Miguel Ángel Fernández: “Los que sufrimos un trastorno mental solo necesitamos cariño, amor y respeto”

  • El Colegio Mayor Universitario Jaime del Amo acoge este 22 de mayo las IX Conversaciones PPC sobre ‘Salud mental: desafíos en la sociedad del descarte’
  • “Mi oasis está en una iglesia, ante el sagrario, donde rezo muchas horas y me siento protegido. Es mi refugio y donde soy realmente feliz”

Miguel Ángel Fernández, en las Conversaciones PPC

Las IX Conversaciones PPC, bajo el lema ‘Yo os aliviaré’ (Mt 11, 28), organizadas por la editorial y por el Instituto Superior de Pastoral, han continuado en la tarde de este 22 de mayo en el madrileño Colegio Mayor Universitario Jaime del Amo. Girando en torno a la ‘Salud mental: desafíos en la sociedad del descarte’, ahora ha sido el momento de ir más allá de la reflexión teórica y encarnar esta en testimonios directos.



En este sentido, en un diálogo con la periodista malagueña Ana Medina, ha compartido su experiencia el orensano Miguel Ángel Fernández Murias, quien, a sus 64 años, ha contado cómo convive con la esquizofrenia desde que esta se le manifestara “por primera vez con siete años”, llegando “el brote definitivo a los 21”.

Un calvario

Entre medias, padeció un auténtico calvario: “Todo pudo desencadenarse cuando, con seis años, una broma sexual de un adulto me causó una conmoción. No fueron abusos como tal, aunque estos sí los padecí luego de forma grave y continuada durante varios años, en la pubertad y adolescencia. Además, ya de adulto, durante seis años, a diario, he sufrido distintas y alargadas situaciones de bullying por ser cristiano”.

Miguel Ángel Fernández, en las Conversaciones PPC

Por ello, ha querido advertir algo: “Dos tercios de los que padecemos este trastorno, que alcanza al 1% de la población, hemos sufrido abusos. El otro tercio ha sido por consumo de drogas… Factores que pueden generar esta situación cuando hay una predisposición genética. De ahí que quiera decirle esto a los jóvenes: un solo porro puede causarlo… Conozco casos de compañeros que lo sufren por haber probado el cannabis”.

Igualmente, ha ofrecido otros datos muy ilustrativos: “Un tercio de los que pasamos por la esquizofrenia, tienen un solo brote y luego pueden llevar una vida normal. Otro tercio, lo tienen ya para siempre, pero pueden hacer una vida relativamente normal con medicación… Este es mi caso. Ni me creo Dios ni Napoleón, pero sin medicación estoy perdido. Por último, el otro tercio restante debe vivir hospitalizado para no dañarse”. Y eso que se siente afortunado en comparación “con los que viven esto en África, donde los atan a árboles con cadenas al considerarles espíritus malignos”.

Menos esperanza de vida

En general, es muy duro: “Tenemos menos esperanza de vida y solo un 10% de los que sufrimos esta enfermedad pueden trabajar. Y no es mi caso, tristemente. Por ello, necesitamos cariño, amor y respeto. Si nos ayudan, podemos conseguir grandes cosas. Ha habido un Premio Nobel con esquizofrenia, como recoge la película ‘Una mente maravillosa’. Y Schumann, el compositor, también la padecía”.

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De ahí que reivindique esto con fuerza: “Soy una persona normal con un problema: padezco esquizofrenia, una enfermedad como pueda ser la diabetes”. Por lo que pide que “no se nos estigmatice. Por ejemplo, con el nombre de la enfermedad. En Japón se la conoce como trastorno de integración y yo me siento más cómodo con esa denominación, pues refleja nuestra realidad. Muchos se quedan en casa por miedo a salir a la calle”.

Así, “mi táctica para no ser rechazado es mostrarme con naturalidad. Y luego, cuando ya tengo confianza con la gente, se lo digo”. Al fin y al cabo, “es una dolencia permitida por Dios, que no querida, pues Dios es amor y solo amor”. Además, “me molesta cuando se dice que tenemos doble vida o doble personalidad. Eso no es así, no describe la realidad de nuestra enfermedad. En el caso de un cristiano, se trata de algo muy sencillo: amar bien o amar mal”.

Se lo ofrece a Dios

Con todo, sí cree que es “una cruz, pero se la ofrezco a Dios. Un amigo sacerdote me dice esto: “Cualquiera que hubiera sufrido el 10% de lo que tú has pasado, no sabría dónde meterse’. Y otro amigo cura añade lo siguiente: ‘Esta es una cruz que me aplastaría’”. Aunque, todo corazón, reitera sin ambages: “He perdonado plenamente a todos los que en mi vida me han hecho daño. Como dice la psiquiatra Marian Rojas Estapé, no enferma una persona que no sea rencorosa. Y al revés”.

Más allá de su testimonio en las Conversaciones PPC en un rato de charla con Vida Nueva, Miguel Ángel Fernández detalla cómo la fe ha sido vital para él: “Resido en un piso tutelado de la Comunidad de Madrid, en Alcobendas, donde vivo con otras tres personas, pero, siempre que puedo, mi oasis está en una iglesia, ante el sagrario, donde rezo muchas horas y me siento protegido. Es mi refugio y donde soy realmente feliz. Además del rosario, que rezo cada día y que, como decían el padre Pío y el padre Llanos, son mi ‘arma’. Yo lo rezo por la calle y me ayuda de verdad”.

Miguel Ángel Fernández, en las Conversaciones PPC

También, “desde hace 20 años, soy voluntario en la Parroquia Santo Domingo de la Calzada e Inmaculada, en Algete. Estoy en un grupo de oración que pide la intercesión ante Dios, rezando especialmente por el papa y los sacerdotes. La Iglesia me ayuda. Sufrimos todos, los sanos y los enfermos. Todos tenemos nuestra cruz”.

La fe y la medicina se complementan

Sin olvidar que “la fe y la medicina se complementan pacíficamente. Yo lo vivo así. La medicina me ayuda a tener una vida más o menos normal. Pero, para mí, la fe es todo”. Algo que le viene desde su infancia: “Siendo un niño, mis abuelos y tías me mostraron el camino de Dios. Siempre he sido un creyente en búsqueda continua de Jesús”.

Igualmente, “también han sido claves para mí muchos sacerdotes que me han acompañado con respeto. Nunca, jamás, un solo sacerdote abusó de mí… Al revés, les debo mucho. Especialmente, he tenido mucha relación con Francisco José Ruipérez Granados y, desde hace casi 18 años, con José María Sánchez de Lamadrid”.

Y es que, “como dice Mirjana Soldo, una de las videntes de Medjugorje, Dios juzgará a nuestros pastores por cómo se han comportado con sus fieles. Pero también a nosotros, los laicos, Él nos juzgará por cómo hemos tratado a nuestros pastores. Ellos no necesitan de nuestros juicios y críticas. Dios juzgará si les hemos dado nuestro apoyo, nuestro cariño y si hemos rezando por ellos”.

Nunca se ha sentido solo

Desde esa experiencia, valora que “en la Iglesia nunca me he sentido solo. Cuando he necesitado hablar con alguien, siempre lo he encontrado en la parroquia o entre otros cristianos como yo. Ya sea en el sacramento de la confesión o en los ámbitos de escucha, que cada vez son más en nuestras comunidades. En mi caso, además, tengo un director espiritual, laico, con el que hablo cada 15 días”. Entre unos y otros, “me dan las herramientas para superar los traumas y convivir con mi enfermedad, también en el plano espiritual”.

Por último, Miguel Ángel pide “rezar por el papa León XIV, que, como dijo Pío XII, sabe que los enfermos somos el tesoro de la Iglesia. Va a seguir la senda de Francisco y va a estar con los descartados. Va a sembrar la paz y solo hace falta que, quienes promueven las guerras, se miren a los ojos y dialoguen”.

Fotos: Jesús G. Feria.

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