Tribuna

El discernimiento para vivir el tiempo de Adviento

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“¿Sabéis distinguir el aspecto del cielo y no sois capaces de distinguir los signos de los tiempos?” (Mt 16,1-3).



Introducción

En un tiempo marcado por la rapidez de la información y la complejidad de nuestras decisiones, el discernimiento se convierte en una brújula necesaria para navegar las aguas de la vida con sabiduría, para no hundirnos en nuestros pensamientos negativos, y en la mala influencia de profetas especialistas en relatos trágicos del cristianismo y el mundo. Todos necesitamos en nuestra vida encontrar una luz en el camino para descubrir la verdad y la voluntad de Dios. En Jesús y en su evangelio encontramos una guía segura para el discernimiento y la felicidad que nos trae su presencia.

El tiempo litúrgico del Adviento es el tiempo del discernimiento y de la esperanza. Los textos litúrgicos propios de este tiempo nos iluminan sobre algunos aspectos del don del discernimiento. De hecho, las multitudes que se acercaban a Juan el Precursor le hacían preguntas directas y profundas, precisamente porque esperaban algo, o, mejor dicho, a alguien: ¿Qué debemos hacer? ¿Eres tú el Cristo? Querían conocer y comprender, y no por una curiosidad malsana. La gente esperaba la venida de Cristo, su aspiración suprema era ver con sus propios ojos la salvación de Dios, luz de los gentiles y gloria del pueblo de Israel (Lc 2, 30-32).

El ejercicio del discernimiento en nuestro itinerario de fe nos impulsa a un mayor compromiso personal y a ejercitar la dimensión contemplativa de nuestra fe. La guía espiritual para el discernimiento se manifiesta en Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” (Jn 14,6). Sin embargo, lo propio del don del discernimiento es observar, preguntar para conocer y para seguir esperando.

La importancia del discernimiento

El discernimiento, en su esencia, es la capacidad de distinguir, percibir y comprender de manera aguda y profunda. Sin embargo, va más allá de la simple toma de decisiones; implica una conexión íntima con nuestra intuición, y nuestra fe. Además, el discernimiento y la esperanza deberían ser nuestras actitudes, porque vivimos inmersos en la historia, también nosotros debemos velar y observar para reconocer en nuestro tiempo los signos de la salvación de Dios y reforzar nuestra confianza inquebrantable durante los acontecimientos más diversos y sorprendentes en nuestra vida.

El discernimiento es liberador, nos libera de las cadenas de la indecisión y nos otorga la claridad necesaria para avanzar, sin desfallecer y sin perder la esperanza en las promesas del Salvador. En un mundo saturado de información, de ‘fake news’ y de relatos salvajes se hace necesario hoy más que nunca el discernimiento, pues el mismo actúa como un filtro eficaz, permitiéndonos separar lo esencial de lo accesorio. Nos ayuda a tomar decisiones informadas y a forjar nuestro camino con la búsqueda de sentido y propósito.

El arte de la observación y la conexión con la intuición

La observación aguda es fundamental para el discernimiento. Cristo fue un gran observador y el modelo por excelencia de la empatía o del arte de entender a los demás. Jesús prestaba atención a los detalles, a las emociones subyacentes, y a las mociones del Espíritu Santo, y se dejó llevar por el Espíritu en todas las decisiones de su vida. La empatía de Jesús es la percepción que tiene sobre cada uno de nosotros con relación a lo que pensamos, sentimos o hacemos.

El arte de la observación y la conexión con nuestra intuición nos capacita para conocer y gestionar nuestras emociones, necesidades y problemas para poder entender que es lo que sucede que origina sus reacciones, lo que pensamos y lo que sentimos. Con la observación o el conocimiento de nosotros mismos podemos adentrarnos en la esencia de una situación compleja.

El discernimiento florece cuando somos capaces de ver más allá de las apariencias y comprender las complejidades ocultas. La intuición, consiste en esa voz suave y experimentada que reside en lo más profundo de nuestro ser, es una aliada valiosa en el camino del discernimiento para el tempo de Adviento. Confiar en Cristo y en nuestra intuición puede enriquecer nuestras decisiones y darnos perspicacia en situaciones desafiantes. Consiste también en poner en práctica, en la vida, las consecuencias prácticas de nuestra opción por Cristo.

Conclusión

La vida misma es una maestra de sabiduría y de aprendizaje. A través de experiencias, errores y triunfos, aprendemos, crecemos y desarrollamos nuestro discernimiento. Nuestro camino recorrido a lo largo de nuestra vida y nuestro seguimiento de Cristo contribuyen a nuestra capacidad para tomar decisiones más sabias y fundamentadas. El discernimiento también se aplica en el ámbito ético y moral. Nuestras elecciones cotidianas, desde las más pequeñas hasta las más significativas, están impregnadas de dilemas éticos y religiosos. El don del discernimiento puede guiarnos hacia decisiones que reflejen nuestros valores cristianos más profundos.

El discernimiento para vivir el tiempo de Adviento no es solo una herramienta para la toma de decisiones, sino más bien es un faro que ilumina nuestro camino hacia una vida significativa y plena. El discernimiento es un viaje continuo, una búsqueda constante de la verdad y la autenticidad en nuestras vidas. Es una opción por la luz de Cristo y no por el camino oscuro de la mentira y de la ilusión. ¡Ven Señor Jesús!