José Francisco Gómez Hinojosa, vicario general de la Arquidiócesis de Monterrey (México)
Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey (México)

50 y 40


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No. No es la parodia de una canción –40 y 20, grabada por José José en 1992- que narra la relación entre un hombre y su enamorada con 10 años de diferencia, sino el cumpleaños de dos libros que marcaron a la teología latinoamericana hacia fines de siglo pasado, y todavía impactan en este XXI: ‘Teología de la Liberación. Perspectivas, e Iglesia: Carisma y Poder. Ensayos de eclesiología militante’.



Un mensaje liberador

El primero, del teólogo peruano Gustavo Gutiérrez –rehabilitado por el papa Francisco al cumplir los 90 años en 2018–, y publicado en 1971, puede considerarse como la piedra fundante del movimiento teológico más importante que haya surgido fuera de Europa. Con el propósito inicial de adaptar las directrices del Concilio Ecuménico Vaticano II a la realidad de América Latina, terminó por convertirse en el parteaguas del trabajo evangelizador en este lado del mundo.

Fue la fuente de la que abrevaron no sólo los incipientes teólogos de la liberación, sino innumerables obispos, curas, consagradas y agentes de pastoral que, con el texto bajo el brazo, asumido en su inteligencia y en su corazón, recorrían barriadas, poblaciones rurales e indígenas, llevando un nuevo mensaje liberador. Para las Comunidades Eclesiales de Base fue el vademécum teológico que daba solidez a sus reuniones e impulso a sus acciones pastorales.

El texto se venía gestando desde 1964, cuando Gutiérrez afirmó que la teología debe ser la reflexión crítica sobre una práctica religiosa determinada, y en 1968, cuando pronuncia una conferencia (en el Encuentro Nacional del Movimiento Sacerdotal ONIS, en Chimbote, Perú) llamada ‘Hacia una teología de la liberación’, en la que esboza las primeras intuiciones que después se convertirán en sus tesis fundamentales. Gutiérrez sostiene que esta primera sistematización recoge “una nueva presencia de la Iglesia en América Latina”, con la siguientes características: denuncia profética, en especial por parte de algunos obispos; evangelización concientizadora, apoyada en la pedagogía de Paulo Freire; pobreza como exigencia testimonial; cambios en el estilo de vida de los presbíteros y mayor participación de laicos, religiosos y presbíteros en las decisiones pastorales de la Iglesia.

Carisma e institución

El segundo libro, obra de Leonardo Boff, publicado en 1981 y que le valió ser juzgado en 1984 por la Congregación para la Doctrina de la Fe, arrojó de esta instancia vaticana la “notificación” que prohibía la reedición del libro y la imposición al autor de un “silencio obsequioso”.

¿Qué fue lo que preocupó a la Congregación capitaneada por el entonces Cardenal Ratzinger. En palabras del mismo Boff: “la aparente confrontación entre un modelo de Iglesia, sociedad jerarquizada de poder sagrado, y otro modelo de Iglesia, comunidad fraterna de iguales con funciones diferentes”.

En efecto. El teólogo brasileño, hoy volcado a la causa ecologista, sostiene en el texto que la Iglesia Católica ha tenido que enfrentar a lo largo de su historia la adecuada relación entre su carisma, la misión conferida por Jesucristo para ser promotora del Reino de Dios, y su institucionalidad, rebosante de poder adquirido con el paso de los siglos. No ha habido armonía en esta correspondencia, con el evidente triunfo de la estructura organizacional.

El tono del libro, obvio, era cuestionador, mordiente. Un ejemplo: “Desde esta concepción del poder absoluto pudo escribir san Juan Bosco: ‘El Papa es Dios en la tierra… Jesús puso al Papa por encima de los profetas, por encima del precursor… por encima de los ángeles… Jesús puso al Papa al nivel del mismo Dios’. Lo extraño es constatar que semejante herejía no constituyó argumento alguno en contra de la canonización del santo” (p.101).

Felicidades a ambas propuestas por su cumpleaños. Vivirán por siempre en el ímpetu evangelizador de los pobres.

Pro-vocación

Pues tenemos en México un mes de noviembre muy movido. Mañana inicia la Asamblea de la Conferencia Episcopal Mexicana, y en las próximas semanas el Encuentro Eclesial de México, la Asamblea Eclesial de América Latina y la consulta para el Sínodo sobre la Sinodalidad.