¿Quién mira por nosotros?


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Llevamos una temporada en que cada día nos sorprende con nuevas noticias sobre robos y otras mangancias en el entorno del PSOE y, quizá, del Gobierno, una oleada verdaderamente preocupante y que no sabemos cómo y cuándo acabará. Ante este hecho, una reflexión que se escucha fácilmente –expresada de una u otra manera– es la de preguntarse quién mira por nosotros, es decir, quién se ocupa de las cosas que nos interesan a los ciudadanos y deja de dedicarse a las suyas.



A propósito de esto, en hebreo, la palabra “pastor” (‘ro‘é’) está ligada al verbo ‘ra‘á’, que es “cuidar, apacentar”. Pero, curiosamente –o quizá no tanto–, un verbo muy parecido es ‘ra’á’, que significa “ver”. De modo que podríamos pensar que el pastor es aquel que cuida del rebaño porque es el que ve lo que sucede y así puede reaccionar. Probablemente es lo que esté debajo de la imagen que constituye el centro del Salmo 23 (o 22 según la numeración litúrgica): “Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan” (v. 4).

La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha accedido este viernes a la sede del PSOE,

Lo que se está diciendo en este versículo es que las ovejas caminan por cañadas oscuras, es decir, sin posibilidad de ver con claridad; por eso, al escuchar el sonido del cayado del pastor, que camina a su lado, quedan sosegadas y tranquilas. De esta manera, se estaría diciendo que Dios, “mi pastor” (‘ro‘í’, como se dice al comienzo del salmo), es el que ve y, por tanto, puede cuidar de mí (con esa imagen quizá hoy no demasiado apropiada de los rebaños de ovejas).

Escuchar y conocer

Esa mirada benevolente de Dios hacia nosotros es la que también se contempla en el texto de Ex 3,7: “El Señor le dijo [a Moisés]: ‘He visto [verbo ‘ra’á’] la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los opresores; conozco sus sufrimientos’”. La acción divina ha comenzado con la visión; una visión que se completa con otros dos verbos: “oír” (aquí sería mejor “escuchar”) y “conocer”, que, como se sabe, en el mundo de la Biblia implica una dimensión de experiencia y, por tanto, alejada del sentido puramente conceptual que solemos concederle. Una magnífica forma de presentar la implicación “vital” de Dios con ese pueblo que está oprimido en Egipto, que no es un pueblo cualquiera, sino “mi pueblo” (‘‘ammí’).

Mirar por alguien es una preciosa expresión que habla del cuidado que hemos de prodigarnos unos a otros. Ojalá todos lo pudiéramos hacer, pero, especialmente, aquellos que, según dicen, tienen una vocación política, es decir, relativa a la vida de los ciudadanos (habitantes de la ‘polis’, la ciudad).