¿Qué es lo más importante?


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Ahora que se está celebrando en Sevilla la IV Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, de la Organización de Naciones Unidas, se escucha mucho una palabra: “multilateralismo”. Según la IA de Google, el multilateralismo “alude a una acción colectiva coordinada entre al menos tres actores e implica que los participantes comparten la idea de que deben trabajar juntos para resolver problemas que son excesivamente complejos para abordarlos de manera individual”.



En principio, el multilateralismo está muy bien, ya que supone la participación, y eso siempre es bueno. Pero eso no quita para que haya cuestiones sustanciales más allá de aquellos que opinen sobre ellas. Sin ir más lejos, en un poema de Rafael de León se aludía a una copla: “¿Te acuerdas de aquella copla / que escuchamos aquel día / sin saber quién la cantaba / ni de qué rincón salía?… / […] ‘Toíto te lo consiento / menos faltarle a mi mare, / que una mare no se encuentra / y a ti te encontré en la calle’”. Pues eso, que madre no hay más que una.

Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo de la ONU en Sevilla

En el mundo judío, sobre todo desde la llamada época del Segundo Templo (el judaísmo a partir de la vuelta del destierro, en el siglo VI a. C.), esa cuestión sustancial se resume en una declaración-oración que se conoce como ‘Shemá’: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor”. En realidad, esto es solo el comienzo de una fórmula más larga, tomada de Dt 6,4-9; 11,13-21; Nm 15,37-41.

Se trata de una oración que el judío recita dos veces al día, al comienzo y al final de la jornada, y que la tradición manda que se recite al oído del bebé cuando se produce un nacimiento y al del anciano antes de morir, de manera que lo primero y lo último que escuche un judío cuando viene al mundo y cuando lo abandone es precisamente la confesión de la unicidad de Dios, probablemente el “artículo” más destacado del credo judío.

Jerarquizar

En el Nuevo Testamento hay una escena que habla de lo “único necesario”: cuando María –la hermana de Marta y de Lázaro– está a los pies del Señor en Lc 10,42. Dice Jesús que, a diferencia de Marta, ocupada en muchas cosas, María ha escogido la “mejor parte”, que es justamente escuchar al Maestro. No se trata de elegir entre la actividad –imprescindible– y la contemplación, sino, precisamente, de jerarquizar.

Por más multilaterales que nos pongamos, siempre habrá cosas que nos resulten sustantivas. Esas son las importantes.