En ocasiones llegamos a perder hasta las formas sociales cuando se consume alcohol, se dicen y hacen cosas que en otros ambientes sería imposible de realizar y es que las reuniones o fiestas nos relajan al grado de mostrar a nuestro ‘yo’ oprimido, tal vez una personalidad ‘reprimida’ y es ahí donde esta reflexión quiere llegar.
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Si hay menores de edad, todas nuestras actitudes, comentarios y acciones, les están enseñando cómo deben comportarse, la manera en la que pueden ser en los momentos de fiesta y celebración. La pregunta que quiero hacer es: ¿Cómo festejas? Las fiestas son una muestra de alegría, camaradería y de enseñanza.
Quiero poner la atención necesaria a este importante aspecto: Las fiestas y celebraciones nos enseñan y aunque si bien es cierto, en una reunión familiar nos relajamos y hasta mostramos aspectos muy íntimos de nosotros, son una ocasión muy especial para dar a conocer aquello que solo algunas personas pueden presenciar de nosotros.
Música y conversación
Y aquí es también donde nuevamente aparece la enseñanza, conozco a muchas familias donde la celebración inicia con el ofrecimiento de alguna bebida y botanas, recuerda que eso lo están viendo los menores, de manera que, esta acción es parte de un aprendizaje cultural; así lo verán normal y necesario cuando crezcan.
Posteriormente, en el lugar pondrán música tipo: narco-corridos y regaettón donde las letras pueden llegar a ser tan explicitas motivando a acciones inmorales y alejando de las buenas costumbres y tradiciones. Nos encontramos ante un aspecto delicado porque las personas en la reunión dirán que no tiene nada de malo. Que sólo es música de fondo y que nadie pone atención al contenido de lo que se escucha.
En parte tienen razón, pero recordemos que las generaciones más jóvenes no cuentan con un criterio bien formado y asumirán que se trata de lo que se debe hacer. Ahora pasemos a la conversación, como lo mencioné en muchas familias es algo superficial, sólo comentarios simplones, sin ganas de profundizar en aspectos de interés como conocer realmente los planes, puntos de vista y aspectos que verdaderamente construyen una relación.
Una fiesta ¿para qué?
Entonces la fiesta transcurre sólo entre bromas, chistes y aquello que genera una risa rápida, así pasan horas y horas. Una vez más y sin afán de criticar a nadie, percibo que aquella reunión está enseñando a las nuevas generaciones que una fiesta está hecha para perder el tiempo y no valorar a la persona. Comprendo que es un acto lúdico, que es para relajarse, pero también es una hermosa oportunidad de aprender y conocer a profundidad, de crear lazos y entablar conversaciones serias.
Pero si sólo es beber por beber, la reunión termina hasta en peleas y discusiones. Frecuentemente el alcohol motiva a estos desacuerdos, la falta de control y medida provocan tragedias. La forma en que muchas familias llevan a cabo estas reuniones, han perpetrado patrones de comportamiento heredados de generación en generación, donde la fiesta debe ser así y no se razona la manera en que se lleva a cabo. Muchos de nosotros aprendimos que así tenía que ser y se sigue realizando de la misma manera.
Las fiestas nos enseñan y qué es lo que queremos que aprendan las nuevas generaciones cuando se lleva a cabo una de ellas. Reflexionemos y razonemos cómo son nuestras fiestas y celebraciones.