Un rincón donde se entreteje la vida

Formación laboral y reciclaje de ropa son los objetivos del ‘Proyecto Tabita’ de Canarias

(Julio Roldán) Vamos a Gran Canaria, nos desplazamos al municipio de Telde, concretamente a El Calero. Nos situamos en el número 4 de la calle Roberto Kosch. Una nave de 1.200 metros cuadrados acoge a Tabita, un centro de formación y reciclaje de ropa. Al llamar al timbre, abre Mario, uno de los alumnos. Enseguida sale la responsable. Fátima Santaló es religiosa del Sagrado Corazón, trabajadora social y alma de este proyecto. Lo iniciaron hace poco más de un año con una mesa, siete sillas y una pizarra. Hoy posee lo necesario para ser un centro de estas características. Está apoyado por la Fundación Cáritas, y el 40% de su presupuesto se financia a través de la Fundación MAPFRE Guanarteme y la Obra Social de la Caja de Canarias.

Este proyecto nace como respuesta a dos demandas, según afirma su principal responsable: la de las Cáritas parroquiales y arciprestales, y la de “buscar una alternativa a los roperos tradicionales”. Tabita es un recurso social que pretende la promoción de personas, y “nuestro medio es la formación y la ocupación para una inserción laboral en un futuro”. “Somos un recurso medioambiental importante, porque reciclamos y reutilizamos la ropa”, continúa Santaló.

Hablando sobre el significado del nombre del proyecto, la propia Fátima explica: “Tabita es una mujer que aparece en los Hechos de los Apóstoles, en el capítulo nueve; hacía ropa para sus vecinas y para limosnas. Al morir, llaman a Pedro, le piden que rece por ella y la resucita”. Por eso, según comenta Santaló, “nuestro objetivo es ‘devolver a la vida’ a gente que está pasando por una dificultad, además de nuestra encomienda fundamental de reciclar ropa y trabajar con ella, como hacía Tabita. Hechos dice que esto sirvió para que muchos creyeran, por eso nuestro objetivo es también que muchos crean que Jesús sigue resucitando nuestro mundo”.

Comenzaron hace un año. Fátima comenta los logros de estos meses al destacar que “esta nave estaba muy diferente a como está ahora, todo se ha hecho gracias a voluntarios: electricistas, pintores…”. La satisfacción es evidente: “Es maravilloso ver que todo esto se puede hacer, con mucha paciencia; la Providencia siempre está fenomenal con nosotros”. Cuando echaron a andar, eran cinco alumnos, ahora son ocho, y en total han pasado ya unos 17 por Tabita, muchos de los cuales ya han encontrado trabajo. Actualmente, la jornada es de 8 a 14.30, los alumnos “cobran un poco más de beca, y se les sigue pagando el transporte, como se hacía al principio”.

Precio simbólico

En esta cadena, lo primero que se hace es pesar la ropa, que luego seleccionan los alumnos: “Somos muy exquisitos y la ropa tiene que estar muy bien; la que cumple esa condición se almacena, se lava, plancha y etiqueta”. Luego está el reciclaje: con una parte de las prendas se hacen trapos y se venden a empresas, y otra parte se destina a hacer traperas, elemento típicamente canario para decoración. Para su confección cuentan con cuatro telares, y los particulares que se interesan por ellas escogen color y tamaño.

Completado este proceso, “la ropa se vende a precios simbólicos a personas con escasos recursos económicos, o se facilitan a través de un vale que pueden proporcionar las parroquias a quienes realmente lo necesiten”. Desde este mes de marzo, cuentan con un punto de venta en el mismo Centro con voluntarios. A nivel más comercial, la idea sería montar una tienda, y para ello, que “alguien nos cediera o nos alquilara barato un local en algún lugar de la isla”.

Junto con todas las posibilidades, está la de poner algún punto de venta en algún arciprestazgo: “En la parroquia de Tamaraceite, en las Palmas, vamos a poner uno. La Fundación Cáritas lo apoya desde el principio, y nosotros montamos todo”, explica Fátima Santaló. El deseo es que sean “roperos bonitos, sencillos, donde haya un probador y un espejo, que la gente se pueda llevar un pantalón que esté bien y le guste, aunque sea regalado”. Es decir: “Queremos ofrecer espacios más dignos, con el fin de mejorar y cuidar la dignidad de la persona. Son puntos de venta abiertos a toda la población”. En este punto, Fátima aclara: “La calidad siempre es buena. La ropa está perfecta, gracias a la selección y el lavado”.

Como iniciativa social, el Proyecto Tabita se dirige a “personas con dificultades para que puedan ir saliendo adelante, que se promocionen, se formen y puedan insertarse en el mundo social o laboral”. Para conseguirlo, Tabita se encarga de “la relación y coordinación con los grupos de Cáritas, el funcionamiento de este centro de formación, la venta y la sensibilización de la población”.

Entre los alumnos hay gente que llega desde Cáritas o desde los servicios sociales de algún ayuntamiento. Mario es de Chile, vino a España hace un año y es el alumno más veterano. Contactó con Tabita a través de la Cáritas de su parroquia, adonde acudía a diario para informarse de trabajos. Su rostro muestra satisfacción: “La experiencia es muy buena por lo que aprendes y también por tus compañeros, porque somos de realidades muy diferentes. Me siento muy a gusto aquí”. “Estoy muy contenta con todo lo que hacemos”, coincide Batule, que es de Sidi Ifni (Sáhara), aunque lleva muchos años en Canarias. Nely es de Las Palmas, y asegura que “estar en Tabita me ha ayudado a nivel psicológico, he encontrado una familia, aprendiendo de todo un poquito”. Yillian, venezolana y residente desde hace más de 20 años en las islas, lleva en el proyecto medio año, y lo que le admira es que Tabita “es algo que da vida, que florece”.

En cuanto a los miembros del equipo responsable, junto a Fátima están Raquel, trabajadora social, y Esther, monitora. Raquel lleva seis meses y acude todos los días: “Mi labor consiste en el apoyo y seguimiento de los alumnos. También imparto las clases de habilidades sociales, la coordinación con todo el equipo de aquí y los profesionales de fuera”. Se siente “muy contenta con toda la gente y esperando que todo esto vaya adelante, con muchas perspectivas de futuro”. Por su parte, Esther se encarga del taller de lavado y planchado. Ella destaca: “La respuesta de la gente es buena porque ponen mucha voluntad en lo que hacen”. Y añade: “Lo que el proyecto me aporta como persona es lo que más valoro”.

Una de las voluntarias que lleva más tiempo en Tabita es Paqui. Es de Las Palmas, y desde hace un año, desde que se jubiló, acude al Centro “con mucha ilusión” varios días a la semana: “Me siento muy acogida, me parece muy interesante estar con los alumnos, compartir con ellos y otras personas voluntarias”. Los lunes y los jueves viene Clara, oriunda de El Calero y voluntaria en el taller de traperas: “Yo vengo a aprender, con la condición de que cuando yo sepa, imparta las clases a quien quiera”. Por su parte, Mari es de Telde y se topó con Tabita porque buscaba lugares donde recogieran ropa. Siempre advierte a los vecinos, y es fácil verla con el coche cargado hasta arriba para recoger lo que muchos tiran: “Animo a la gente a que vengan, la ropa es bastante buena”. Y asegura: “Cuantas más horas pasas, más ganas tienes de estar aquí”.

Más información: 928 685 905 / fundacioncaritas@caritas-canarias.org

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