La salud mental. Es el tema que centra las IX Conversaciones PPC que organizan hoy en Madrid la editorial PPC y el Instituto Superior de Pastoral, perteneciente a la Universidad Pontificia de Salamanca, con la colaboración del Colegio Mayor Jaime del Amo, de los misioneros claretianos.
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Tomando como punto de partida ese “Yo os aliviaré” de Jesús de Nazaret, que recoge el Evangelio de Mateo, a lo largo del día diferentes se escucharán diferentes voces para radiografiar la crisis psicosocial del mundo actual y analizar cómo la Iglesia puede contribuir a acompañar esta realidad.
Experiencias traumáticas
Para dar el pistoletazo de salida a esta jornada de formación y reflexión moderadas por la periodista y escritora Ana Medina, tomó la palabra José Luis Segovia, vicario para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación de la Archidiócesis de Madrid. Junto a él, en el acto inaugural intervinieron Lorenzo de Santos, director del Instituto Superior de Pastoral, y Raúl Rodríguez, director PPC España.
Además de transmitir “un saludo animoso y animante” del cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, José Luis Segovia alertó de cómo hoy nos vemos inmersos en “un formato de malestar” generalizado, al que han contribuido, entre otros factores, “experiencias absolutamente traumáticas” como la pandemia, el apagón…
Dualidad social
Al analizar el actual contexto, el sacerdote madrileño alertó de un escenario de “dualidad social”, un fenómeno que lo concretó en la situación que se está viviendo estos días en Barajas, “donde coexisten los vuelos en clase business y las salas vip con quienes duermen en los pasillos del aeropuerto”.
Con este punto de partida, puso sobre la mesa “situaciones precarizadas donde hay una prevalencia de problemas de salud mental como las personas sin hogar, quienes han sufrido desplazamientos forzosos o la población penitenciaria”.
La industria farmacéutica
A la par, José Luis Segovia mostró su preocupación por el hecho de que se esté abusando “de la categoría diagnóstico y dedicarnos a psiquiatralizar y a medicalizar todos los problemas que generalmente a veces tienen sus raíces en espacios bien diferenciados donde no se tratan adecuadamente”. A renglón seguido, dejó caer que “la industria farmacéutica tiene que también unos activos a los que no podemos ser en modo alguno ajenos”.
Pero sus advertencias no quedaron ahí, con la vista puesta en el papel que puede jugar la Iglesia: “La apelación a los religioso sin más, si no recibe la adecuada respuesta crítica y el complemento terapéutico, muchas veces imprescindible, puede propiciar tipos de respuestas emotivistas y excesivamente simplistas que faciliten incluso cronificar determinadas enfermedades mentales”.
Escucha a los jóvenes
En otro orden de cosas, el vicario expuso algunos de los proyectos que, en materia de salud mental, ha puesto en marcha la Archidiócesis de Madrid, como los puntos de escucha juveniles, “con personas capacitadas y preparadas para ofrecer, si es necesario, una atención especializada”.
“No es sencillo cultivar una adecuada salud mental en medio del estrés de la vida cotidiana o las expectativas mercantilistas en las que nos movemos”, admitió Rául Rodríguez, que lamentó cómo nos vemos inmersos en “un estilo de vida triste y de manera crónica en la apatía, en el aburrimiento”.
Pistas y herramientas
Desde ahí, defendió “un correcto diagnóstico y una terapia y acompañamiento adecuado como “imprescindibles”, a la vez que reclamó la necesidad de “reconocer los riesgos que acechan y ofrecer pistas y herramientas para que nos desarrollemos a imagen de Dios”.
En esta misma línea, Lorenzo de Santos recordó que “Jesús ofreció y ofrece un sentido de la vida para la salud mental desde una mirada positiva, posibilitando que personas en esas vulnerabilidades pudieran salir de ellas”. “Ante esta realidad humana, no puede faltar una reflexión teológica y unas acciones pastorales de la Iglesia”, reivindicó el investigador. Así, compartió que en esta jornada de trabajo “no vamos a ofrecer recetas, pero sí buscamos dar luz”.