Francisco en la ‘Cumbre’ de los Pobres: “¡Es la hora de arremangarnos para restaurar su dignidad creando puestos de trabajo!”

  • El Papa viaja a Asís para reunirse y rezar con 550 personas en situación de marginación
  • El sucesor de Pedro clamó a la opinión pública para que reacciones ante la esclavitud infantil y el maltrato a la mujer: “Es hora de que no tratada como moneda de cambio”

Se cumplen cinco años desde que el Papa instituyera la Jornada Mundial de los Pobres remarcar una opción preferencial para toda la Iglesia. Por este motivo esta mañana ha viajado a Asís para participar en la que podría ser considerada como la ‘Cumbre de los Descartados’. Jorge Mario Bergoglio ha congregado en la basílica de Santa María de los Ángeles a 550 personas en riesgo de exclusión para preparar esta jornada que se celebrará el domingo en todos los rincones del planeta. Junto a ellos compartió unos minutos de oración y diálogo en una escapada de apenas dos horas.



“¡Es la hora de que se les devuelva a los pobres su palabra, porque sus peticiones han sido desatendidas durante demasiado tiempo!”, expuso Francisco tras escuchar el testimonio de varios hombres y mujeres en situación de vulnerabilidad, entre ellos, un español.

El escándalo del hambre

Pero no se quedó ahí. En su alocución propuso medidas directas a la opinión pública para acabar con la desigualdad: creación de empleo, el fin de la esclavitud infantil y el cese de la violencia contra la mujer. Así, por un lado, planteó que “es hora de arremangarnos para restaurar la dignidad mediante la creación de puestos de trabajo”. Además, denunció “el escándalo” del hambre infantil y de aquellos menores que son esclavos y “arrojados al agua en medio de un naufragio, víctimas inocentes de toda violencia”.

Tampoco dudó en condenar la humillación que viven miles de mujeres: “Es hora de que la violencia contra la mujer cese y sea respetada y no tratada como moneda de cambio”. “Es hora de romper el círculo de la indiferencia para volver a descubrir la belleza del encuentro y el diálogo”, resumió.

Dedo acusador

El pontífice se lamentó el dedo acusador de una sociedad en la que “a menudo la presencia de los pobres se ve con fastidio”.  “¡A veces escuchamos que los pobres son responsables de la pobreza!”, exclamó, consciente de que se trata de una excusa para “no realizar un serio examen de conciencia sobre sus propios actos, sobre la injusticia de algunas leyes y medidas económicas, sobre la hipocresía de quienes quieren enriquecerse en exceso”. En cambio, todos estos argumentos se utilizan, según Francisco, para “echar la culpa sobre los hombros de los más débiles”.

“No olvidemos que la primera marginación que sufren los pobres es la espiritual”, compartió Francisco con los presentes. El Papa elogió la generosidad de quienes “encuentran algo de tiempo para ayudar a los pobres y llevarles comida y bebidas calientes”. Pero, sobre todo, apreció “cuando escucho que estos voluntarios se detienen un rato para hablar con la gente, y a veces rezar junto con ellos”. Por eso, les planteó a los pobres presentes que Dios “no nos deja nunca solos, siempre nos acompaña en cada momento de nuestra vida”.

Sentido de fraternidad

Por eso, hizo un llamamiento a la Iglesia para trabajar por la acogida de los últimos. “Donde hay un verdadero sentido de fraternidad, también está la sincera experiencia de acogida”, defendió, frente a otro escenario posible: “Donde en cambio existe el miedo al otro, el desprecio por su vida, entonces surge el rechazo”. El Papa se mostró convencido de que “la acogida genera un sentido de comunidad; al contrario, el rechazo se cierra en el propio egoísmo”. En este momento, no dudó en remitirse a santa Teresa de Calcuta para recordar cómo vivía ella su entrega. “¿Cuál es la mejor acogida? La sonrisa”, exponía la fundadora de las Misioneras de la Caridad.

Dentro de las condiciones extremas en las que viven quienes le escuchaban, Francisco les animó a “saber estar satisfechos con lo poco que tenemos y compartirlo con los demás”. Y lo hizo remitiéndose a las vivencias de San Francisco de Asís, el ‘Poverello’ que ha marcado tanto el nombre del sucesor de Pedro como su pontificado.

Resistir ante la adversidad

En este contexto, les instó a “resistir” ante la adversidad, pero no como “una acción pasiva” sino con “la valentía para emprender un nuevo camino sabiendo que dará frutos”.  “Resistir significa encontrar razones para no rendirse ante las dificultades, sabiendo que no las vivimos solos sino juntos, y que solo juntos podemos superarlas”, explicitó.

Francisco regresó en torno a las once de la mañana a Roma, mientras que los participantes en el encuentro compartieron el almuerzo con el obispo Domenico Sorrentino, pastor de la diócesis de Assisi-Nocera Umbra-Gualdo Tadino.

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