Las potentes armas empleadas en la guerra actual amenazan con llevarnos a una barbarie superior a la de los tiempos pasados. En nombre de la dignidad humana y del derecho internacional, repito a los responsables lo que decía el papa Francisco: ¡La guerra es siempre una derrota! Y afirmo con Pío XII: “Nada se pierde con la paz, todo puede perderse con la guerra”; y con el papa León XIV: “elijamos con determinación el camino del diálogo, la diplomacia y la paz”.
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El odio nos lleva a aniquilarnos sin medir consecuencias, la destrucción del hombre por el hombre, no nos da tregua, siguen surgiendo guerras por múltiples motivos, diferencias y causas, jamás justificadas. Al final es muerte y destrucción lo que queda, dolor y heridas que solo generan rencores y espirales de violencia imparables.
Es triste reconocer que a lo largo de la existencia del ser humano siempre ha sido así, hemos llegado a normalizar la brutalidad y hemos hecho de la guerra un ‘arte’ donde el ganador es quien deja más ‘bajas’; para ser honesto, no hay ganadores en ninguna guerra, eso lo hemos confirmado con el tiempo, jamás encontraremos ganadores en un conflicto.
Rencor y venganza
En este problema mundial que ha tomado dimensiones inimaginables, donde el riesgo ahora es latente para todos, no debemos permanecer indiferentes ante este momento de la historia, ya que una decisión puede volver este mundo en algo apocalíptico. Encontramos en el capítulo 13 en los versículos 7 al 9 del libro del Apocalipsis, donde Juan ve bestias de apariencia feroz que representan a reinos terrenales que se han degradado y están bajo el dominio de Satanás — El diablo realiza milagros y engaña a los hombres.
“Y le fue dado hacer la guerra contra los santos, y vencerlos. También le fue dada autoridad sobre toda tribu, y pueblo, y lengua y nación. Y la adoraron todos los que moran en la tierra, cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. Si alguno tiene oído, oiga”.
No deseo entrar en interpretaciones, me quedaré solo con el tema de la guerra, esa que es despiadada y termina con la vida de niños y adultos con una indiferencia que ‘hiela’ la sangre. Nuevamente, estamos muy lejos de la fraternidad y el respeto, seguimos viviendo la ‘ley del talión’, donde el rencor y la venganza son elementos que alimentan la hermandad entre los seres humanos.
Diálogo y respeto
Sin querer ser fatalista y por supuesto, sin infundir criterios alarmistas, reflexiono acerca del peligro al que nos puede llevar un conflicto mundial, donde la falta de amor y sensatez se alejan del corazón de los seres humanos.
“La guerra no solo mata cuerpos; también deshumaniza, reduce la vida a mera contabilidad de pérdidas, destruye el lenguaje con el que podríamos lamentar y resistir”. Judith Butler (filósofa estadounidense, especialista en ética y política).
Es necesario y urgente cambiar la forma de solucionar nuestros conflictos, sin violencia, sin armas nucleares, sin muerte que solo nos dejará destrucción. Elevemos nuestras oraciones para que las diferencias en esta tierra puedan resolverse con diálogo y respeto, que muestren nuestra evolución como personas y así vivir en la tan anhelada paz. Recordemos que lo que se opone al amor es el egoísmo.