(Jesús Sánchez Adalid– Sacerdote y escritor)
“El cristianismo fue decisivo para preservar la cultura, la educación, la promulgación de leyes sociales o la articulación del principio de legitimidad política”
No se puede negar que el cristianismo está pasando por una seria crisis en Occidente. Ello da que pensar y obliga a echar la vista atrás comparando la situación con otros tiempos y otras circunstancias difíciles. Aunque no creamos en eso de que la historia está condenada a repetirse. En estos días, he podido leer un estudio revelador al respecto, publicado por Sígueme con el título ¿Por qué sobrevivió el cristianismo en el mundo antiguo? Recogiendo los trabajos precedentes en esta materia, el autor, Christoph Markschies, analiza con rigor la cuestión de por qué prevaleció el cristianismo y no las religiones que lo combatían en sus orígenes; como otras sectas judaicas y judeo-cristianas que no prosperan y desaparecen, así como con las llamadas religiones mistéricas (entre ellas la del culto a Mitra), o el mandeismo (seguidores de Juan el Bautista) y, más tarde, con la primera rama herética del cristianismo, el marcionismo, que también se extingue en parte debido a la “deriva” histórica y política. Los primeros años del cristianismo no pudieron comenzar con más dificultades interiores y exteriores. A lo largo de tres siglos, el Imperio desencadenó sobre los cristianos crueles persecuciones. Sin embargo, el Imperio Romano llegó a su fin; pero no así el cristianismo. Los bárbaros lo aceptaron; muchos ya eran cristianos profesantes. ¿Cómo sucedió esto? En los siglos siguientes, el cristianismo fue decisivo para preservar la cultura, la educación, la promulgación de leyes sociales o la articulación del principio de legitimidad política.
El tema es interesante, además, porque la pregunta sobre la supervivencia del cristianismo siempre lleva a la cuestión de la acción de Dios, la esperanza y la confianza en el futuro.
En el nº 2.688 de Vida Nueva.
