¿Te imaginas una vida sin horarios? ¿sin pretender ser productivo? ¿sin buscar actividades aparentando que se ha alcanzado el éxito? Para algunas personas ¡sí es posible! Hace unos días en las redes sociales apareció una pareja que mostraba un estilo de vida muy sencillo, vivían en el campo, cosechaban sus propios alimentos. Esta pareja construyó su casa con materiales que la naturaleza les ofrecía.
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Ambos compartían las bondades de vivir con ese particular estilo de vida, donde se alejaban de la excesiva productividad, la evaluación y medición de sus actividades, lejos de las comodidades modernas. Ellos en el campo, cosechando su comida y así disfrutando cada momento de su existencia. Los comentarios ante las imágenes que compartían, fueron de total desacuerdo, atacaron su falta de emprendimiento y sus ganas de querer sobresalir en una sociedad donde todo se mide.
Cuando alguien intenta ser diferente y salirse de los ‘moldes’ establecidos, se le etiqueta y no se comprende que tengan aspiraciones diferentes. El ejemplo de esta historia me ha hecho pensar en aquellas personas que deciden tomar un camino diferente en la fe, aquellos que desean encontrar a Dios lejos de las comodidades, de los objetivos y de las ventas.
Una espiritualidad real
Una espiritualidad real y alejada de la sociedad consumista, de los estándares que establecen el significado de éxito. Se trata de dejarlo todo y comenzar con una vida diferente y entregada a Dios.
“Jesús respondió: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme. Cuando el joven oyó esto, se fue triste porque tenía muchas riquezas”. Mateo 19, 21-22.
Mientras más dinero, más exitoso, a mayor estatus, significa que se ha triunfado en la vida, tener por encima del ser es a lo que se aspira. Cuando alguien se sale de lo establecido, entonces se le cuestiona y se le aísla de los demás. Pensar diferente no es opción, no es un buen prospecto para convertirse en un consumidor, así nos califican las grandes empresas, estas eligen nuestros gustos y detonan nuestros deseos, para ellos solo somos números y estadísticas.
Regresemos a Dios
Dar el paso a dejarlo todo para alcanzar la perfección no es algo a lo que se aspire en esta sociedad, tampoco es un acto de inspiración para la gran mayoría de la humanidad. El mensaje radical del Evangelio es claro, la enseñanza contundente y moverse hacia la simplicidad y sencillez, llega a no ser bien visto para nuestra manera de vivir, donde hemos acabado y devastado los recursos naturales por el deseo desmedido de obtener dinero a pesar del daño que esto ocasiona.
“El Evangelio nos llama a una desescalada, a una renuncia activa al poder y al consumo que nos esclavizan. Es un mensaje subversivo para una sociedad que idolatra el progreso”. Ivan Illich
Creo que deberíamos detenernos, evaluar nuestros deseos y comenzar a vivir con tranquilidad, sin esperar sobresalir, sin aparentar un falso éxito que al final a nadie le interesa. Regresemos a Dios, a su amor, a su sabio consejo de disfrutar lo creado y depender de Él. Si tan solo nos hubieran abierto la posibilidad de tener una vida diferente, estoy seguro que muchas personas vivirían más plenas y sin tantas exigencias. Un mundo diferente es posible con Dios, siempre con Dios.