Valentina Maureira pide poder “dormir para siempre”

Valentina Maureira, enferma terminal en Chile, con la presidenta Michelle Bachelet

La Iglesia chilena guarda silencio ante el conmovedor caso de la joven que solicita la eutanasia

Valentina Maureira, enferma terminal en Chile, con la presidenta Michelle Bachelet

La joven Valentina con la presidenta Bachelet

NICOLÁS MIRABET (BUENOS AIRES) | Hablar de vida y de muerte conmueve. Y así es la conmoción que vive la sociedad chilena y el mundo en general ante el caso de Valentina Maureira, una joven de 14 años, diagnosticada con fibrosis quística desde los seis meses de vida, que sensibilizó a la gente cuando colgó un vídeo en su cuenta de Facebook en el que suplicó: “Solicito hablar urgente con la presidenta porque estoy cansada de vivir con esta enfermedad; ella me puede autorizar la inyección para quedarme dormida para siempre”.

Su solicitud fue escuchada y la presidenta, Michelle Bachelet, acudió a verla al hospital el pasado sábado 28 de febrero.

El padre de la chica, Fredy Maureira, habló con La Cuarta sobre la visita de Bachelet: “No nos había dicho nada, de repente llegó”. La mandataria arribó al Hospital Clínico de la Universidad Católica de Chile alrededor de las nueve de la mañana. Allí conversó durante casi una hora y media con la adolescente. “Hablamos de muchas cosas. También se trató el tema de la eutanasia, pero no puedo decir nada”, contó el padre.

“Mi hija –añadió– quiere dejar sus vivencias grabadas. Contar la experiencia de cómo es vivir con esta dura enfermedad, para que las personas que sufren lo mismo y el resto de la gente tengan conocimiento de la enfermedad”. Para ello, “Bachelet se comprometió a regalarle una grabadora de voz para que pueda cumplir ese sueño”.

Durante la charla con la presidenta de Chile, que fue acompañada por la ministra de Salud, Carmen Castillo, Valentina y su padre hablaron sobre la posibilidad de realizar una maratón, “la más grande del mundo, para la donación de órganos”.

Fuentes del Gobierno chileno señalaron que Bachelet visitó a Valentina para dialogar sobre su situación, y adelantaron que no es posible acceder a su petición porque en Chile este procedimiento no está autorizado por la ley.

Al cierre de esta edición, tanto la Conferencia Episcopal de Chile como el Arzobispado de Santiago han mantenido un llamativo y respetuoso silencio.

Valentina nació en el hogar de la familia Maureira Riquelme, quien ya había tenido dos hijos. El primogénito no llegó a conocer a Valentina; murió en 1996, a los seis años, de fibrosis quística, la misma enfermedad que padecería su hermana menor años después. La segunda hija de la familia es portadora sana, pero Valentina, la menor, fue diagnosticada a los seis meses con esta misma enfermedad. Aunque ha vivido desde entonces con esta prueba, como ella misma dijo, “con los años me he deteriorado más, me cuesta respirar, me da fiebre. Es difícil”.

La adolescente ya no va al colegio y su hogar es el hospital. Necesita un triple trasplante de pulmón, hígado y páncreas. Es costoso, hasta el momento no se han encontrado donantes compatibles y, en caso de encontrarse, su peso de 35 kilos no permite que se le realice el procedimiento quirúrgico. “Han sido 14 años de lucha, de día a día, y para mi familia ha sido más. Estoy cansada de seguir luchando, porque veo el mismo resultado siempre. Es muy desgastante”, dijo a la prensa la joven.

En Chile –como en la mayoría de los países del mundo– no está permitida la eutanasia ni el suicidio asistido. Pero el llamado de Valentina a través de Facebook rápidamente sumó miles de “Me gusta” y fue compartido más de mil veces.

Precedente en Argentina

En Argentina la situación es diferente. Desde 2012, existe la Ley de Muerte Digna. El caso que la propició fue el de Camila Sánchez, una niña de tres años que, desde que nació, vivió en estado vegetativo. Tres comités de bioética afirmaron que el estado de la niña era irreversible, pero los médicos no podían desconectarla del respirador que la mantenía con vida porque, ante la ausencia de una ley, tal acto se consideraría homicidio.

Sus padres iniciaron una cruzada en el Congreso para que se sancionase una ley que garantizara a los enfermos terminales el derecho a rechazar terapias que prolonguen su agonía. Finalmente, el 24 de mayo de 2012, la ley fue publicada en el Boletín Oficial y, dos semanas después, el 7 de junio, Camila fue desconectada. Los padres decidieron no velarla y el cuerpo fue incinerado. Luego, hicieron una misa en memoria de la niña en el santuario Nuestra Señora de Luján, en la localidad de Uribelarrea, Buenos Aires.

En el nº 2.932 de Vida Nueva

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