2012

Francisco-M-Carriscondo(Francisco M. Carriscondo Esquivel– Profesor de la Universidad de Málaga)

“La sociedad occidental está ávida de acontecimientos apocalípticos. Diríase que, ante la consciente crisis de valores que padece, siente la necesidad de practicarse el haraquiri como única solución. El último ejemplo es la película ‘2012’”

La sociedad occidental está ávida de acontecimientos apocalípticos. Diríase que, ante la consciente crisis de valores que padece, siente la necesidad de practicarse el haraquiri como única solución. El caso es que, ante su propia cobardía, trata de que sea un agente externo quien la descabelle: amenazas nucleares, la colisión con algún meteorito, una posible invasión alienígena…

El último ejemplo, a cargo de una industria muy dada a promover este tipo de narraciones, es la película 2012, dirigida por el previsible Roland Emmerich. En esta ocasión, a diferencia de otras ocasiones, los guionistas, entre los que se encuentra el propio director, se valen de un vaticinio maya que prevé el fin del mundo para ese fatídico año. Lo demás, son las típicas escenas catastrofistas, cada vez más espectaculares, como corresponde a la tecnología puesta al servicio de una diversión colosal.

Resulta de una ignorancia terrible equiparar la concepción lineal del ordo temporum judeo-cristiano, base de nuestra cultura, donde hay un principio y un final, con la circular del calendario maya, donde no se alude a final absoluto alguno, sino a la realización de un ciclo de creación, llamado baktún, y el comienzo de otro, dentro de la llamada cuenta larga, sin ningún tipo de catastrofismo. Así pues, a esta solución profética de la crisis de la sociedad occidental, propia del miedo milenarista del medievo, se le añade ahora otro componente, como es el traslado de los parámetros de una cultura exótica, la mesoamericana, a nuestro propio pensamiento.

El eslogan para promocionar la película es “Estábamos advertidos”. Ahora lo estamos aún más, pero especialmente de las aberraciones intelectuales que se cometen en pos de esta versión tan cutre como actualizada del milenarismo.

En el nº 2.693 de Vida Nueva.

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