Tribuna

León XIV: pensar y elegir

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Llevamos tres semanas de audacia periodística y de desconcierto general. Abandonado el tradicional respeto por la persona del Pontífice en general, disparado el juicio de cada ciudadano en función de premisas políticas, sociológicas y sectarias, cristianos y no se han convertido en jueces y psicólogos del Papa muerto y del Papa vivo, convirtiendo, a veces, en un aquelarre el intermedio pontificio. ¿Volverá a la Tradición el elegido o seguirá el camino revolucionario del anterior?, se han preguntado muchos.



Ha llamado poderosamente nuestro interés la conmoción generalizada y la atención desbordante de todos los medios de comunicación, pero con una profesionalidad desigual de muchos comentaristas. La comunidad eclesial ha vivido necesariamente el evento en los medios de comunicación social, generalmente con criterios políticos y sociales de espectacularidad.

Los cristianos que viven y practican su fe en Cristo en una comunidad de fe, apenas encuentran ocasión para la reflexión y para comentar comunitariamente el significado de la muerte de un Obispo de Roma y de su tranquilo cambio por otro. Esta situación tiene consecuencias trágicas para nuestra comunidad creyente.

LXIV De Espaldas

En un artículo de Pedro García Cuartango en el ABC del 10 de mayo, encontramos: “León habló mucho de Dios y poco de los hombres, lo que marca un cierto distanciamiento de la figura de Francisco, centrada en el acercamiento de la Iglesia a los pobres y los marginados y el velado reproche al clericalismo”. (…) “Esto enlaza con la filosofía de san Agustín, que consideraba que la fe en Dios es el vehículo para la salvación del alma, por encima del amor al prójimo y de otros mandatos evangélicos”. Obviamente, este escritor y muchos otros hemos olvidado el mandamiento que nos enseñó repetidamente Cristo: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”.

Diferencias entre papas

En un planteamiento todavía más circunstancial, se fijaron no pocos polemistas en el hecho de que Francisco se presentó en el balcón simplemente con la sotana blanca y León XIV incluyó la muceta y la estola, de lo que dedujeron con audacia diferencias teológicas y programáticas mutuas. Obviamente, el nuevo Papa será diverso en muchos aspectos al Papa anterior y al siguiente, pero, en su primer día, manifestó su coincidencia en dos temas claves para la Iglesia actual: la necesidad de profundizar y poner en práctica el Concilio Vaticano II y la sinodalidad.

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