“Bergoglio se la jugó por la gente frente a los militares”

  • El misionero español Paco Blanco coincidió con él durante 20 años en las villas miseria de Buenos Aires
  • El 30 de enero, al despedirse de él, este le contó que “Benedicto XVI ya le había aceptado la renuncia”
  • “Jamás, en 20 años, vino a visitarnos en coche, sino que venía en bus o metro”, con sus “zapatos desgastados”
  • “Consciente de ser ‘un gran pecador’, como se definía a menudo, se sentía elegido por Dios”

Paco Blanco y Bergoglio en las villas miseria de Buenos Aires

Paco Blanco es el provincial en España de los Misioneros del Sagrado Corazón (MSC). Pero, antes de eso, ha sido muchas cosas. Entre ellas, amigo y confidente de Jorge Mario Bergoglio, al que trató habitualmente durante dos décadas en una de las villas miseria de Buenos Aires. Concretamente, “la Villa Soldati, donde está el santuario de Nuestra Señora de Fátima, del que yo era el párroco y que, siendo el primero de esa advocación mariana en toda Argentina, a él le gustaba mucho visitar. Además de que estábamos al lado del barrio de Flores, donde él se crio y estaba su familia”.



Tras una primera experiencia misionera en Argentina en los años 70, marcados “por la gran dificultad que nos imponía la dictadura militar”, Blanco estuvo un tiempo en España para rematar su formación, pero volvió “en febrero de 1992. Casualmente, en junio, nombraron a Bergoglio obispo auxiliar de Buenos Aires y le designaron como vicario de la zona sur, donde estábamos nosotros”.

Sincera amistad

Desde el primer día “brotó entre nosotros una relación de sincera amistad. Él venía mucho a la parroquia y hablaba con todo el mundo. Visitaba a la gente, los conocía a todos y hasta hacía eso que es tan habitual en Argentina, como ponerles motes con los que ellos mismos se reían mucho”.

Otro detalle importante es que, “en 20 años, jamás vino a visitarnos en coche. Siempre llegaba en bus o metro. Incluso recuerdo una vez en la que, estando con nosotros, se sintió indispuesto y tuvo que ir al hospital. Me ofrecí a llevarle en coche y se negó en redondo. Solo aceptó que le acercara a la parada de metro”. De ahí que jamás olvide “esa imagen suya con los zapatos desgastados”… Los mismos con los que ha sido enterrado ya como Papa.

Fruto de las muchas conversaciones entre ambos, Blanco cree que algo que le configuró de un modo especial fue “el dolor que sentía por los ataques que algunos le dirigían al afirmar que, siendo superior de los jesuitas en Argentina en tiempos de la dictadura militar, no hizo lo suficiente para proteger a dos compañeros suyos, Francisco Jalics y Orlando Yorio, perseguidos por el régimen. Se es muy injusto con esa acusación y tengo la certeza de que fue incomprendido. Yo viví directamente ese tiempo tan difícil y puedo decir algo claro: Bergoglio se la jugó por la gente frente a los militares”.

Logró sacar a muchos

Él mismo sentía que “tal vez no consiguió hacer lo suficiente en ese caso”, pero “me consta que sí logró sacar a mucha gente del país, católicos y no católicos. Y lo hizo en un contexto terrible, en el que a los sacerdotes de las villas miseria se nos tenía a todos fichados y con todos los movimientos controlados. Dos compañeros míos, por ejemplo, fueron desaparecidos por los militares. De uno jamás volvimos a saber y el otro fue gravemente torturado. No se podía hacer mucho, pero él no se conformó y se la jugó”.

El misionero español cree que esa experiencia tan dura le marcó mucho. Hasta el punto de que el famoso “rece por mí” que le espetaba a todo aquel con el que se encontraba, “creo que viene de ese momento. No tanto por no sentirse preparado para ejercer su responsabilidad, sino para reclamar apoyo de los demás a la hora de saber discernir bien cada decisión y no equivocarse”. Y es que, “sin duda, él sufrió mucho en esa época como superior de los jesuitas”, que además acabó con él “apartado” durante unos años en Córdoba.

La historia dio un giro en 1992, “cuando el cardenal Antonio Quarracino, arzobispo de Buenos Aires y primado de Argentina, le reclamó a su lado como prelado auxiliar. Con el tiempo sería su coadjutor y luego él mismo le sucedería al frente de la diócesis”. Un teórico “ascenso” que jamás le cambió, por lo que Blanco no comparte la opinión de quienes creen que, como pontífice, ha sido muy diferente de lo que era como pastor. “En todos estos años siempre he repetido esta frase: ‘Francisco es muy Bergoglio’”, recalca decidido.

Mismos gestos e intuiciones

Y es que, tras seguir su trayectoria hasta su muerte, ve que “ha repetido todos los gestos e intuiciones que ya mostró en Buenos Aires”. Lo que ejemplifica así: “El mismo Bergoglio del ‘todos, todos, todos’ como papa es el que, siendo obispo, se enfadó muchísimo con un sacerdote que se negó a bautizar al hijo de una prostituta. Dejó claro que la Iglesia debía estar abierta a todos sin excepción. Y lo hizo siendo muy consciente de la realidad de nuestra villa miseria, marcada por la vulnerabilidad de muchas personas. No alejaba a nadie por tener hijos sin estar casado o por estar anclado a la droga… Además de que aquí ya se volcó con los muchos inmigrantes, en su mayoría paraguayos y bolivianos”.

Pasaron los años, hasta llegar al 30 de enero de 2013: “Ese día fui a despedirme de mi querido arzobispo Bergoglio porque había finalizado nuestra misión aquí y volvía a España. Recuerdo perfectamente que me dijo que Benedicto XVI ‘ya me ha aceptado la renuncia’, pues tenía 76 años, y que se iba a hacer oficial ‘uno de estos días’. De hecho, ya había donado su biblioteca al seminario y estaba preparando la mudanza. Iba a vivir en la residencia de sacerdotes jubilados, a los que acompañaba muchas veces cuando estaban enfermos y no tenían a nadie. Vi la habitación que tenía preparada y era de una pobreza y una sencillez franciscanas: una silla, una mesa, una estantería para libros, la cama y una cocinita para hacerse él todo”.

Pero, menos de dos semanas después, todo cambió drásticamente: “El 11 de febrero, Ratzinger renunció, él fue al cónclave… y ya nunca volvió”. Por eso, entre otras cosas, no le sorprende que “una de sus primeras decisiones fuera renunciar a vivir en el Palacio Apostólico y hacerlo en Santa Marta. Era lo más parecido a lo que él ya tenía programado para sus últimos años de vida”.

El día que lo cambió todo

Entre tal alud de anécdotas, el misionero recuerda una clave, “pues ahí empezó todo lo que fue Bergoglio. Me refiero al día en el que encontró la vocación siendo un joven que iba a una fiesta con sus amigos y que, al pasar por una iglesia, entró y se confesó con un viejo cura… Este, como me contó él mismo, le interpeló al preguntarle: ‘¿Y tú por qué no te haces sacerdote?’. No se lo esperaba, le desarmó por completo”.

Bergoglio en la Villa Soldati de Buenos Aires

Bergoglio en la Villa Soldati de Buenos Aires

Significativamente, “ese día era el de san Mateo. Y eso explica que su lema haya sido ‘Miserando atque eligendo’ (‘Me miró con misericordia y me eligió’). Mientras hablamos, tengo en mis manos el folleto de la consagración episcopal de Bergoglio, a la que asistí. En él se reproduce el texto en el que Mateo narra cómo Jesús le eligió siendo un recaudador de impuestos, algo despreciado por todos en esa época. Yo creo que él se sentía así. Consciente de ser ‘un gran pecador’, como se definía a menudo, se sentía elegido por Dios”.

¿Le ha quedado algo por hacer a Francisco? Blanco lo tiene claro: “Seguro, seguro. Bergoglio era un pozo de ideas inagotable. Él siempre se ha apoyado en el discernimiento para ver hacia en qué dirección debía empujar la Iglesia, como ha demostrado con el Sínodo y con el impulso de las mujeres. No habrá dado el paso de que accedan al diaconado, pero las ha nombrado para puestos de decisión importantes. Y eso nunca antes se había hecho”.

Viaje a Pamplona

Última anécdota… Aunque Bergoglio nunca estuvo como papa en España, Blanco sí conoce con certeza “un viaje a nuestro país que nunca supo nadie. Siendo Quarracino arzobispo, este tuvo un problema de salud en Roma y vino al hospital del Opus en Pamplona. Al ser él su auxiliar, quiso saber cómo estaba y vino durante dos días. Al volver, me contó que estuvo en una pensión y que, siendo verano, había pasado un calor terrible. Le pregunté que cómo es que no había ido a un hotel. Pero, conociendo su sencillez, no hizo falta que me respondiera”. Puro Bergoglio.

Recuerdo de la ordenación episcopal de Bergoglio

Recuerdo de la ordenación episcopal de Bergoglio

Recuerdo de la ordenación episcopal de Bergoglio

Recuerdo de la ordenación episcopal de Bergoglio

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