Ferdinand Marcos o cómo llegar al poder “repartiendo dinero” y “prometiendo el oro y el moro”

El misionero Julio Cuesta Ortega cree que ha ganado las elecciones en Filipinas por la desinformación sobre la dictadura de su padre y gracias a su promesa de rebajar a la mitad el precio del arroz

Ferdinand Marcos, nuevo presidente de Filipinas

Pese a que la Iglesia católica de Filipinas se volcó en la campaña presidencial advirtiendo contra el riesgo de ver retroceder la democracia en caso de ganar el candidato derechista Ferdinand Marcos, hijo del que fuera dictador con el mismo nombre, este se impuso en los comicios pasado 9 de mayo a la candidata progresista, Leni Robredo, con fuerte vinculación eclesial.



Ahora, tras su toma de posesión, este 30 de junio, a la jerarquía eclesial del país no le ha quedado otra que aceptar la realidad y colaborar en esta nueva página en la historia del país. Etapa, por cierto, que sigue a la de Rodrigo Duterte, no menos intempestiva a nivel social (su pretendida guerra contra la droga dejó numerosos asesinados sin órdenes judiciales) y religioso, siendo los obispos los grandes atacados por el mandatario saliente.

Felicitado por el Papa, el nuncio y los obispos

Así, en lo que se pretenden que sean unas relaciones lo más normales posibles, Marcos se ha reunido con el nuncio, Charles Brown, quien destacó que este le mostró “su deseo de colaborar estrechamente con la Iglesia”, y ha recibido el protocolario saludo del papa Francisco (que le aseguró su oración para que sea “sostenido en sabiduría y fortaleza”) y el de la Conferencia Episcopal Filipina.

Con todo, basta con acudir a la base eclesial para comprobar la sensación de tristeza imperante. Así, Vida Nueva habla con el misionero español Julio Cuesta Ortega, religioso de la congregación Pequeña Obra de la Divina Providencia, fundada por el santo italiano Luis Orione, quien lleva 18 años sirviendo a los más pobres en Payatas y Montalbán, en el basurero de la Gran Manila, donde cientos de miles de personas se dedican a recoger restos de un mastodóntico vertedero.

Patrimonio robado

Para Cuesta, “resulta difícil de entender cómo la gente haya podido votar como presidente a un miembro de una familia (la Marcos) con unos antecedentes (una dictadura) con muchos puntos oscuros difícil de justificar… Entre ellos, la gran cantidad de dinero y otros bienes que se llevaron desde Filipinas y cuyo origen no han podido explicar, con sentencias de tribunales en contra de ellos y que nos ha cumplido”.

Pese a que “miembros de la Iglesia católica se ha manifestado en diversas ocasiones contrarios a la elección de un miembro de esta familia como presidente de la nación” y aunque “diarios de gran tirada nacional han publicado artículos con argumentos muy serios en contra de la familia Marcos”, la tozuda realidad es una: “El problema es que muchos de los que han votado por Marcos no leen los diarios y no conocen la historia de su familia al mando de la nación. Mucha de la gente que vota está muy condicionada por sus problemas económicos familiares y ante los que los intereses del país pasan a un segundo plano…”.

Fácilmente engañados

Así, la realidad que este misionero burgalés ha comprobado es que “hay políticos que recorren el país presentando su programa y ofreciendo dinero y regalos… Así, se ganan muy fácilmente el voto de la gente”. Con pesar, Cuesta observa que estamos ante “políticos que prometen a la gente ‘el oro y el moro’ si ellos son elegidos… Les engañan y, llegado el momento, olvidarán las promesas y estos se encontrarán con la cruda realidad, sin ningún tipo de ayuda”.

En este sentido, el religioso orionista pone un ejemplo determinante: “Se ha hablado mucho entre la gente de la promesa hecha por Marcos de reducir el precio del arroz a la mitad del precio actual… Una promesa de este tipo tiene un poder tremendo en una nación donde el arroz es, para muchos, el único alimento al que pueden tener acceso y con un consumo muy grande de este producto”.

Economía devastada

Y es que, como concluye, lo que ha ocurrido “solo es comprensible si se piensa que estamos en el ‘tercer’ o ‘cuarto’ mundo y con un futuro, a nivel económico, que se presenta bastante oscuro”.

Una realidad que ilustra el Instituto Estadístico Nacional Dennis Mapa, que informó a finales del año pasado de que, como consecuencia de la pandemia, que “eliminó puestos de trabajo y medios de vida, combinada con el aumento de los precios al consumidor por el aumento de los precios del petróleo”, alrededor de “cuatro millones más de filipinos se convirtieron en pobres en la primera mitad de 2021”. Dato que “eleva el total a 26,14 millones de filipinos pobres, pasando la incidencia de la pobreza del 21,1% de 2018 al 23,7%” actual.

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