La jaula de oro

Reconocer al otro en el camino

 

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La meta: llegar a los Estados Unidos de América. El objetivo: dejar la situación de pobreza extrema en sus comunidades de origen y buscar una “vida mejor”. Los guías en el camino: Juan (Brandon López), Sara (Karen Noemí Martínez Pineda), Samuel (Carlos Chajón) y Chauk (Rodolfo Domínguez).

La trama inicia en territorio conocido: la frontera sur de México. Juan, Sara (quien se disfraza de varón para evitar cualquier intento de abuso sexual) y Samuel deciden separarse de sus familias, dejar lo poco o mucho que tienen en su natal Guatemala, y emprender el heroico viaje hacia Estados Unidos. En el camino un desconocido les sale al paso: Chauk, joven tzotzil que, sin saber hablar español, se une al trío original para ofrecerles agua, una sonrisa y amistad incondicional. Son estos adolescentes quienes nos recordarán la siguiente verdad: no basta con tener una meta en común para considerar al otro como igual a mí, sólo en el camino se conocen las verdaderas intenciones del corazón y se forja la pequeña comunidad que nos acompañará en la travesía.

En la vida de estos adolescentes se ven reflejadas las historias de miles de personas que buscan incansablemente el sueño americano. Ellos tendrán que madurar y salir de sus propias seguridades para poder sobrevivir y sortear los diversos obstáculos que se les presentan. Pero aún en ese compacto grupo se dan las rivalidades: Juan y Chauk entienden la vida desde enfoques distintos y esto genera conflictos. Poco a poco aprenderán que no todo el que te tiende la mano es tu amigo, y que no todo extraño es una amenaza.

Diego Quemada-Díez señala que, con La jaula de oro, no pretendía hacer un documental más, sino que quería ofrecer una película que reflejara con la mayor fidelidad posible el cúmulo de situaciones que los migrantes viven en su camino hacia los EE. UU.: alegrías, tristezas, ilusiones, sorpresas, intrigas, esperanzas, traiciones…

Es de resaltar algunas peculiaridades de los protagonistas. Se hicieron varios castings en zonas marginadas tanto de Guatemala como de Chiapas, México. Fue allí donde Quemada encontró a los adolescentes que cubrían el perfil buscado. Brandon López destacó por su capacidad de improvisación, mientras que Karen Martínez es activista política y participa en varios proyectos de teatro callejero que pretenden crear conciencia de identidad entre los jóvenes guatemaltecos. Por su parte, Rodolfo Domínguez es un joven tzotzil que dejó su hogar y aprendió español para poder participar en el proyecto. Ninguno de ellos es actor.

Sin duda, La jaula de oro es una película que nos invita a salir de nuestra comodidad y cuestionarnos sobre nuestro actuar frente al fenómeno migratorio. Ya cierto migrante mexicano le decía al director: “Se aprende mucho en el camino, aquí todos somos hermanos. Todos tenemos la misma necesidad, lo importante es aprender a compartir. Sólo así podemos caminar, sólo así podemos llegar, sólo un pueblo unido puede subsistir. Como seres humanos en ningún lugar del mundo somos ilegales”.

Óscar Hernández

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