Flor María Ramírez
Licenciada en Relaciones Internacionales por el Colegio de México

Los migrantes ¿a quién le importan?


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El salvadoreño Óscar Martínez, escribió hace más de una década el Libro “Los Migrantes que no importan”, resultado de una osada investigación documental que definitivamente marca mi perspectiva sobre la migración y que recomiendo. Desde hace más de una década, el periodista narró la travesía que para entonces ya vivían las personas migrantes provenientes de Centroamérica en su paso por territorio mexicano. Las de aquella publicación son narrativas desgarradoras y deshumanizantes que sólo sobrepasa la realidad de una década después. Por eso hoy quiero convertir el título en pregunta: los migrantes ¿a quién le importan?



En días pasados, otra tragedia en la ruta migratoria, 54 personas migrantes la mayoría provenientes de Guatemala perdieron la vida. Más allá de la imprudencia de un conductor de tráiler por llevar 160 seres humanos sin seguridad alguna por un camino sinuoso, se encuentra un negocio mortal que se ha convertido en la única vía factible para buscar la sobrevivencia y no agotar la esperanza de una vida mejor. Esta situación se vive dramáticamente en otras latitudes, así lo constatan los frecuentes accidentes en el mediterráneo que han cobrado la vida de miles de personas migrantes en su ruta a Europa han dejado al descubierto el rol de los traficantes y el ángulo lucrativo de este fenómeno. Recibimos las tristes noticias de naufragios vía marítima, de miles de migrantes rescatados, desde Lampedusa en 2013 hasta el Canal de la Mancha hace un par de semanas.

migrantes

Foto: Estudio Wester Ricardez

He seguido el fenómeno de tráfico ilícito de migrantes desde hace al menos 8 años por razones profesionales. Este se ha convertido para mí en un negocio mortífero y nada ético que empezó con la idea inofensiva y hasta romántica de los años 80´s que la gente se podía ir para el norte con ayuda de un guía, la imagen de un tipo buena onda que por algún dinero te llevaba al norte. ¿A quien le importaba en aquella época? Gobiernos de origen y destino, no tomaron el pulso de algo que posteriormente se saldría de las manos. “Al fin la gente se seguirá yendo, las remesas son un gran motor de desarrollo”.

Los desencuentros en la política migratoria y de seguridad, junto a la desinformación y desesperación de las personas en origen por ver limitados sus derechos más fundamentales por parte de sus gobiernos, se convierten en caldo de cultivo para que por décadas la idea de tener “un guía” ahora llamado coyote o pollero que te lleva a toda costa a tu destino, siga vigente. No obstante el fenómeno ha tomado impensables proporciones. La literatura sugiere que el tráfico ilícito de migrantes opera como una lógica de incubadora en localidades geográficas muy específicas de las rutas migratorias que el negocio de tráfico ilícito de migrantes logra estar integrado a las economías locales. Visto como una estrategia rentable de las redes de narcotráfico, este negocio abarca desde el trasporte en un tráiler o camión de carga, hasta complejas operaciones logísticas con una amplia gama de servicios como la producción de documentos falsos de diversas clases, incluyendo pasaportes, documentos de viaje o de identidad, visas y otro tipo de identificaciones y permisos; servicio de traducción e interpretación; e inclusive alojamiento en hoteles y residencias temporales. Los pagos en la ruta de Centroamérica a México rondan en plena pandemia entre los 13,000 y los 15,000 dólares. ¿A quién le importa? Las personas migrantes siguen siendo carnada fácil al asecho no solo de las redes criminales, sino también de una forma de Gobernar que limita los derechos fundamentales, de la agonía del Estado que está carcomido por intereses que se alejan del interés público. ¿A quién le importan? Aunque pocas voces claman y muchas callan, sí le importan a los cientos de casas liderados por religiosas y religiosos que en el camino ofrecen la ayuda humanitaria y defienden sus derechos, también le importan a sus familias desgarradas por el dolor de la pérdida. También le importan a sus comunidades de fe, quienes oran por su descanso eterno sin dejar de luchar por su memoria.