Francisco aboga por el “vocabulario de la gratuidad” del amor para superar la infelicidad de la cultura de la autosuficiencia y el individualismo.
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El obispo de Roma dedicó su catequesis al encuentro de Jesús con un hombre desconocido citado en el Evangelio de San Marcos. “Se trata de un hombre que desde joven ha observado los mandamientos, pero que, a pesar de ello, aún no ha encontrado el sentido de su vida. Lo está buscando. Quizá es alguien que no se ha decidido del todo, a pesar de parecer una persona comprometida“, explica Jorge Mario Bergoglio.
Para el Papa, “más allá de las cosas que hacemos, de los sacrificios o de los éxitos, lo que realmente importa para ser feliz es lo que llevamos en el corazón. Si un barco debe zarpar y dejar el puerto para navegar en mar abierto, puede ser un barco maravilloso, con una tripulación excepcional, pero si no levanta los lastres y las anclas que lo mantienen firme, nunca podrá partir“.
Ante la consulta del desconocido sobre lo que debe hacer para heredar la vida eterna, ya que la observancia de la ley no le ha dado la felicidad y la seguridad de la salvación, el pontífice señala que “este hombre no conoce el vocabulario de la gratuidad. Todo parece debido. Todo es una obligación. La vida eterna es para él una herencia, algo que se obtiene por derecho, a través de una meticulosa observancia de los compromisos. Pero en una vida vivida así, aunque ciertamente a fin de bien, ¿qué espacio puede tener el amor?“, concreta.
Amados por gracia
Francisco asegura que Jesús va más allá de las apariencias. “Precisamente porque Jesús mira en el interior de cada uno de nosotros, nos ama tal como somos realmente. ¿Qué habrá visto, de hecho, en el interior de esta persona? ¿Qué ve Jesús cuando mira en nuestro interior y nos ama, a pesar de nuestras distracciones y nuestros pecados? Ve nuestra fragilidad, pero también nuestro deseo de ser amados tal como somos”, indica para explicar que este amor es contrario a la lógica del mérito que atormenta a esta persona. “Somos realmente felices cuando nos damos cuenta de que somos amados así, gratuitamente, por gracia. Y esto también vale en las relaciones entre nosotros: mientras intentemos comprar el amor o mendigar afecto, esas relaciones nunca nos harán sentir felices”, continúa.
El Papa considera que para llenar ese vacío no hay que “comprar” afecto sino “vender lo que nos pesa para liberar nuestro corazón”. En ese sentido, asegura que Jesús insta al desconocido a no quedarse solo, a seguirlo, a vivir una relación. “Solo así será posible salir de la anonimidad. Podemos escuchar nuestro nombre solo dentro de una relación, en la que alguien nos llama“, comenta.
Francisco relaciona esa aseveración con la cultura actual de autosuficiencia e individualismo, que descubre mayor infelicidad en las personas, “porque ya no oímos pronunciar nuestro nombre por alguien que nos quiere gratuitamente”. “Este hombre no acoge la invitación de Jesús y se queda solo, porque los lastres de su vida lo retienen en el puerto. La tristeza es la señal de que no ha logrado partir. A veces pensamos que son riquezas y, en cambio, son solo pesos que nos están bloqueando. La esperanza es que esta persona, como cada uno de nosotros, tarde o temprano pueda cambiar y decidir ir mar adentro“, sentencia.