Los obispos deciden si renuevan a Blázquez otro trienio

Elecciones en la Conferencia Episcopal

(Texto: José Lorenzo-Fotos: Luis Medina) “Has de considerar también atentamente lo que la época espera de ti”, escribió, allá en el siglo XII, san Bernardo en De consideratione, aquella especie de guía para el buen gobierno de los papas dedicada a aquel querido discípulo suyo que pasaría a la historia del cristianismo con el nombre de Eugenio III

Si nos atuviésemos a la sabia consideración del abad cisterciense, ¿qué espera la sociedad española de hoy, la comunidad creyente que la conforma, del próximo presidente de los obispos que la Conferencia Episcopal Española elegirá en su Asamblea Plenaria que comienza el próximo día 3 de marzo? 

A tenor de lo vivido en esta convulsa legislatura política, ¿ha de ser alguien que sepa dialogar con esta época, traducir al ámbito eclesial lo que los signos de los tiempos le muestran y decidirse a afrontar sus desafíos, o habrá de ser alguien que lidere con energía a una Iglesia que se siente acosada y ha perdido la influencia de antaño?

“Por desgracia, no se va a mirar tanto hacia afuera como hacia dentro”, sostiene uno de los 76 obispos españoles en activo, y que, por lo tanto, cuenta con derecho a voto en esta Asamblea, en la que se renovarán todos los cargos (presidente, vicepresidente y presidentes de las comisiones episcopales), excepto el de secretario general, con mandato hasta el próximo noviembre.

Tras una legislatura difícil, donde los obispos han estado con demasiada frecuencia a la intemperie de la opinión pública y publicada, los prelados, según la misma fuente, estarían “cansados de todo lo que se ha montado” a su alrededor. Cunde, pues, la tentación de mirar hacia adentro y de reforzar “la identidad y la resistencia”, sin olvidarse de la “provocación”, entendida ésta como la de ser signo de contradicción en medio de una sociedad descreída, al igual que la vivida y ofrecida por los mártires en tiempos difíciles, como se cree que son los actuales. No es momento, apunta la fuente, para que los obispos quieran afrontar “con creatividad” los retos que les brinda la época actual. 

“Lo único que nos interesa son las líneas eclesiales y, por tanto, las próximas elecciones van a tener su propio dinamismo, independiente de la confrontación que haya podido haber” con el Gobierno, sostiene otro prelado. En este sentido, a pesar de la “sensación de acoso permanente” por parte del Ejecutivo, “que nos tiene ganas”, como asegura este obispo, “nosotros seguiremos nuestros propios dinamismos”. Y en este caso, el dinamismo al que alude, apuntaría a la reelección de Ricardo Blázquez, norma no escrita en la tradición de elegir para un segundo mandato a un presidente, aunque se haya aducido ahora el caso del cardenal Quiroga para blandir que esta regla, como todas, tiene su excepción. La diferencia entre entonces y ahora, como recoge el cardenal Tarancón en sus Confesiones (PPC), es que aquel purpurado, primer presidente de la CEE, tuvo que sufrir a una serie de obispos “que habían hecho difícil su gestión como presidente impulsándole a no admitir la reelección”. Cosa, evidentemente, que no se da en nuestros días, en donde los dos principales “candidatos” han confirmado públicamente su intención de afrontar el cargo si así lo demandasen sus hermanos obispos. 

Independencia 


“Con la mitra puesta, el obispo es muy independiente”, reconoce a Vida Nueva otro de ellos, que recuerda que la imposición de manos cuando se es ordenado “funciona”. “Hay obispos”, añade, “que tal vez tendrían que ser muy fieles a un determinado prelado, pero luego no lo son. Se impone la independencia”. Análisis en el que coincide otro pastor, que destaca la creciente conciencia entre ellos de deberse, por encima de adhesiones o gratitudes personales, a sus diócesis y a los problemas e intereses de las mismas. En todo caso, entre no pocos obispos habría ido creciendo también el hartazgo por sentirse peones de una determinada estrategia electoral. “Lo normal sería que le prolongásemos a Blázquez el mandato. Salvo que se aprieten fidelidades…”, resume uno de los obispos consultados por esta revista.  

Tal vez por ello, en esta ocasión se estén barajando tan pocos nombres, en realidad, sólo dos, Rouco y Blázquez, aunque luego pueda saltar la sorpresa. “Es verdad que también jugamos con el posibilismo normal y democrático dentro de todo colectivo. Y puede salir elegida una línea ‘dura’ como vencedora. Pero si somos independientes y no tratan de empujar, tendremos más paz y consenso dentro de la CEE”, afirma la fuente. 

Mimar a la comunidad 

“La jerarquía está tan obsesionada con lo de fuera, tan pendiente de las leyes que se promulgan que no pone su esperanza en la capacidad de renovación de la comunidad creyente”, apunta un avezado analista. Para él, no hay duda de que el próximo presidente de la CEE será el cardenal Rouco Varela. Pero el quién, siendo importante, no sería, en realidad, tan determinante. De lo que se trataría es que, después de las elecciones, las episcopales y las generales del 9 de marzo, saliese quien saliese de entre los obispos, “la Iglesia no mirase atrás, sino hacia delante, que no esté pendiente del ‘cerco’ exterior, sino que se fije en las necesidades de su comunidad de fieles, y que cumpla con el deber de animarla y alimentarla, que es una necesidad vital dentro de la Iglesia”.

QUÉ, QUIÉN Y CÓMO SE ELIGE ESTA ASAMBLEA PLENARIA

Los cargos de presidente y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) tienen una duración de tres años. Para ser reelegido para un segundo trienio sucesivo es necesario conseguir la mayoría absoluta de los miembros presentes en la Asamblea Plenaria. Para un nuevo trienio –y último– a que pueden optar se necesitan ya dos tercios de los votos emitidos, según recogen los Estatutos de la CEE. 

Asimismo, aquella persona reelegible quedará definitivamente excluida después de una segunda votación ineficaz. 

En esta Asamblea Plenaria, que se desarrolla en la sede de la CEE, en la madrileña calle Añastro, del 3 al 7 de marzo, se renuevan también los cargos de su Comité Ejecutivo, Comisión Permanente y de sus catorce comisiones episcopales. Un total de 78 personas tendrán derecho a voto en la misma (66 obispos diocesanos, 10 auxiliares y los administradores del Arzobispado castrense y de la diócesis de Osma-Soria. La otra diócesis con sede vacante, la de Lérida, está regida por el obispo de Tortosa de manera interina).

El Comité Ejecutivo está formado por siete miembros: el presidente, el vicepresidente y el secretario general de la CEE, y de él forma parte como miembro nato el arzobispo de Madrid. Los restantes son elegidos. Si el arzobispo de Madrid resultase elegido presidente o vicepresidente, habría que proceder a la elección de un cuarto vocal. No debe confundirse este órgano con el Consejo de la Presidencia, que está formado exclusivamente por los cardenales miembros de la Conferencia Episcopal. 

En cuanto a la Comisión Permanente, son miembros natos de la misma los siete miembros del Comité Ejecutivo y los catorce presidentes de las Comisiones Episcopales (Apostolado Seglar, Clero, Doctrina de la Fe, Enseñanza y Catequesis, Liturgia, Medios de Comunicación Social, Migraciones, Misiones, Pastoral, Pastoral Social, Patrimonio Cultural, Relaciones Interconfesionales, Seminarios y Universidades, y Vida Consagrada). Cada Comisión Episcopal consta de un presidente y de un número variable de miembros. El presidente será elegido por un período de tres años y podrá ser reelegido en conformidad con lo establecido por los Estatutos para el propio presidente de la CEE. El mandato del resto de miembros será también de tres años, aunque ya no hay límite en las posibles reelecciones.

De sus actuales presidentes, tan sólo dos (Julián López Martín, obispo de León y responsable de Liturgia, y Juan José Omella, titular de Calahorra y la Calzada-Logroño, responsable de Pastoral) acumulan más de un trienio de mandato; en concreto, dos. El resto ya ha cumplido su primer mandato, por lo que podrían ser reelegidos para otro segundo sin mayores dificultades, salvo en los casos de Doctrina de la Fe, que preside el cardenal arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, y de Enseñanza, que dirige el obispo de Málaga, Antonio Dorado, ambos ya con los 77 años cumplidos, dos más de los que marca la edad de jubilación canónica.

Otros cargos de la CEE, que aún teniendo un rango equivalente al de los presidentes de comisiones sin embargo no tienen límite estatutario de tiempo, son los de los responsables (presidentes) de las subcomisiones episcopales de Catequesis, Familia y Defensa de la Vida, Universidad, así como el presidente de la Junta Episcopal de Asuntos Jurídicos. Tampoco tienen plazo de tiempo para el desarrollo de sus labores los miembros del Consejo de Economía.

Asimismo, los Estatutos también precisan que formará parte de la Comisión Permanente el metropolitano de aquella Provincia eclesiástica que no tenga, por otro título, alguno de sus miembros en la Comisión Permanente. En esta situación, al comienzo de este último trienio, estaban los arzobispos de Valencia (que fue elegido para sustituir a Eugenio Romero Pose en Doctrina de la Fe tras el fallecimiento de éste), el de Valladolid y el de Mérida-Badajoz. 

Los obispos auxiliares tienen derecho a voto deliberativo, pero no pueden ser elegidos presidentes o vicepresidentes de la CEE, aunque sí para el resto de cargos. Tras la votación de sondeo del lunes 3 por la tarde, donde se irán perfilando las candidaturas, es posible que el martes 4 se conozca ya el nombre de quien presidirá este órgano colegiado durante el próximo trienio.  

LOS PRESIDENTES DE LA CEE

Años

Nombres

1966-1969

Cardenal Fernando Quiroga Palacios (arzobispo de Santiago de Compostela) 

1969-1971

Casimiro Morcillo González (arzobispo de Madrid)

1971-1981

Cardenal Vicente Enrique y Tarancón (arzobispo de Madrid) 

1981-1987

Gabino Díaz Merchán (arzobispo de Oviedo)

1987-1993

Cardenal Ángel Suquía Goicoechea (arzobispo de Madrid) 

1993-1999

Elías Yanes Álvarez (arzobispo de Zaragoza)

1999-2005

Cardenal Antonio Mª Rouco Varela (arzobispo de Madrid) 

2005-

Ricardo Blázquez Pérez (obispo de Bilbao)

SÓLO CUATRO DE PABLO VI

De los 76 obispos con derecho a voto en esta Plenaria, 12 de ellos (ocho titulares y cuatro auxiliares) elegirán por primea vez a sus máximos representantes. Son los nuevos obispos nombrados en este trienio, todos ellos a instancias de Benedicto XVI, salvo el auxiliar de Oviedo Raúl Berzosa, el último nuevo obispo español nombrado por Juan Pablo II antes de su fallecimiento, el 2 de abril de 2005, aunque otro prelado español fue designado arzobispo en esa misma fecha. Todos los demás, salvo los cardenales Amigo y Rouco y los obispos Dorado y Uriarte, nombrados por Pablo VI, son ‘hijos’ de Juan Pablo II.

Durante este trienio, otros diez prelados han sido trasladados de sede, en tanto otro más fue promovido de obispo auxiliar a titular. A otros diez obispos les fue aceptada su renuncia por motivos de edad (entre ellos, significados seguidores de la llamada línea taranconiana), y otros once fallecieron, de ellos, dos en activo.

VICEPRESIDENTES DE LA CEE

Años

Nombres

1966-1969

Casimiro Morcillo González (arzobispo de Madrid) 

1969-1971

Cardenal Vicente Enrique y Tarancón (arzobispo de Toledo)

1972-1978

Cardenal José Mª Bueno Monreal (arzobispo de Sevilla) 

1978-1981

José Mª Cirarda Lachiondo (arzobispo de Pamplona)

1981-1987

José Delicado Baeza (arzobispo de Valladolid) 

1987-1993

Elías Yanes Álvarez (arzobispo de Zaragoza)

1993-1999

Fernando Sebastián Aguilar (arzobispo de Pamplona) 

1999-2002

Cardenal Ricardo Mª Carles Gordó (arzobispo de Barcelona)

2005-

Cardenal Antonio Cañizares Llovera (arzobispo de Toledo)

 

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