Montserrat Escribano: “No hay Iglesia sinodal sin teología”

Treinta años lleva la Asociación de Teólogas Españolas (ATE) abriéndose camino en la Iglesia, dando luz, conocimiento, y, sobre todo, voz, a tantas mujeres que han hecho y hacen teología. Ahora, las XXI Jornadas, que se han celebrado este mes de noviembre en Madrid, han concluido con la renovación de su junta, recogiendo la doctora en Filosofía Montserrat Escribano el testigo de la presidencia que hasta entonces desempeñaba Silvia Martínez Cano. Profesora de religión en un instituto público –en el que, reconoce, a pesar de los cambios sociales, “los chavales siguen llevando las mismas preguntas que nos hemos hecho todos”–, imparte clases también en la Facultad de Teología de Valencia.



“Hace muchos años ya que conozco la ATE, y me parece importante sobre todo porque es un lugar asociativo para las mujeres teólogas, donde poder compartir otras miradas con mujeres preocupadas por las teologías y los lenguajes religiosos desde una perspectiva amable a pesar de que cada una venimos de contextos, estudios y procesos de fe diferentes”, explica. “Es un lugar de encuentro de esas diferencias”, continúa. “Muchas de nosotras hemos estudiado teología o ciencias religiosas, que son disciplinas muy similares, pero no todas hemos tenido ni el mismo proceso de socialización religiosa ni los mismos entornos. Tampoco tenemos las mismas preocupaciones y eso la verdad es que es una riqueza”.

Distintos lenguajes

Además de su participación en la Asociación de Teólogas Españolas, Escribano forma parte de la junta directiva de la European Society of Women Theological Research (ESWTR), de la que ha podido sustraer “una mirada mucho más internacional de los panoramas teológicos, sobre todo atendiendo a la peculiaridad de que en este grupo las católicas somos minoría, lo cual es muy interesante porque se juntan distintas maneras de hacer teología, distintos lenguajes y metodologías de vanguardia”. Unas perspectivas que le hacen estar cada vez más convencida de que es necesario “poner en valor la teología”, ya que considera que “es una disciplina muy invisibilizada todavía, que ni se está potenciando ni cuidando demasiado, y esto provoca que haya muy pocas personas que se animen a pensar teológicamente”.

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