Francisco: “Moriré en el Vaticano, a la Argentina no vuelvo”

Se publica en Argentina un adelante de un libro sobre la salud de los papas para el que el autor, el periodista y médico Nelson Castro, entrevistó a Bergoglio en febrero de 2019

papa Francisco visita niños enfermos Hospital Bambino Gesú 5 enero 2018

‘La salud de los Papas’ es el título de un libro del periodista y médico argentino Nelson Castro que acaba de ver la luz en el país austral. Un recorrido de “medicina, complots y fe” desde León XIII que incluye una entrevista inédita del autor con el papa Francisco realizada en 16 de febrero de 2019, en la que Bergoglio habla de la enfermedad y la muerte y de la que el diario argentino La Nación ha desvelado un extracto.



Un problema pulmonar serio

En su entrevista, Francisco asegura que se encuentra “muy bien”, “con energías y con ganas” a sus 82 años. Entre otras cosas relata el problema pulmonar que acabó con la extirpación de parte de un pulmón en 1957 siendo seminarista. Encontraron “tres quistes en el lóbulo superior del pulmón derecho” con “derrame pleural bilateral que me producía dolor y dificultad respiratoria”.

“Tenía 21 años. A esa edad uno se siente omnipotente. No es que no estuviese preocupado, pero siempre tuve la convicción de que me iba a curar. La operación fue una gran operación. La cicatriz de la incisión quirúrgica que me hicieron va desde la base del hemitórax derecho hasta su vértice. Fue una intervención cruenta. Según me contaron, se trabajó con el separador de Finochietto [se trata de un separador intercostal a cremallera que se usa en las operaciones torácicas] y se debió hacer mucha fuerza. Por eso, al recuperarme de la anestesia, los dolores que sentí fueron muy intensos”, relata el pontífice.

“Nunca experimenté fatiga o falta de aire. Según me han explicado los médicos, el pulmón derecho se expandió y cubrió la totalidad del hemitórax homolateral”, apunta sobre las posibles consecuencias. Ahora bien, la situación pulmonar se empleó como rumor en el cónclave en el que fue elegido como Papa.

Visita a la psiquiatra

Otro tema que surge en el libro es la necesidad de Bergoglio de acudir al psiquiatra –no a un psicoanalista– “siendo provincial de los jesuitas, en los terribles días de la dictadura, en los cuales me tocó llevar gente escondida para sacarla del país y salvar así sus vidas, tuve que manejar situaciones a las que no sabía cómo encarar”. Una terapeuta que había trabajado con los novicios jesuitas ayudó al provincial con sesiones semanales durante 6 meses, en los que le “me ayudó a ubicarme en cuanto a la

forma de manejar los miedos de aquel tiempo. Imagínese usted lo que era llevar una persona oculta en el auto —solo cubierta por una frazada— y pasar tres controles militares en la zona de Campo de Mayo. La tensión que me generaba era enorme”. “El tratamiento con la psiquiatra me ayudó además a ubicarme y a aprender a manejar mi ansiedad y evitar el apresuramiento a la hora de tomar decisiones. El proceso de toma de decisiones es siempre complejo. Y los consejos y las observaciones que ella me dio me fueron muy útiles. Ella era una profesional muy capaz y, fundamentalmente, una muy buena persona. Le guardo una enorme gratitud. Sus enseñanzas me son aún de mucha utilidad hoy en día”, destaca señalando que “todo sacerdote debe conocer la psicología humana”.

La muerte en el horizonte

“A las neurosis hay que cebarles mate. No solo eso, hay que acariciarlas también. Son compañeras de la persona durante toda su vida”, destacó. “Es decir, es muy importante poder saber dónde chillan los huesos. Dónde están y cuáles son nuestros males espirituales. Con el tiempo, uno va conociendo sus neurosis”, añadió. En ese sentido Francisco confiesa que a veces se calma escuchando a Bach. “Le confieso que con los años he logrado poner una barrera a la entrada de la ansiedad en mi espíritu”, aseguró.

“Sería igualmente nocivo tomar determinaciones dominado por la angustia y la tristeza. Por eso digo que la persona debe estar atenta a la neurosis, ya que es algo constitutivo de su ser”, recomienda también el pontífice. Por eso dice que sí piensa en la muerte aunque “en absoluto” la teme. Un final de la vida que se imagina “siendo papa, ya sea en ejercicio o emérito. Y en Roma. A la Argentina no vuelvo”.

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