Rafael Salomón
Comunicador católico

Dios en nuestras vidas


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La vida nos ofrece grandes oportunidades y depende de nosotros aceptarlas o dejarlas pasar, hay personas que logran identificarlas y otras que ni cuenta se dieron que estaban frente a ellas. Como disfrutar el crecimiento de nuestros hijos, fortalecer los lazos con nuestra pareja, amar nuestro trabajo o simplemente, descubrir la vida con todos sus aspectos.



La gran mayoría de las personas no se dan cuenta hasta que es demasiado tarde, han dejado mucho tiempo en aspectos, actividades y lugares que definitivamente no les agradan y dejan pasar la oportunidad de vivir en plenitud. Lo que es una verdad absoluta es que nuestra vida se terminará y el tiempo que tenemos concluirá, hayamos aprovechado o no esas oportunidades.

Por eso la importancia de tener una relación con Dios, aceptando que la vida es un don que debemos cuidar, proteger y preservar, aprovechar lo que nos ofrece, comprendiendo que la vida es temporal y limitada. Aceptar nuestra finitud nos permite vivir cada etapa con valentía, confiando en el amor de Dios y en sus tiempos, aceptando que tener vida, es mucho más que vivirla. Es una oportunidad para crecer, comprender y sensibilizarnos acerca de lo valioso que es compartir y dar con sinceridad.

Confiar en Dios

Lo más valioso es nuestro tiempo y es lo que a veces nos cuesta ofrecer y en ocasiones, también es lo que derrochamos sin darle su verdadero valor. Son hermosas y valiosas oportunidades, que definitivamente están a nuestro alcance, pero que requieren una buena dosis de atención para darnos cuenta que están ahí y que esperan de manera silenciosa para nuestro crecimiento y bienestar, en definitiva, para alcanzar nuestra felicidad.

persona en bosque

Foto: Unsplash

Sin duda, se requiere de crecimiento espiritual y cercanía sincera para aceptar estas oportunidades; sin embargo, nos sigue doblegando la soberbia, queremos darle razones a nuestro ego para que siga creyendo que nuestra vida es el resultado directo de nuestro esfuerzo, en parte sí, pero la confianza en el plan de Dios es lo que deberíamos ejercitar con sinceridad y honestidad. No podemos negar que el mal es una constante en nuestras vidas e historias.

Por esa razón Jesucristo nos invita a no descuidar nuestro corazón porque de él brota lo bueno y malo, actitudes, emociones, pensamientos, acciones. Debemos confiar en el Dios de la historia.

El plan de Dios

Él ha hecho todas las cosas apropiadas a su tiempo; también ha puesto el mundo en sus corazones, sin que el hombre llegue a descubrir la obra que Dios ha hecho de principio a fin”. Eclesiastés 3, 11.

Sin duda, tenemos libertad para elegir y para confiar en el camino que cada persona debe avanzar para comprender el sentido de su vida, hay una gran lección personal en el plan que tiene Dios para cada uno de nosotros, pero debemos confiar, esperar y ser dóciles a los designios que ha puesto de manera individual.

Quien obecede no se equivoca, aunque cueste trabajo comprenderlo, en ocasiones es difícil lidiar con nuestra rebeldía que nos dice lo contrario. Sigamos avanzando en el camino, con sus altibajos y con sus momentos de plenitud, la vida es eso y el Dios de la historia se revelará en todo momento. Así que, a confiar y a vivir de tal manera que sea agradable a Dios.