Tribuna

La independencia y la libertad contra los abusos

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La falta de independencia económica representa el mayor obstáculo que impide a las mujeres salir de situaciones de violencia. Pero, ¿qué sucede cuando la dependencia económica es consustancial a la elección de vida o cuando no es el resultado de la opresión, sino de una entrega a la vida comunitaria, ya sea a través del voto de pobreza o de austeridad?



¿Cuánto y cuándo el ejercicio de una autoridad superior, vinculada al voto de obediencia, se convierte en un abuso de poder y también “financiero” y en una forma de violencia económica?

¿Y en qué medida y cómo la dependencia económica se convierte en un factor que frena la denuncia de los abusos sexuales sufridos por las consagradas de parte de los religiosos? ¿El sometimiento económico de la víctima es un elemento de chantaje y coacción por parte del abusador?

Religiosas, abogadas y activistas que están lidiando con el fenómeno de los abusos perpetrados contra las consagradas de parte de consagrados tratan de dar respuesta a todas estas preguntas. En las recientes disposiciones introducidas con determinación por el Papa Francisco, e implementadas por algunas Conferencias Episcopales, se incide en la categoría de persona vulnerable, ampliando el significado contenido en otros textos y derivado de las interpretaciones canonistas vigentes sobre los delitos contra el sexto mandamiento.

Una religiosa de perfil

En el apartado 2 del art. 1 del Motu Proprio de 26 de marzo de 2019 Sobre la protección de menores y personas vulnerables, “vulnerable” se define como “toda persona en estado de enfermedad, deficiencia física o mental, o privación de la libertad personal que, incluso ocasionalmente, limite su capacidad de comprender o querer o, de resistirse al delito”. ¿Se incluirá en ella a las consagradas maltratadas sin que suponga una humillación mayor?

La caja de Pandora, ya resquebrajada por la fuerza de algunas mujeres valientes apoyadas por superioras libres, se ha roto. Una fractura que llevó a un Papa a llamar “lobos” depredadores a sus “hermanos”. Se está haciendo camino al andar, pero el camino todavía es largo.

*Artículo original publicado en el número de octubre de 2021 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva

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