Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Contemplación del infierno


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Cada día se eliminan de las redes contenidos de al menos 80.000 abusos sexuales de niños y 71.000 suicidios y autolesiones. Son datos del informe que trimestralmente emite Meta sobre el borrado de contenidos en Facebook e Instagram.



Las redes traen las mejores noticias del mundo, pero también lo peor. Lo demuestra el sufrimiento de los moderadores, los miles de censores que trabajan quitando esos contenidos. Meta tiene 40.000 y TikTok 10.000. Se calcula que hasta un 20% de la plantilla está de baja por los efectos nocivos de lo que deben visionar.

En las redes se vuelca diariamente el mal más extremo: violaciones, torturas, mutilaciones, asesinatos, canibalismo, suicidios en directo, autolesiones, abusos sexuales a menores, agresiones brutales a animales, incendios de bienes ajenos, etc. Los moderadores viven en una continua contemplación del infierno. No es extraño que haya ya centenares que han denunciado a sus empresas por daños contra su salud y que algunos acaben suicidándose. Hasta ahora, Meta ya ha pagado más de 50 millones en indemnizaciones.

Precarias condiciones laborales

El mal no se cierra en esa contemplación del infierno, sino que, además, los moderadores sufren unas precarias condiciones laborales impuestas por las empresas subcontratadas. Las principales redes se niegan a contratar directamente moderadores, no solo para exprimir más la reducción de costes, sino porque entonces los responsables serían Meta, TikTok, etc. Por eso, con frecuencia se prioriza que las empresas estén localizadas en países en desarrollo, donde los salarios pueden minimizarse, las leyes laborales son menos defensivas y los jueces más corruptibles. Es decir, que los países del sur se dedican a limpiar la basura inventada por el norte.

Podemos soñar un mundo prometedor e ideal, pero si perdemos de vista el poder del mal, estamos perdidos. Esa herida es inexorable.

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