El cardenal Angelo Becciu se convirtió esta mañana en el protagonista de la sexta sesión de las congregaciones generales. En realidad, se ha erigido como el personaje más relevante del precónclave que elegirá al Sucesor de Pedro por la incógnita de si entraría o no en la Capilla Sixtina, desafiando así el castigo impuesto por el papa Francisco a su persona.
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La Santa Sede hizo oficial esta tarde su decisión de no participar finalmente en la elección del próximo Papa. A través de un comunicado difundido por el Vaticano, el purpurado sardo condenado por malversación expone que “he decidido obedecer como siempre he hecho a la voluntad del Papa Francisco de no entrar en el cónclave permaneciendo convencido de mi inocencia”.
Polémica zanjada
En esa misma nota, expone que este paso a un lado lo adopta “teniendo en el corazón el bien de la Iglesia, a la que he servido y seguiré sirviendo con fidelidad y amor, así como contribuir a la comunión y serenidad del Cónclave”.
Según ha podido confirmar ‘Vida Nueva’, este escueto escrito esconde tras de sí una minuciosa elaboración que se habría rematado en el transcurso de la sesión de esta mañana, con polémica incluida bajo el brazo. Al parecer, en un primer momento, en el comunicado se habría utilizado la expresión “renuncia” para referirse a la decisión de Becciu.
¿Gesto de fidelidad?
En ese momento, el purpurado tomó la palabra para exigir que se retirara ese término. “No renuncio, pido no participar en el cónclave”, habría aclarado Becciu, defendiendo que él bajo ningún concepto habría abdicado de su derecho a entrar en la Capilla Sixtina, sino que simplemente habría ofrecido un gesto de fidelidad a la Iglesia y al Pontífice fallecido.
Lo cierto es que, ‘Vida Nueva’ ya adelantó que la retirada del cardenal italiano que llegó a ser el ‘número 3’ del engranaje vaticano allana el camino al Colegio cardenalicio, que tenía previsto votar su entrada o no en la Capilla Sixtina. Al parecer, según comparten fuentes eclesiales a esta revista, Becciu se autodescartó después de que el cardenal camarlengo Kevin Farrell mostrara ante las congregaciones generales este lunes un escrito que tenía en su posesión el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, firmado con la ‘F’ del papa Francisco.
Cinco años
Si hasta la fecha, el purpurado despojado de todos sus derechos había mantenido que este texto no tenía validez jurídica porque no se trataba de un decreto pontificio, quizá la presión mediática y eclesial le habrían llevado a reconsiderar su postura. “Aunque se ha hablado mucho de la posibilidad de que llegara a impugnar la elección del próximo Papa, Becciu no llegaría tan lejos. Siente que ha sido una víctima del sistema y por ello ha querido visibilizar su enfado por lo que considera una injusticia, pero nunca llegaría tan lejos”, aseguran desde el entorno del purpurado.
El 16 de diciembre de 2023 el Tribunal Vaticano dictó una sentencia inédita en la historia de la Iglesia. Por primera vez, un cardenal era condenado a prisión por delitos vinculados a la corrupción. El sardo Becciu, que llegó ser sustituto de la Secretaría de la Santa Sede, tanto con Benedicto XVI como con Francisco, ha sido condenado a cinco años y medio de cárcel por malversar más de 200 millones de euros de la hucha romana, esto es, un tercio de los fondos de la Secretaría de Estado. Junto a una multa personal que asciende a 8.000 euros, se suma el pago solidario junto a los otros ocho condenados en el juicio a una indemnización al Vaticano por el daño causado de 200 millones de euros.
Al margen de este castigo, el Pontífice argentino le despojó de todos sus derechos como cardenal, si bien el interesado ha argumentado hasta la fecha que no le quitó sus deberes, entre los que se encontraría, participar en el cónclave. “El papa Francisco fue engañado”, dicen que llegó a asegurar el pasado lunes ante el foro cardenalicio, como el propio Becciu ha denunciado en otras tantas entrevistas y en su propio juicio.