Rafael Salomón
Comunicador católico

Un creador con un propósito


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El mar, una embarcación, el pescador, una ola, el vuelo de un ave. Todo nos cuenta algo y en ese todo, podemos encontrar la presencia de Dios ¿cuántas historias encontramos a nuestro alrededor? ¡Cuántas manifestaciones de amor hay en la creación! Mucho más en nuestras vidas, en ocasiones por la rapidez con la que vivimos, se nos escapan momentos sublimes y únicos. Así me sucedió hace unos instantes, me encontraba en un viaje de trabajo y después de enviar un par de correos, me di cuenta que el escritorio donde me encontraba, estaba de espaldas al mar.



Lo giré y ahora veo de frente al inmenso mar, el sol se encuentra en su mayor intensidad, un reflejo que las palabras no podrían expresar tanta belleza, así como el movimiento constante de las olas. En esta descripción de una acuarela viviente, donde todo se mueve y en la que me recuerda la creación de Dios, mi atención se centra en tres pescadores, quienes al parecer, extienden sus redes, repiten movimientos, los cuales me hacen pensar en una coreografía, donde cada momento está sincronizado, en la que nada es casual, todo tiene una razón y un objetivo claro: pescar.

Si nuestro afán por conocer más del amor de Dios fuera así, intenso como el esfuerzo de esos pescadores, la entrega con la que realizan su labor, estoy convencido de que la relación que tendríamos con nuestro Padre celestial, sería diferente, más plena y con un reconocimiento del inmenso amor que tiene para nosotros.

Observar simplemente

La inmensidad de este mar, el reflejo del sol sobre él, el sonido de las olas cuando llegan a la arena, es místico y me llena de una enorme paz. Mis sentidos  se embelesan, es un efecto tan hermoso, porque es tanto, porque es todo y porque admirar es algo que hemos dejado de hacer en nuestras vidas, parece que ya nada nos impresiona, que todo se resume a una foto para compartir en las redes sociales.

Hombre en el mar

Hombre en el mar. Foto: EFE

Darnos tiempo y tomarnos el tiempo para observar simplemente, sin pretender nada más que eso. Yo lo veo en este instante, la presencia y certeza de que nada es casualidad, hay un creador con un propósito, sería muy complicado que tanta belleza fuera producto de la casualidad.

El mundo no es el resultado del azar ciego, sino la expresión del Logos, del sentido, del amor creador de Dios”. (Cardenal Christoph Schönborn).

Agradecer la presencia de Dios

Sin duda, la creación es un acto de amor divino, desde lo microscópico, hasta lo inmenso como este impresionante mar. Seguiré admirando con cuidado, con detenimiento, cada detalle aunque mi percepción sea limitada, creer que por dedicarle una mirada al mar, lo he conocido, es un error. En ocasiones así nos sucede con las personas, por estar con ellas unos cuantos instantes, creemos que ya las conocemos.

“¡Cuántas son tus obras, Señor! Todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas”. Salmo 104, 24.

Es momento de hacer una pausa, de mirar con el alma y con sinceridad reconocer que en cada lugar de este mundo hay una huella de amor infinito, tal vez sea momento de observar con cuidado y de agradecer la presencia de Dios.