• Vida Nueva Digital, en colaboración con la Academia de Líderes Católicos le ofrece en directo el:

    Coloquio internacional Haití.

    Prioridad para la región y agenda para su transición

    La Academia Internacional de Líderes Católicos, reúne en un coloquio internacional a personalidades que impulsan un Plan Integral de Desarrollo para la superación de la crisis en Haití

    Dispone del video en directo para verlo directamente desde aquí. Pulse play para reproducir.

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Luis Felipe Flórez L.

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“Si nosotros no andamos convencidos y enamorados no tiene sentido ninguna opción”

Desde muy temprano Luis Felipe Flórez descubrió que hay otra manera de vivir la fe. Más allá de lo exclusivamente ritual, la vida cristiana cobra sentido, según él, cuando se pone al servicio de las diversas formas organizativas con que una comunidad busca condiciones dignas de existencia. A ello ha dedicado la mayor parte de su vida como defensor de derechos humanos.

Nacido en el seno de una familia santandereana, Luis Felipe creció con el ejemplo de un padre trabajador y autodidacta que enseñó a leer a sus hijos con la Biblia en la mano. El maestro José, como lo llamaban, debió desplazarse del campo hacia la capital del departamento debido a las amenazas de quienes se oponían a que organizara a los campesinos de La Tigra con el fin de que resolvieran juntos sus principales dificultades. Pagó con el destierro las consecuencias de su liderazgo en el servicio.

A los 15 años, Luis Felipe experimentó el vacío de modelos de pastoral que, a su parecer, no respondían a la vida ni estaban en relación directa con las situaciones de la gente, en especial de la más necesitada. Comenzó a desempeñarse como catequista y trabajador comunitario en una experiencia liderada por un sacerdote salvatoriano en límites entre Bucaramanga y Floridablanca. Con base en la Teología de la liberación y la lectura popular de la Biblia, se hacía trabajo comunitario con enfoque crítico. “La búsqueda del Evangelio no era un discurso para disfrutar privilegios, era una manera de vivir de acuerdo a las enseñanzas de Jesús”, afirma.

Cuando por orden del obispo de turno el sacerdote amigo fue obligado a abandonar su trabajo, Luis Felipe fue escogido por la comunidad para que junto a otros líderes barriales hicieran llegar al prelado una voz de protesta. En lugar de solidaridad, le vino encima una amenaza de excomunión, por haber puesto en duda la autoridad del jerarca.

Quienes a inicios de la década de 1980 se entregaron como creyentes a procesos organizativos en sectores pobres sufrieron muchas veces incomprensión por parte de la Iglesia colombiana. A ello se sumó una persecución frontal por parte de distintos aparatos del Estado. Tras ir asumiendo responsabilidades en el Movimiento de la Iglesia de los pobres, Luis Felipe fue elegido como coordinador regional en Santander de las comunidades eclesiales de base. Durante aquellos años tuvo que vivir la desaparición y asesinato de muchos de sus compañeros de experiencia cristiana.

Sueños colectivos

Conocer el sur del Chocó lo marcó: ver que la gente moría sin atención, que no habían escuelas ni servicios públicos; comprobar que el Estado favorecía los intereses privados pero que no garantizaba el cumplimiento de los derechos de las comunidades negras e indígenas lo escandalizó tanto como el silencio de una jerarquía eclesial de la cual  esperaba una mayor decisión respecto de la defensa de la vida humana. Fue el momento determinante para optar: su vida tenía que ir por ese camino. Se formó en derecho y recorrió el país, participando de la lucha de muchas comunidades en defensa de sus territorios.

Las comunidades indígenas y negras no entienden su vida en independencia de su territorio. La comunidad y el territorio son una misma cosa para ellas: de ahí que durante siglos hayan salvaguardado el equilibrio con la naturaleza. Sin embargo, desde hace ya varios años las decisiones del Estado respecto de zonas del país como la costa Pacífica han estado orientadas a entregar territorios a centros de poder económico trasnacional. La violencia que se vive en las regiones se debe a la lucha por el control y la posibilidad de explotación indiscriminada, en contra de la visión de las comunidades sobre su propio destino. “Es la estrategia del capital para reacomodarse, financieramente”, explica Luis Felipe. Según él, en esta línea hay que entender el crecimiento de la agroindustria y la multiplicación de las concesiones a proyectos minero-energéticos. Su trabajo como defensor de derechos humanos ha estado dirigido a trabajar con las comunidades para hacer frente al avance de intereses foráneos sobre lo que les pertenece.

La poesía ha sido en medio de la lucha una posibilidad para expresar sueños propios y colectivos. “En tu nombre hoy estamos de pie y lo seguiremos estando con la fuerza de la fe y la esperanza de nuestro lado”, clama al Dios del respeto por la vida en uno de sus salmos. Está convencido de que el Evangelio, que incluye la lucha por la justicia, supone estar enamorado. Desde ahí trabaja y desde ahí escribe. Es de quienes cree que a pesar de la incertidumbre del tiempo presente mañana todo será distinto.

Texto Miguel Estupiñán

Foto: Archivo particular

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