Pekín y la Santa Sede, cada vez más cerca, implementan con mucha fuerza el acuerdo provisional de 2018
Pese a que desde ciertos sectores se deslizó que León XIV no continuaría con la ‘senda china’ de Francisco, la realidad es que, menos de dos meses después de su elección papal, el 5 de junio, Robert Francis Prevost firmó el nombramiento de su primer obispo para el país asiático. Y lo hacía de acuerdo con el régimen comunista, que ratificó a los pocos días a Giuseppe Lin Yuntuan, de 73 años, como auxiliar de Fuzhou.
Además de esa premura, llamó la atención que se trataba de un prelado que había pertenecido a la Iglesia clandestina, paralela a la oficial del régimen hasta que, en 2018, China y la Santa Sede ratificaran el acuerdo provisional para el nombramiento de obispos, que cada dos años han renovado ambas entidades y que, en 2024, ya se hizo por un período de cuatro años.
Lejos de romper el pacto con Pekín, en los últimos días se ha comprobado cómo este ha acelerado en su implementación. Y con dos gestos cargados de simbolismo. El primero tuvo lugar el pasado 10 de septiembre, cuando, tras suprimirse las diócesis de Xuanhua y Xiwanzi, se creó una nueva sobre su territorio, la de Zhangjiakou, y se consagró a Joseph Wang Zhengui, perteneciente a la histórica “Iglesia oficial” (afín a las autoridades), como primer pastor de la comunidad local.
Como informa el portal Catholic Church in China y recoge la agencia EFE, la nueva diócesis, sufragánea de la de Pekín, cuenta con unos 85.000 fieles católicos, que serán acompañados por 89 sacerdotes. Más allá de los datos, hay que resaltar que, al situarse en la provincia de Hebei, en la considerada como fuente principal del cristianismo chino, estamos ante un punto clave en la consolidación de las relaciones entre el régimen chino y las autoridades vaticanas.
De hecho, solo dos días después, la Santa Sede era la encargada de dar a conocer el nombramiento de otros dos obispos para China. Algo ciertamente inusual, pues, en estos ocho años desde la firma del acuerdo provisional, lo habitual es que hayan sido muy escasas las designaciones episcopales, dándose incluso casos en los que era Pekín la que las anunciaba y la Santa Sede se veía obligada a ratificarlas.
Así, el 12 de septiembre, el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, difundía una declaración en la que se expresaba la “satisfacción” eclesial con motivo de “la toma de posesión del cargo de obispo auxiliar de Zhangjiakou por parte de Giuseppe Ma Yan”, que acompañará por tanto a Joseph Wang Zhengui en la Iglesia local creada apenas 48 horas antes.
Tras recibir este el reconocimiento civil “a todos los efectos”, se hacía lo propio con un tercer prelado, Agostino Cui Tai, desde ese día, obispo emérito de Xuanhua, quedando confirmado que Pekín acepta su “dignidad episcopal”. En este sentido, hay que valorar que tanto Ma Yan (a sus 65 años, era obispo de Xiwanzi, aunque el régimen no le aceptaba como tal) como Cui Tai pertenecían también a la Iglesia clandestina. En el caso de este último, a sus 75 años, estamos ante una figura histórica para los católicos opuestos al Gobierno, que le hostigó y arrestó en numerosas ocasiones, llegando a pasar temporadas encarcelado.
De ahí que, para Bruni, había que resaltar que “estos acontecimientos, fruto del diálogo entre la Santa Sede y las autoridades chinas, constituyen un paso importante en el camino comunitario de la nueva diócesis”.