Por siglos, la humanidad ha asentado su esperanza en la razón y todo lo que con ella hemos podido desplegar. Evidentemente, los avances tecnológicos, de ciencias, ingeniería, sociales, ecológicos y otros como la inteligencia artificial dan cuenta de un progreso real. Sin embargo, como toda creación, se puede usar para bien o para mal y hoy estamos en un punto crítico donde la dimensión espiritual debe equilibrar la balanza para que primen la vida, la belleza y la fraternidad.
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Por todas partes vemos cómo muchos están haciendo “aguas”, víctimas de guerras, violencia, adicciones, pobreza, enfermedades, problemas psico-emocionales, soledad, desastres naturales o desplazamientos forzados que parecen no tener salida. Los espíritus malignos han tomado cada vez más fuerza y están deshumanizándonos, destruyéndonos, dividiéndonos, aislándonos y generando diferentes tipos de muerte en el ser, en la familia, en la sociedad y en el planeta.
El único camino
Para contrarrestarlos y generar una resistencia activa que permita liberarnos de esos grilletes y cadenas, salir de los sepulcros en que nos hemos metido y tirar a toda esta legión al mar (Sn Mc 5,1-20), el único camino es promover la espiritualidad; es decir, dejar que el Espíritu Santo nos llene, conduzca y permita reconectarnos con nosotros mismos, con los demás y con la creación.
No se trata de eliminar la razón, la lógica ni la inteligencia humana, sino de comandarla desde un parámetro diferente al actual. Es elevarla a una dimensión que nos permita hacer consciente que somos creaturas, que estamos interrelacionados, que nos debemos mutuo cuidado, que somos naturaleza y dependemos de ella, que valemos por existir y no por tener ni aparentar, que somos amor y que amando y sirviendo alcanzamos la plenitud y el bienestar y que el modelo a seguir es el de Cristo.
Conocimiento profundo y disciplinado
Solo a través del conocimiento profundo y disciplinado de nuestra esencia a través de la oración, el silencio, la conexión, el decante diario de lo vivido, el discernimiento, la contemplación y el agradecimiento podremos enfrentar de una forma distinta la complejidad actual. Algunos ejemplos nos pueden ayudar:
- La tecnología al servicio de la humanidad: la inteligencia artificial (IA), por ejemplo, es una herramienta poderosa que, si se utiliza de manera ética y guiada por un propósito noble, puede contribuir enormemente al bienestar de la humanidad. Imaginemos una IA que no solo optimiza procesos, sino que también promueve la justicia social, la equidad y el acceso a recursos para todos.
- Sanación a través de la espiritualidad: lo mismo ocurre con las adicciones o las enfermedades. Un enfoque espiritual puede transformar el sufrimiento en una oportunidad para el crecimiento personal y comunitario. Por ejemplo, una persona que lucha contra una adicción puede encontrar fuerza en la espiritualidad para sanar, entender el origen de su sufrimiento y reconectar con su propósito. Así, también puede ser una ocasión para que otros lo cuiden y se fortalezcan los lazos a través de la vulnerabilidad.
- La economía al servicio del hombre: el desarrollo económico y/o empresarial ordenado por un espíritu magnánimo y creativo podría acortar las brechas de la pobreza y desigualdad y generar sustentabilidad.
El poder de amar
Con un espíritu robusto, claro y consciente de su vulnerabilidad y potencial, cualquier dilema cambia de matiz y se puede generar vida y paz. No será una paz perfecta, idílica, sin conflictos ni ambigüedades, pero será mucho mejor que lo que vivimos en la actualidad. Vivir la espiritualidad es ejercitar la mayor capacidad humana, que es amar. Ha sido amando y cuidando los vínculos como la vida ha seguido adelante, cultivando la esperanza a pesar de la dificultad. Sin embargo, ahora es necesario vivirla, testimoniarla, enseñarla, promoverla y anunciarla en todas partes como el antídoto de salvación que Jesús nos vino a legar.
El Amor/Dios es más fuerte que todo y todos y siempre va a triunfar. Solo necesita nuestra cooperación activa y nuestros espíritus encendidos, para demostrar que la vida es linda, que hay una inmensa mayoría de gente buena, que juntos podemos construir su reino aquí y ahora.