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Francisco se levanta contra los “muros de ignominia” de Trump: Jesús emigró a Egipto para huir de “la ira de un rey impío”

| 11/02/2025 - 14:56

  • Bergoglio muestra su “desacuerdo” con las deportaciones masivas, que identifican “la condición ilegal de algunos migrantes con la criminalidad”
  • El Papa, de un modo excepcional, escribe a los obispos de Estados Unidos para que se sitúen con quienes sufren una “especial vulnerabilidad e indefensión”
  • También responde, aun sin citarlo, al vicepresidente católico J. D. Vance: “El verdadero ‘ordo amoris’ es el que descubrimos en la parábola del buen samaritano”





En una reacción sin duda excepcional, la Santa Sede acaba de hacer pública una carta del papa Francisco a los obispos de Estados Unidos. En ella, les dirige “unas palabras” que, “en estos delicados momentos”, resuenan con fuerza al advertir sobre “la importante crisis” que se vive en su país “con motivo del inicio de un programa de deportaciones masivas” dispuesto por el nuevo presidente, el republicano Donald J. Trump.



Para Bergoglio, “la conciencia rectamente formada no puede dejar de realizar un juicio crítico y expresar su desacuerdo con cualquier medida que identifique, de manera tácita o explícita, la condición ilegal de algunos migrantes con la criminalidad”.

Derecho a defenderse

En este sentido, el Papa acepta que “se debe reconocer el derecho de una nación a defenderse y mantener a sus comunidades a salvo de aquellos que han cometido crímenes violentos o graves mientras están en el país o antes de llegar”. Pero, “dicho esto, el acto de deportar personas que en muchos casos han dejado su propia tierra por motivos de pobreza extrema, de inseguridad, de explotación, de persecución o por el grave deterioro del medio ambiente, lastima la dignidad de muchos hombres y mujeres, de familias enteras, y los coloca en un estado de especial vulnerabilidad e indefensión”.

Para Francisco, “esta cuestión no es menor: un auténtico Estado de derecho se verifica precisamente en el trato digno que merecen todas las personas, en especial, los más pobres y marginados”. Del mismo modo que “el verdadero bien común se promueve cuando la sociedad y el Gobierno, con creatividad y respeto estricto al derecho de todos (como he afirmado en numerosas ocasiones), acogen, protegen, promueven e integran a los más frágiles, desprotegidos y vulnerables”.

En este punto de la misiva, el Pontífice reitera que se debe “promover la maduración de una política que regule la migración ordenada y legal”. Eso sí, advierte, “la mencionada ‘maduración’ no puede construirse a través del privilegio de unos y el sacrificio de otros. Lo que se construye a base de fuerza, y no a partir de la verdad sobre la igual dignidad de todo ser humano, mal comienza y mal terminará”.

Un sujeto con dignidad

En clave espiritual, Bergoglio defiende que “los cristianos sabemos muy bien que, solo afirmando la dignidad infinita de todos, nuestra propia identidad como personas y como comunidades alcanza su madurez. El amor cristiano no es una expansión concéntrica de intereses que poco a poco se amplían a otras personas y grupos. Dicho de otro modo: ¡La persona humana no es un mero individuo, relativamente expansivo, con algunos sentimientos filantrópicos! La persona humana es un sujeto con dignidad que, a través de la relación constitutiva con todos, en especial con los más pobres, puede gradualmente madurar en su identidad y vocación”.

Y aquí, aunque no le cita (como tampoco hace con Trump), el Papa hace una evidente referencia a lo expresado recientemente por el vicepresidente estadounidense, el católico J. D. Vance, quien, en una entrevista con la Fox, citó a san Agustín para recalcar que, según el Evangelio, “amas a tu familia, y luego amas a tu vecino; y luego amas a tu comunidad; y luego amas a tus conciudadanos en tu propio país. Y, después de eso, puedes concentrarte y priorizar al resto del mundo”. Una visión del ‘ordo amoris’ que, a su juicio, “la extrema izquierda woke” ha revertido, poniendo en el centro a los inmigrantes y no a los miembros del propio país o de la familia.

Para el Santo Padre, “el verdadero ‘ordo amoris’ que es preciso promover es el que descubrimos meditando constantemente en la parábola del buen samaritano; es decir, meditando en el amor que construye una fraternidad abierta a todos, sin excepción”.

Un criterio ideológico

De este modo, “preocuparse por la identidad personal, comunitaria o nacional, al margen de estas consideraciones, fácilmente introduce un criterio ideológico que distorsiona la vida social e impone la voluntad del más fuerte como criterio de verdad”.

En la parte final de su carta, el Papa alienta a los pastores y les insta a perseverar: “Reconozco el valioso esfuerzo de ustedes, queridos obispos de Estados Unidos, cuando trabajan de manera cercana con los migrantes y refugiados, anunciando a Jesucristo y promoviendo los derechos humanos fundamentales. ¡Dios premiará abundantemente todo lo que hagan a favor de la protección y defensa de quienes son considerados menos valiosos, menos importantes o menos humanos!”.

Finalmente, se dirige a la ciudadanía, tanto a “los fieles de la Iglesia católica” como a “todos los hombres y mujeres de buena voluntad”, y les llama a “no ceder ante las narrativas que discriminan y hacen sufrir innecesariamente a nuestros hermanos migrantes y refugiados. Con caridad y claridad, todos estamos llamados a vivir en solidaridad y fraternidad, a construir puentes que nos acerquen cada vez más, a evitar muros de ignominia, y a aprender a dar la vida como Jesucristo la ofrendó, para la salvación de todos”.

Jesús fue un refugiado

Y es que, para el Papa, ningún creyente en Jesús de Nazaret puede olvidar su propia historia personal, pues nos ofreció con su vida a “un Dios siempre cercano, encarnado, migrante y refugiado”. Hasta el punto de que Él mismo padeció “la experiencia difícil de ser expulsado de su propia tierra a causa de un inminente riesgo de vida”, así como el “tener que refugiarse en una sociedad y en una cultura ajenas a las propias”. Porque “el Hijo de Dios, al hacerse hombre, también eligió vivir el drama de la inmigración”.

El último aldabonazo contra un Trump al que no se cita proviene de esta cita del papa Pío XII al iniciar así “su Constitución apostólica sobre el cuidado de los migrantes, que se considera como la carta magna del pensamiento de la Iglesia sobre las migraciones: ‘La familia de Nazaret en exilio, Jesús, María y José, emigrantes en Egipto y allí refugiados para sustraerse a la ira de un rey impío, son el modelo, el ejemplo y el consuelo de los emigrantes y peregrinos de cada época y país, de todos los prófugos de cualquier condición que, acuciados por las persecuciones o por la necesidad, se ven obligados a abandonar la patria, la amada familia y los amigos entrañables para dirigirse a tierras extranjeras’”.

Por lo tanto, “todos los fieles cristianos y los hombres de buena voluntad, estamos llamados a mirar la legitimidad de las normas y de las políticas públicas a la luz de la dignidad de la persona y sus derechos fundamentales, no viceversa”.

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