Más allá de la indignación

Me he sentido más allá de la indignación y la tristeza ante el espectáculo que los medios de comunicación, sin disimular sus intenciones políticas, han presentado de tantos colombianos y colombianas cruzando la frontera con Venezuela portando sus enseres y trastos a cuestas. Y más allá, porque no solo he pensado en los dirigentes venezolanos y sus intereses sino igualmente en los colombianos.

Ahora lloverán las palabras de solidaridad y rechazo, pero igualmente las promesas de ayuda y las presencias de funcionarios de alto rango que luego se desaparecerán y no volverán a entrar en escena. Me imagino que ya los buitres de las tragedias merodean al acecho de las donaciones y los recursos aportados por tantos colombianos de buena voluntad. ¿No han sido los mismos discursos cuando la tragedia de Gramalote? Todo el país es testigo indiferente de la imposibilidad de una solución eficaz y rápida para tantos hijos e hijas de ese pueblo que viven el desarraigo y la dispersión cobijados solo por la bruma de las promesas fallidas.

Un país que no da a sus pobres la posibilidad de vivir en dignidad y tener un salario estable, manejado por grupos económicos indolentes, que no generan empleos. Instituciones financieras que obtienen ganancias cada año más jugosas, mientras pagan intereses irrisorios y cobran por todo y para todo. Un país atrapado en la injusticia y la corrupción institucionalizada.

Cuando los hijos e hijas de Colombia comprendamos y nos decidamos a tomar en serio lo que Jesús en los evangelios nos señala como orden de vida y realización de su Reino desde ya, posiblemente mejores vientos soplarán por los camino de la vida del país. El Espíritu, liberador de la conciencia oprimida, abra ojos y oídos para escuchar y ver.

Ignacio Madera Vargas, SDS

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