Rosa Ruiz
Teóloga y psicóloga

Empoderarse


Compartir

Dicen que todos tenemos derecho a expresar lo que sentimos, incluida la venganza si es lo que sientes. Algunos dicen, incluso, que es un signo de madurez. Si eres cantante, escribe una canción y haz públicas cada una de las miserias de esa persona que te ha tratado mal. Si eres escritor escribe una potente historia donde quede clara aquella intimidad compartida que ahora rechazas o aquellos lugares donde te han hecho daño. A menor escala, imagino que también será un signo de madurez decir lo que piensas en cada momento, da igual quién esté delante y el efecto que pueda tener en los demás.



Pareciera que la prioridad es ser tú mismo, ser tú misma. El precio lo pones tú. Las ganancias y las pérdidas también.

Algunos lo llaman empoderamiento, es decir, un proceso por el cual una persona o un grupo adquiere las capacidades o recursos para fortalecerse de tal manera que su situación cambie y mejore.

Honestidad y deseo de querer

No me gusta la palabra. No creo que tener más poder sea el mejor camino para transformar situaciones y ser más tú mismo. Miro hacia atrás y en las etapas o situaciones en que he tenido o se me ha dado más poder no son aquellas donde ha salido lo mejor de mí. Hice con ello lo mejor que pude: gestioné, organicé, trabajé, fui creativa e incluso diría que generé bien a mi alrededor. Pero lo bueno que salió de mí no venía del poder. Venía de otro lugar. Un sitio más cercano a la honestidad, al deseo de querer y ser querida, de no querer dañar a nadie ni dejar que me dañen a mí.

Es un lugar que me sabe más a sana vulnerabilidad y simpleza que a empoderamiento. Me suena más a sonrisas que a ceños fruncidos. Me huele más a gente libre que a personas en pie de guerra. Aunque sea por una buena causa.

En esto días ha sido noticia que una cantante internacional lograra ser número uno aireando el modo en que ha sido engañada y abandonada por alguien a quien quería. Sentirte traicionada y maltratada puede ser una fuente de dolor tan grande que te destruya. Y si eso pasa, creo que igual puedes hundirte o lanzarte a dar mordiscos a diestro y siniestro. Cada uno hacemos lo que podemos. Lo que me sorprende es la cantidad de comentarios ensalzando la madurez y el empoderamiento de esa mujer por haber aprovechado su situación privilegiada para airear su rabia y descargar sus desahogos contra otros.

Y he leído algo sobre otra mujer. Mucho menos famosa, con menos titulares. Una madre que se infiltró en una banda de pederastas para liberar a su hija. Se hizo pasar por otra menor y logró que se desarticulara la trama por la que varias menores entre 14 y 16 años habían sido secuestradas y violadas repetidamente. Eso sí es empoderamiento, si es que hay que utilizar la dichosa palabra. Quizá eso sí es superarse a sí misma y lograr revertir el orden establecido. Quizá eso sí es ser la mejor versión de sí misma. No conozco a esa mujer. No sabemos ni siquiera su nombre. No importa. Apostaría a que tenía tanto miedo como cualquiera de nosotros, pero encontró fuerza en algún lugar de sí misma que no habla de poder. ¿Será el amor? ¿Entonces habría que empezar a hablar de enamoramiento? … Igual cambiamos la palabra. Y quizá, así, hasta nos cambiemos a nosotros mismos.