazzi– prefiere moverse con cautela en momentos caracterizados por una doble dosis de inquietud y de esperanza. El Papa les ha pedido a los obispos que ­sean “en todo momento fermento de reconciliación, de justicia y de paz”.

Vocación válida

El domingo 4 de mayo, la Plaza de San Pedro ofrecía –una vez más– un aspecto grandioso y festivo: la Acción Católica italiana ha querido festejar a lo grande sus 140 años de historia, y de todos los rincones de Italia, en autobuses y trenes especiales, se habían desplazado a Roma más de cien mil personas para asistir a la solemne misa celebrada por el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Al final del rito eucarístico, a la hora del Regina Coeli, Benedicto XVI se presentó en la Plaza y fue acogido con una ovación digna de un estadio de fútbol, a la que respondió con amplios gestos de agradecimiento.

En su discurso, el Pontífice hizo casi un panegírico de la Acción Católica (que en Italia, a pesar de la crisis, cuenta con 350.000 miembros), “cuya vocación sigue siendo hoy válida”, caracterizada por su amplio sentido eclesial y por su capilaridad en todos los ámbitos sociales.

Por eso no dudó en presentarles sus exigencias como Pastor: “En una Iglesia misionera –les dijo– puesta ante una emergencia educativa como la que hoy enfrenta Italia, vosotros, que la amáis y la servís, sabed ser anunciadores incansables y educadores preparados y generosos; en una Iglesia llamada a pruebas muy exigentes de fidelidad y tentada por la adaptación, sed testigos valientes y profetas de radicalidad evangélica; en una Iglesia que día a día se enfrenta con una mentalidad relativista, hedonista y consumista, sabed ampliar los espacios de la racionalidad con el signo de una fe amiga de la inteligencia, ya en el ámbito de la cultura popular y difusa, ya en el de una investigación más elaborada y reflexiva; en una Iglesia que llama al heroísmo de la santidad, responded sin temor, confiando siempre en la misericordia de Dios”.

La Santa Sede prosigue con paciente fidelidad sus contactos con el mundo ecuménico y con las otras grandes religiones de la tierra. Del 28 al 30 de abril ha tenido lugar en Roma un simposio entre el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso y el Centro para el Diálogo Interreligioso de la Organización para la Cultura y Relaciones Islámicas con sede en Teherán y que es considerado por los especialistas como una de las “autoridades” más respetadas del Islam chií.

No a la violencia

Los trabajos se han centrado en el tema Fe y Razón en el cristianismo y en el Islam, y al final de los mismos han hecho público un comunicado conjunto con sus conclusiones: “La fe y la razón son intrínsecamente contrarias a la violencia –afirma la tercera–, ninguna de ellas puede ser usada a favor de la violencia; por desgracia, ambas han sido utilizadas en algunas ocasiones para causar violencia, pero, en todo caso, esos acontecimientos no pueden poner en tela de juicio la fe y la razón”. “Las tradiciones religiosas –afirma la última– no pueden ser juzgadas sobre la base de un solo verso o pasaje presente en sus respectivos libros religiosos. Una visión completa y un adecuado método hermenéutico son necesarios para su adecuado entendimiento”.

Los participantes –entre ellos, el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio, y altos dignatarios religiosos iraníes– fueron recibidos por el Papa, quien les expresó su satisfacción por el tema escogido para el debate y les felicitó por su voluntad de mantener abiertos los cauces del diálogo.

Finalmente, el martes 6 de mayo comenzaba la visita oficial a la Santa Sede de Su Santidad Karekin II, Patriarca Supremo y Catholicos de todos los armenios, que era públicamente saludado el miércoles por Benedicto XVI al inicio de la audiencia general, mientras que el encuentro privado entre los dos estaba previsto para el viernes. El Catholicos visitaría, posteriormente, Milán y el famoso monasterio armenio de la Isla de San Lázaro, en la laguna de Venecia.

NUEVO ENCUENTRO CON EL PRIMADO ANGLICANO

El lunes 5 de mayo tuvo lugar un encuentro de alto nivel entre Benedicto XVI y Su Gracia Rowan Williams (en la imagen), arzobispo de Canterbury, quien se encontraba en Italia para participar en unas sesiones de trabajo ecuménico organizadas por el Venerable Colegio Inglés de Roma. La visita del presidente de la Comunión Anglicana no era oficial, y se inscribe en la normalidad de unos contactos muy frecuentes y de amplio espectro temático. El arzobispo Williams, entrevistado por Radio Vaticano, manifestó su preocupación por la unidad dentro del mundo anglicano, “nunca tan amenazada como ahora”, según dijo.

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