José Manuel Zapata, aunque él lo niegue, es uno de nuestros mejores tenores. Lo que no obsta para que compatibilice el mundo lírico con la publicación de libros y conferencias “inspiradoras” para empresas por todos los rincones del mundo. Por si eso fuera poco, prepara un espectáculo con Paco Mir (Tricicle) y Juan Francisco Padilla, titulado ‘La loca historia de la música’, que se estrenará en febrero en Tenerife y con vocación de rodar por España al tiempo que continúa con su ‘Concierto para Zapata y orquesta’, donde vincula música y humor.
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PREGUNTA.- Dice que nunca se sintió que pertenecía al mundo de la ópera. ¿Por eso se lanzó también al humor y a las charlas?
RESPUESTA.- El plan fue hacer de la música un instrumento de humor y de cohesión. Humor para los espectáculos y para las charlas dejo, sin olvidar la sonrisa, la unión que hace la fuerza, el amor, la empatía…
Divulgación
P.- ¿Le resulta más estimulante que cantar en el MET de Nueva York?
R.- Es diferente, pero creo que aporto más a la vida y al sector. Porque gente que cante a Rossini hay un montón, pero tenores que hagan divulgación o entren en el mundo de la empresa no hay tantos.
P.- ¿Y los compañeros qué piensan?
R.- Pues al principio, regular, me miraban de reojo. Ahora ya lo entienden. Estoy haciendo una labor diferente por la música clásica y por que nuestro arte nos se muera… solo que lo hago desde otro ángulo. (…)
Autoritarismo
P.- ¿En su mundo hay machismo?
R.- ¡Cómo en todos! Pero a veces hay más autoritarismo que machismo. Esos directores que crean más miedo que otra cosa. Lo que no quita que algunos tengan comportamientos machistas por generación. Los que vienen detrás de nosotros deben cambiar eso.
P.- ¿Es una persona espiritual?
R.- No lo sé. Creo en las relaciones humanas. En los vínculos creados por el amor. Aunque pienso que sería triste que este paso por la tierra fuera el único que damos en la inmensa existencia. Me lo pregunto constantemente. Pero como te decía, cantar a Bach, por ejemplo sí te hace pensar que hay algo divino que mueve la mano de algunos. (…)
