Un día después de la misa de inicio de pontificado, León XIV quiso agradecer su presencia en persona a los representantes de todas las confesiones que participaron el domingo en la multitudinaria eucaristía. A primera hora de la mañana, mantenía una reunión de tú a tú con Bartolomé I, patriarca ortodoxo de Constantinopla, con la mirada puesta en ese posible viaje a Turquía para celebrar los 1.700 años del Concilio de Nicea.
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Después, en la Sala Clementina, recibió en audiencia a los demás líderes, entre los que también se encontraba el propio Bartolomé y el patriarca sirio Mar Awa III. “Su presencia y su oración me sirven de gran consuelo y aliento”, dijo ante un nutrido grupo de creyentes, entre los que se encontraban lo mismo budistas que musulmanes.
Contra el rearme
Ante ellos, abanderó una ‘alianza’ en favor de la paz: “Si estamos unidos y libres de condicionamientos ideológicos y políticos, podremos ser eficaces al decir ‘no’ a la guerra y ‘sí’ a la paz, ‘no’ a la carrera armamentista y ‘sí’ al desarme, ‘no’ a una economía que empobrece a los pueblos y a la tierra y ‘sí’ al desarrollo integral”. Además, instó a los presentes en el encuentro a trabajar juntos por “el cuidado de la casa común”.
En esta misma línea, defendió la apuesta de Francisco por configurar una “fraternidad universal” a través de la encíclica ‘Fratelli tutti’, remarcando que promovió “tanto el camino ecuménico como el diálogo interreligioso, y lo hizo sobre todo cultivando las relaciones interpersonales”. A la par, sacó a colación el aniversario del Concilio de Nicea y su “credo compartido”, como una llamada a caminar hacia “la plena comunión entre todos los cristianos”. “En cuanto Obispo de Roma, considero uno de mis deberes prioritarios la búsqueda del restablecimiento de la plena y visible comunión”, sentenció.
Nuevas formas
El respaldo al pontificado anterior se hizo todavía más explícito justo después. “Deseo asegurar mi intención de proseguir el compromiso del Papa Francisco en la promoción del carácter sinodal de la Iglesia Católica y en el desarrollo de formas nuevas y concretas para una sinodalidad cada vez más intensa en el ámbito ecuménico”, sentenció sin dejar margen de duda alguna.
“Hoy es tiempo de dialogar y de construir puentes”, señaló el Pontífice en otro momento, con la vista en buscar puntos de encuentro concretos entre todas las confesiones. Así, a los judíos presentes, les planteó que “incluso en estos tiempos difíciles, marcados por conflictos y malentendidos, es necesario continuar con entusiasmo este diálogo tan valioso”.
Con respecto a los musulmanes, reivindicó “el respeto mutuo y en la libertad de conciencia” como “una base sólida para construir puentes entre nuestras comunidades”.