Valeria López Mancini: “No vivo el liderazgo femenino como una pelea”

secretaria general adjunta del Episcopado chileno

La secretaria general adjunta de los obispos chilenos tiene pasaporte directo al Sínodo de la Sinodalidad. Con su voto facturado bajo el brazo. Dicho así, alguien podría pensar en un mujer obediente y sumisa a la voz de sus pastores, que además son sus jefes. “Quien me conoce, sabe que no me ajusto a ese perfil”, desmiente Valeria López Mancini, abogada y canonista de origen argentino.



“Me sentí abrumada nada más conocer la designación, agradecida, y con alegría y mucha conciencia de esta responsabilidad, después de participar en la asamblea continental”. Y aplaude el derecho a voto de los seglares, “en coherencia y fidelidad a todo el proceso participativo llevado hasta ahora”. “Es un primer paso”, apostilla.

A lo largo de su vida, se ha ido haciendo hueco en un mundo de hombres, pero no “a codazos”. “Nunca sentí discriminación ni lo he vivido como una pelea, sino con naturalidad, porque en mi comunidad de referencia la presencia y el liderazgo femenino era y es algo lógico, lo extraño era pensar lo contrario”, confía a Vida Nueva.

Liderazgo

Valeria cree que su designación “tiene mucho que ver con el pontificado de Francisco y cómo ha reforzado a la mujer, en la estela del camino marcado por aquel genio femenino de Juan Pablo II y la presencia incisiva que sugería Benedicto XVI”. Por eso, aprecia cómo Bergoglio ha pasado de “reconocer que la mujer lleva la mayor parte de la acción pastoral de la Iglesia, en la catequesis y en lo social, a confiar en ella para visibilizar esa responsabilidad del día a día en los espacios de toma de decisión”. “¿Por qué allá sí y acá no?”, se pregunta sobre esa disociación que todavía se da en algunos espacios eclesiales donde las mujeres católicas lideran obras apostólicas, pero no tienen acceso a otro tipo de liderazgo.

Con estas premisas acudirá al Sínodo, apostando por la corresponsabilidad de un laicado que es fruto de “un redescubrimiento del bautismo como fuente primaria de ministerialidad, por la que todos somos partícipes de la función profética y santificadora de Cristo”

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