Cardenal Cristóbal López Romero
Cardenal arzobispo de Rabat

Venid y vamos todos


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Venir e ir todos juntos es una buena explicación de la palabra “Sínodo”, pero hoy este comentario no va de sínodo. Aunque quizás sí.

El título –ya lo han adivinado los amigos lectores, al menos los que tienen una cierta edad– va de mes de mayo y va de María, la madre de Jesús… “que madre nuestra es”.

Mes de mayo, primavera, mes de las flores y mes de María: todo ello enmarcado casi totalmente en el tiempo pascual.



Celebrar a María en este mes no es un anacronismo ni una historia del pasado, a condición de que no caigamos en un pietismo ñoño e infantiloide. Poner a la vista de todos la figura de María es una excelente forma de vivir la Pascua. En efecto, Ella es la mujer pascual por excelencia, la mujer que ya ha recorrido el camino en el que nosotros todavía estamos, la mujer que ha alcanzado la meta hacia la cual nosotros todavía peregrinamos: la casa del Padre, la Vida en plenitud y para siempre, el cielo, el estar con Cristo sentados a la derecha del Padre.

Esta mujer, ya resucitada y asunta al cielo, no escatima medios para seguir ayudando a sus hijos adoptivos, de la misma manera que ayudó a su prima Isabel o a los novios de Caná. Ella hace todo lo que está en su mano, y lo que no puede hacer, se lo encarga a su Hijo, que Ese sí puede.

Esta mujer se hace querer y se deja querer. Quienes la queremos, le ponemos toda suerte de nombres, adjetivos y epítetos, muchos de ellos geográficos (Montserrat, Fátima, Lourdes, Caacupé) y otros cualitativos (Madre, Inmaculada, Virgen, Santísima, Auxiliadora, Socorro…); pero, aunque ella acepta todo eso y mucho más por el cariño con que sus hijos le inventan apodos y apellidos, yo creo que lo que más le gusta, como a todos, es que la llamen por su nombre: María, simplemente María.

Madre nuestra es

Ella permite que la vistan de mil maneras y que la saquemos en procesión zarandeándola a diestra y siniestra, arriba y abajo. Normalmente son los padres quienes juegan con sus hijos pequeños, pero aquí somos los hijos los que jugamos con la madre. Lo que cuenta es el cariño.

Pues sí, en este mes, venid y vamos todos con flores a María, con flores a porfía, que madre nuestra es. Y este ir y venir todos con María, ¿no será también hacer sínodo?

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