Jubileo extraordinario de la misericordia

“La misericordia con los pobres es la llave del cielo”

El papa Francisco anunció en abril el jubileo extraordinario de la misericordia que se llevará a cabo entre el 8 de diciembre de 2015 y el 20 de noviembre de 2016 y estamos desde ya preparándonos para ese año de gracia.

“Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre”: con estas hermosas y dicientes palabras comienza el pontífice la bula de convocación del jubileo extraordinario de la misericordia. Qué bueno adentrarnos en este misterio de la misericordia, justamente cuando más percibimos la necesidad de dejarnos habitar por ella en un mundo que ha perdido su horizonte humano al ser absorbido por el egoísmo y el enfrentamiento de los unos contra los otros.

Constatamos por todas partes la indiferencia que nos domina a todos en relación con los demás.

Hace falta volver al origen de la raza humana para descubrir en él todo su vigor y acoger de nuevo con humildad al Dios Amor que nos hizo a imagen y semejanza suya, con capacidad para amar y ser amados. Sabemos que la humanidad no supo asimilar tanto amor y desde el comienzo se rompieron las relaciones con el Dios Padre Creador y entre sí. Y es donde aparece la figura del Padre misericordioso que perdona e invita a los seres humanos a restablecer las relaciones con Él y con los hermanos. Así arranca la historia de la salvación humana: con una manifestación continua y prolongada del Padre misericordioso. Todo el Antiguo y el Nuevo Testamento es un canto a la misericordia divina que nos invita a todos a entrar en su misterio.

“Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad”, afirma el Papa. “Misericordia es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia es la vía que une a Dios y al hombre porque abre el corazón a la esperanza de ser amados, no obstante el límite de nuestro pecado”.

Un canto permanente

Juan Pablo II decía que al mundo le hacía falta misericordia y estampó su pensamiento y su deseo en Dives in Misericordia, haciendo suyas las palabras del apóstol Pablo a los efesios: “Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor que nos amó y estando nosotros muertos por nuestros delitos nos dio vida por Cristo”.

La misericordia del Padre con nosotros ha sido desbordante. Así lo ha experimentado el Pueblo de Dios a lo largo de su historia; ha sabido reconocerla y ha dado gracias a Dios Padre.

Los salmos son un canto permanente a la misericordia de Dios. “Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré su fidelidad por generaciones”, dice el Salmo 89; mientras que todo el Salmo 136 es un himno en letanías a la misericordia del Señor.

En él se proclama el credo de Israel a lo largo de tres estrofas. Tras hablar de la creación, del éxodo, de la tierra y de cada una de las maravillas de Dios se repite la expresión “Porque es eterna tu misericordia”.

Así pues, Dios aparece permanentemente como un padre lleno de ternura. Recordemos también la parábola del padre misericordioso o la oración de Jesús en la cruz o el cántico de María: “El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí, su nombre es santo, su misericordia con sus fieles se extiende de generación en generación”.

Pero Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus hijos. La parábola del juicio final nos muestra en definitiva que lo que se le hace a los demás se le hace a Dios. Recordemos las obras de misericordia y practiquémoslas, sabiendo que la misericordia con los pobres es la llave del cielo.

Mons. Leonardo Gómez Serna O.P. Obispo Emérito de Magangué

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