La represa de El Quimbo: ¿desarrollo para quién?

Uno de tantos cementerios de madera que pueden verse en la zona de la represa

Uno de tantos cementerios de madera que pueden verse en la zona de la represa

Continúan los cuestionamientos a las obras de infraestructura en el Huila

En Gigante, Huila, se ha incrementado la prostitución y el consumo de licor. Rafael Rojas, coordinador académico de la Escuela Normal Superior del municipio, lo atribuye al impacto cultural que está teniendo en la región el megaproyecto hidroeléctrico de El Quimbo, a cargo de la multinacional Emgesa.

Hace poco más de un mes inició el llenado de la represa, en condiciones irregulares. El agua ocupará más de 8.500 hectáreas de tierra, que hacen parte de los municipios huilenses de El Agrado, Garzón, Tesalia, Altamira, Paicol y Gigante. Tierras tradicionalmente empleadas en agricultura, debido a su excelente calidad; hogar, a su vez, de pescadores artesanales, debido a su posición geográfica, junto a la ribera del río Magdalena, están siendo inundadas para producir el equivalente al 8% de la energía que se consume en el país. Gran parte de la nueva energía será destinada a exportaciones de electricidad en beneficio privado.

Daño socio-ambiental

Miles de familias han sido afectadas por el proyecto. Sus prácticas tradicionales de producción están en peligro. Mientras organizaciones sociales como Asoquimbo hablan de más de 30 mil víctimas, entre pescadores, dueños de tierras, capataces, comerciantes…; Emgesa solo reconoce a cerca de la mitad como beneficiarios de sus programas de compensación. La empresa dispuso de cuatro lugares para reasentamientos: los predios Santiago y Palacio, en el municipio de Garzón; la finca Llanos de la Virgen, en Altamira; Montea, ubicada en Gigante; y el predio La Galda, en El Agrado.

Según ha informado el portal web verdadabierta.com, en muchos de los casos las personas no querían dejar sus casas porque el reasentamiento no estaba listo. “Así le sucedió a Francisco (Cabrera). ‘Me tuve que ir y ahora al reasentamiento en Montea el agua llega en carrotanques, no hay distrito de riego y ni siquiera tenemos escrituras de lo que nos están dando’”, dice. En 2009 la empresa suscribió una serie de compromisos, la mayoría de los cuales han sido incumplidos, a pesar de que eran condición previa al inicio de las operaciones. Además de comprometerse a cofinanciar el programa de vivienda y garantizar su éxito, Emgesa se comprometió a promover un plan productivo cuya acción dependía en gran medida del distrito de riego que aún hace falta consolidar. Como ya ha sido insinuado, el censo con que la multinacional conceptuó a los afectados deja por fuera de las compensaciones a miles de familias. Mientras tanto, quienes entraron en el censo de la compañía se quejan porque las condiciones de vida en que se encuentran no corresponden a las que tenían hace unos meses, cuando habitaban tierras menos secas que las que les han adjudicado. A lo anterior se suma el impacto ambiental irreparable, el cual hasta ahora comienza.

Según Asoquimbo, “se destruyeron 7.400 hectáreas de la zona de Reserva Forestal Protectora de la Amazonía, del Macizo Colombiano y las cuencas del río Magdalena: entre ellas 842 hectáreas de bosque tropical seco, 103 especies de aves, 13 especies de reptiles y tres especies de mamíferos en peligro de extinción, entre otras”. A lo anterior añade la organización, en términos de cobertura vegetal, cerca de tres mil hectáreas, que equivalen a alrededor de 900.000 metros cúbicos de madera.

La capilla, un signo

Convocada por la diócesis de Garzón-Gigante, hace algunas semanas se llevó a cabo una peregrinación hacia la capilla San José de Belén, en El Agrado. El edificio colonial con más de dos siglos de historia hace parte del patrimonio cultural de la región. Se teme que Emgesa no cumplirá la promesa de reinstalar y garantizar la restauración de la capilla. Por eso los más de 3 mil asistentes a la ceremonia vivieron la actividad como un acto de desagravio y de despedida.

Según monseñor Fabio Duque, obispo de la jurisdicción, la capilla no es el problema: es simplemente “un signo de todos los atropellos que han recibido los campesinos, a lo largo de estos últimos meses (…) Aquí lo que manifestamos es una enorme impotencia frente a un poder económico amparado en muchas ocasiones por las mismas leyes”. Según el prelado, se está dando todo lo contrario a lo que el Papa menciona en su encíclica Laudato si’, “no se está cuidando la casa común, no se han tomado las medidas necesarias para evitar la contaminación, se ha devastado sin tener en cuenta a la naturaleza ni a la gente”.

Texto: VNC 

Foto: Rafael Rojas

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