Rafael Salomón
Comunicador católico

Enseñanzas para una reflexión profunda


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Es bien sabido lo que Jesucristo compartió en el Sermón de la Montaña, una recapitulación de sus enseñanzas escritas en el evangelio de San Mateo. No cabe duda que, lo expresado en ese momento es para sus discípulos más cercanos, al compartirles que serían Bienaventurados si los maldicen y persiguen por su nombre. Menciona que serán la sal de la tierra y la luz del mundo, expresiones que sin duda fueron dichas a los más cercanos, no a una muchedumbre.



Gracias a la intimidad del Sermón de la Montaña nos llega la lección social más concreta de Jesús a los predestinados por el Padre. Lo mismo ocurre con el que algunos autores han llamado el “Sermón del Lago” que, a diferencia del Sermón de la Montaña, este sí fue dado a conocer a una gran multitud. Era la tercera vez que Jesús subía a bordo de una barca para enfrentarse con la multitud que le escuchaba desde la orilla: “venían apresuradamente a él desde las ciudades”.

En el pequeño comentario que hace San Marcos del Sermón del Lago parece querer disculpar al Maestro de lo sencillo de su estilo, porque “les habla en los términos en que podían entenderle“, es decir, en parábolas.

cruz, montaña, lago

¿Queremos seguir a Jesús?

Desde el lago, Jesús comparte sobre el sembrador cuyas tres partes de siembra se pierden, sobre la luz que hay que colocar en el candelabro y no ponerla bajo la cama, sobre el plácido crecimiento de la semilla en hierba, espiga y fruto maduro, sobre el otro sembrador cuya cosecha es envenenada por la cizaña depositada traicioneramente en los surcos mientras duermen los labradores, sobre el pequeño granito de mostaza destinado a ser gran árbol, o sobre el diminuto pedazo de la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina.

Estas son las parábolas que constituyen el “Sermón del Lago” y San Mateo termina escribiendo: “Y entonces, despidiendo a la muchedumbre, fue a su casa”. La enseñanza dada desde la barca a un gran número de personas contrasta con aquel sermón dicho entre sus más allegados.

El impacto sigue siendo enorme en ambos casos, sermones que adquieren vida nueva cada vez que son recordados, aunque la narrativa cambia de acuerdo a las circunstancias, el contenido tiene un simbolismo único acerca del Reino. El de la Montaña, como el del Lago son enseñanzas que taladran nuestra existencia y nos llevan a una reflexión sincera y profunda ¿queremos seguir a Jesús?

En estos dos Sermones encontramos pregunta y respuesta, con un alto grado de sinceridad y compromiso. Volvamos a leer y a escuchar cada palabra que hay en el Sermón de la Montaña y en el Sermón del Lago para encontrar las promesas que tendremos si nos decidimos por el Reino y por seguir al Maestro Jesús, Hijo de Dios.